Ayer133 (1) 2024: 81-113
Marcial Pons Ediciones de Historia
Asociación de Historia Contemporánea
Madrid, 2023
ISSN: 1134-2277
DOI: 10.55509/ayer/2072
© Andrew Stuart Bergerso
Recibido: 12-03-2020 | Aceptado: 13-11-2022 | Publicado on-line: 08-01-2024
Editado bajo licencia CC Attribution-NoDerivatives 4.0 License

La Volksgemeinschaft de Theodora: una historia personal del Servicio de Trabajo del Reich (1938-1939)

Andrew Stuart Bergerson *

Universidad de Missouri-Kansas City
bergersona@umkc.edu

Resumen: En el verano de 1938, Theodora (un pseudónimo) servía en el Reichsarbeitsdienst (Servicio de Trabajo del Reich). Entre abril de 1938 y marzo de 1939, registró sus experiencias en un volumen encuadernado lleno de mapas, ilustraciones y música. Resulta tentador pensar que este palimpsesto histórico pudiera ser utilizado para evaluar el impacto político de esta institución nazi en una persona común y corriente. El historiador Alf Lüdtke calificó las prácticas de Eigensinn (autoafirmación) y Aneignung (apropiación) de inherentemente ambiguas, y ciertamente, Theodora se movió con dinamismo entre posturas políticas aparentemente contradictorias dependiendo de la situación y del contexto histórico. Este artículo explora la manera en que ella contó la historia de su vida cotidiana, tanto en retrospectiva como anticipándose a sus acciones. Se demuestra que Theodora adoptó de manera pragmática algunos de los elementos centrales de la política y sociedad nazis en su vida diaria y que fueron estas acciones cotidianas, que se desprenden de su narración autobiográfica, las que supusieron un paso crucial en su colaboración con el régimen nazi. Al tratar a los alemanes comunes como historiadores de sus vidas cotidianas, es posible reinterpretar la escritura de la historia como una práctica fundamental tanto de la Volks- como de la Kriegsgemeinschaft (comunidad nacional y comunidad de guerra).

Palabras clave: Reichsarbeitsdienst (Servicio de Trabajo del Reich), vida cotidiana, Alemania nazi, historia oral, historiografía

Abstract: In the summer of 1938, Theodora Algermissen (a pseudonym) served in the Reichsarbeitsdienst (RAD). Between April 1938 and March 1939, she recorded her experiences in a bound volume complete with maps, illustrations, music, and more. It is tempting to imagine that scholars could reliably use this historical palimpsest as a case study to evaluate the political impact of this Nazi institution on one ordinary person. Yet historian Alf Lüdtke famously framed the practices of Eigensinn (unruliness) and Aneignung (appropriation) as inherently ambiguous. True to form, Theodora moved dynamically between seemingly contradictory political postures depending on the social situation and the historical context. This essay will explore the way that she told the story of her everyday life both in retrospect and in anticipation of acting. It will show that Theodora took certain core features of Nazi politics and society as a pragmatic foundation for her current and future action. This ordinary aspect of autobiographical narration marked a crucial step in her collaboration with the Nazi regime. By treating ordinary Germans as historians of their own everyday lives, we can reinterpret history writing as a core practice of both the Volks- and the Kriegsgemeinschaft

Keywords: Reichsarbeitsdienst (Reich Labor Service); everyday life; Nazi Germany; oral history; historiography.

La autobiografía perdida

En la primavera de 1938, «Theodora», de diecinueve años, se graduó de la Marienschule (institución de enseñanza secundaria) en Hildesheim, una ciudad de la Baja Sajonia de tamaño medio, y de abril a octubre acudió a un campamento para mujeres jóvenes en los páramos bajosajones 1. La entrevisté en cuatro ocasiones en los noventa para mi tesis y, siempre bajo este pseudónimo, se convirtió en una figura central de la misma 2. Theodora, que nació en septiembre de 1918, superaba los ciento un años cuando sus dos hijas y yo la entrevistamos de nuevo el 10 de junio de 2019. Ciega y casi totalmente sorda, ya no siempre entendía mis cuestiones 3. Falleció poco después, en marzo de 2020.

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Frontispicio, Theodora Algermissen: «RAD», p. 1.

Theodora me contó que quería estudiar filología en la Universidad de Hannover y, para poder matricularse, debía incorporarse antes al Reichsarbeitsdienst, el Servicio de Trabajo del Reich (en adelante RAD). Cuando sus hijas la llevaron a un geriátrico, en 2012, encontraron entre sus posesiones un «diario» de su servicio. Se trata de un manuscrito de 199 páginas lleno de anotaciones en el anverso e ilustraciones en el reverso. Theodora colocó la insignia del RAD a modo de frontispicio y también añadió, intercaladas o como apéndices, la letra y la música del libro de canciones del RAD de 1938 Wir Mädel Singen (Nosotras las muchachas cantamos), así como citas de filósofos, poetas, artistas y líderes nazis 4. El libro es rico en descripciones de la vida cotidiana y está elaborado con meticulosidad. También es poco común: la gran mayoría de alemanes que sirvieron en el RAD eran varones y los escasos ejemplos de relatos sobre el RAD escritos de primera mano por mujeres o tenían una función propagandística o fueron redactados después de la guerra 5. Las pinturas incluidas en el cuaderno muestran que empezó a escribirlo durante su servicio a modo de diario y lo concluyó, ya como autobiografía, alrededor de marzo de 1939 6. Por lo tanto, el volumen da cuenta del esfuerzo que hizo Theodora a lo largo de todo un año para darle sentido a su experiencia en el RAD.

Durante las casi tres décadas que la traté, no recuerdo que me hablara del cuaderno. En la entrevista de 2019, le pregunté por este lapsus, pero no entendió la pregunta. Sospechaba que me lo había ocultado conscientemente, bien para no reconocer su colaboración con los nazis, bien porque su servicio en el RAD ya no encajaba en la forma en que narraba su propia historia. Pero la evidente emoción que mostró por contar su historia en 2019 vino a contradecir ambas hipótesis de «ruptura» 7. Su familia me ayudó a darme cuenta de que había sido en parte error mío, porque en 1991 delimité el contexto de nuestras entrevistas al tema de la amistad y la buena vecindad en el Hildesheim de entreguerras y ella se ciñó con rigor a mi solicitud. Además, había adaptado la forma de contar la historia de su vida en esas entrevistas para adecuarlas a una conversación sobre el pasado nazi con un joven estadounidense en la Alemania reunificada.

Respondiendo a los cánones del momento, la autobiografía de Theodora contaba la historia de una urbanita refinada explorando un entorno rural poco familiar y superando los desafíos de la naturaleza 8. En general, su prosa y sus pinturas muestran el campo como primitivo, incómodo, disfuncional, poco civilizado e incluso propenso a la enfermedad 9, aunque a veces fue capaz de apreciar su belleza 10. Sus fotografías de la vida rural ofrecían una visión romántica del campo que encajaba tanto con la propaganda nazi, como con la literatura burguesa de viajes 11. El régimen nazi afirmaba que ofrecía a los arios, incluidas las mujeres, nuevas oportunidades de consumo, liberación de las restricciones sociales y desarrollo profesional 12. Y ciertamente el tiempo en el RAD fue percibido por Theodora como un periodo de libertad 13. «Estaba permitido» y enfatizó: «Para mí fue muy divertido, me lo pasé muy bien» 14. Según ella, las actividades organizadas «eran siempre una auténtica aventura» 15. Durante la entrevista de 2019, llegó a calificar el agotador trabajo en el campo como «¡maravilloso!» 16. Al resaltar que el RAD había sido divertido para ella, Theodora daba a entender de manera implícita que no había participado en la institución nazi por razones ideológicas, sino simplemente porque suponía todo un acontecimiento. Jan Philipp Reemtsma afirma que el principal atractivo de los movimientos revolucionarios como el nazi reside en la manera en que transforman la violencia en una «forma de vida». Su teoría no se confirma en el caso de Theodora; aun así, el atractivo subyacente es similar: «es el empoderamiento del gran “¡está permitido!”» 17. Ingresó en la institución a través de la aparentemente inofensiva impresión de enrolarse en una gran aventura.

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Escena rural, Theodora Algermissen: «RAD», p. 195.

El RAD era una institución nazi diseñada para promover la recuperación económica, la reeducación política y la preparación militar. A finales de los años treinta, se buscaba que transformase alemanes corrientes en miembros leales y trabajadores de la Volksgemeinschaft (comunidad nacional) 18. El régimen nazi incluyó en esta «comunidad» a todos los arios sanos, integrándolos a través de la exclusión y, más tarde, del exterminio, de judíos, romaníes y muchos otros. Sin embargo, esta comunidad imaginada se quedó en algo aspiracional, en una representación en perpetua construcción. Los alemanes la invocaban a través de actos públicos que iban desde entusiastas aclamaciones de apoyo al Führer, al trabajo más práctico de modernizar Alemania según la visión nazi. Junto con los saludos a Hitler, los desfiles uniformados y las competiciones deportivas, el régimen también dependía de los alemanes corrientes para construir esta comunidad racista y fascista a través de su movilización voluntaria en los campamentos, primero, y, en los esfuerzos bélicos, después 19. Una microhistoria de la vida cotidiana en el RAD podría revelar potencialmente el impacto político de esta institución nazi en un ciudadano ordinario, así como su papel en la creación de la Volks- y la Kriegsgemeinschaft nazis (comunidad de guerra). Haciendo nuestros los términos de Aneignung (apropiarse) y Eigensinn (autoafirmación) de Alf Lüdtke cabría preguntarse: ¿se apropió Theodora de los principios nazis en su vida cotidiana?, ¿respondió al régimen con maniobras de autoafirmación individual (Eigensinn)? o incluso ¿hizo ambas cosas? 20

Para abordar estas cuestiones voy a tratar a Theodora como la historiadora de su propia vida cotidiana. De manera un tanto confusa, los historiadores utilizamos el término historiografía para referirnos tanto al estudio de la escritura de la historia como a la escritura de la historia en sí misma. Aun así, en su sentido más amplio, la historiografía puede entenderse como personas inventando de manera retórica historias convincentes de acciones y experiencias pasadas, y dichas historias del pasado son revisadas y reevaluadas críticamente en diálogo con un presente en continuo cambio. Esta definición más amplia nos permite considerar como autores y críticos de narrativas históricas tanto a académicos como a ciudadanos corrientes 21. De igual modo, la narración de experiencias cotidianas implica tanto historias en retrospectiva como lo que yo denomino «recuerdos anticipatorios». Si las primeras se refieren a historias interpretativas escritas en el presente sobre el pasado, los segundos definen historias interpretativas para uso futuro que de manera retórica autorizan acciones en el presente 22. Las fotografías de Theodora tocando el acordeón o la flauta y los comentarios alardeando de sus volteretas hacia atrás podrían leerse en ambas temporalidades 23. ¿Constituyen la reconstrucción posterior (en 1939) de sus experiencias de un pasado reciente? ¿O un intento anterior (en 1938) de configurar sus acciones de tal manera que le permitiesen moldear el tipo de persona que quería llegar a ser? Ambas fórmulas crearon una narración de la vida cotidiana con el propósito de ser rememorada en el futuro. Las intersecciones anacrónicas y rutinarias de tácticas para inventarse a uno mismo refuerzan retóricamente la conclusión de que este propio ser aspiracional era un resultado necesario de eventos históricos.

Mi tesis es que la escritura de la historia de vida cotidiana es un mecanismo crucial mediante el cual es posible analizar el grado de implicación de los alemanes de a pie en el orden fascista y racista del Tercer Reich. Durante épocas de cambio acelerado, los ciudadanos corrientes dependen de prácticas aparentemente ordinarias de narración para crear un «yo» coherente. Puede decirse que las explicaciones verosímiles de las actuaciones propias son aún más necesarias cuando se refieren a defender el derecho a conquistar, oprimir y matar a otros seres humanos con impunidad, por ejemplo, en una guerra de exterminio por el «espacio vital» 24. En esta lógica, la narración de Theodora sobre su experiencia en el RAD se torna un perfecto caso de estudio porque la elaboró entre abril de 1938 y marzo de 1939, justo cuando el régimen nazi estaba transformando su Volksgemeinschaft fascista y racista en una Kriegsgemeinschaft.

Como es bien sabido, la escritura de las historias de vida es inherentemente intersubjetiva porque es el resultado de interacciones microsociales: por ejemplo, entre agentes históricos dentro de la historia, entre historiadores y sus fuentes, entre compañeros de entrevistas en proyectos de historia oral, entre distintos escritores de historia con interpretaciones del pasado enfrentadas, así como entre los historiadores y sus audiencias 25. Las interpretaciones resultantes se ven afectadas por este entorno social próximo, así como por el contexto histórico más amplio en el que tuvieron lugar. Y son estas características de la narración autobiográfica las que la convierten en un instrumento para repensar la cuestión política de la colaboración. ¿En qué medida tuvo Theodora en consideración la ­Volks- y la Kriegsgemeinschaft nazis cuando narraba su historia? ¿El hecho de incardinar sus acciones pasadas y presentes en ellas implicaba necesariamente la identificación de Theodora con sus objetivos? ¿O fue capaz de mantener un cierto distanciamiento respecto a las políticas cotidianas del régimen nazi? Su «diario» constituye un caso de estudio especialmente interesante porque ella se identificaba como apolítica 26.

Durante la entrevista de 2019 27 Theodora se describió como una «muy mala aprendiza por mis quejas y a mi desmedida pereza» 28. Al igual que muchos alemanes, Theodora encontraba dificultades para armonizar su autopercepción de persona independiente y la presión por ajustarse a la norma 29. Ella admitió que algunos de sus problemas con las instructoras del RAD se produjeron «porque­ daba la impresión de ser un tanto independiente, ¿no?» 30, porque era «difícil de aleccionar», como subrayaban sus hijas.

Aflora así un término analítico, el del «inconformismo», que puede significar algo más que una simple actitud de independencia o un limitado tipo de resistencia. Yo lo he definido como una táctica cotidiana para distanciarse de la política como tal. El inconformismo permite a quien lo practica asumir temporalmente posturas políticas discordantes en contextos sociales concretos sin la sensación de comprometerse con ninguna de ellas. Pongamos un ejemplo: las entrevistas revelaron que Theodora se había unido durante un corto periodo de tiempo —hasta 1935— a la Jungmädel nazi (Liga de las Muchachas Alemanas), y, en ese mismo momento, se describía como una persona con amistades judías, que incluso había estudiado música con una profesora hebrea antes de que todos ellos «desapareciesen» de repente. Por consiguiente, antes de entrar en el RAD, Theodora estaba socializada en las instituciones nazis, pero, pese a ello, asumía o rechazaba discursos, normas y prácticas nazis según la situación y sin ningún sentimiento de contradicción 31. La paradoja que se plantea es que dichas maniobras a menudo requerían que tomase posturas con un cierto grado de aquiescencia. A pesar de cómo se sintiese realmente, Theodora necesitaba aceptar de manera intersubjetiva determinados aspectos del Tercer Reich para poder actuar como una nazi convincente en su vida cotidiana.

Este grado mínimo de «consenso» 32 fenomenológico no significa necesariamente que ella apoyase al régimen. Los antifascistas también tuvieron que fingir en ocasiones su adhesión. La cuestión fundamental sobre la que pretendemos reflexionar en este artículo es si Theodora se implicó en la Volks- y la Kriegsgemeinschaft nazis más de lo que estaba dispuesta a admitir y, si lo hizo, ¿se puede identificar cuándo y cómo? Si no se dio cuenta, ¿se puede averiguar por qué? Las respuestas son necesariamente complicadas porque ella adaptó su autobiografía en repetidas ocasiones en función de las circunstancias. Por ello, este palimpsesto histórico constituye una rica narración con varias capas que transgrede los modelos lineales de tiempo cronológico. A veces Theodora escribe como la protagonista de su propia historia, en tanto que parece estar presentando un relato objetivo de sí misma como un sujeto histórico; otras veces, parece reflexionar e interpretar sus experiencias pasadas con cierta consideración, como si fuera una historiadora. Por supuesto, estas distinciones son artificiales; solo hay una Theodora, pero ella acomodó sus historias a distintos contextos, y es precisamente debido a esas estrategias narrativas que se hace necesario desenmarañar e historiar sus complejas interacciones con el nazismo antes de poder clasificar sus actitudes.

Como las Volks- y Kriegsgemeinschaft nazis, el propio yo de Theodora era algo aspiracional, dependiente de sus acciones cotidianas. Y parece que fue al trasladar al papel dichas acciones cuando hizo una especie de «trato fascista» por el que tácitamente asumía muchas de las aspiraciones de la política nazi como base para sus propias pretensiones individuales 33. En las historias que narró sobre su rol de joven en el RAD, o bien expresó esas concesiones a la retórica nazi de manera intencionadamente ambigua o bien las omitió directamente. Podría concluirse que intentó evitar tener que reconocer el grado de compromiso alcanzado.

Los ideales nazis

El RAD reclutó a mujeres jóvenes de contextos sociales muy diferentes. Al igual que la Volksgemeinschaft venía a ser una sinécdoque de esta, la vida en los campamentos buscaba echar abajo divisiones sociales de clase y confesión y convertirse en una experiencia de la camaradería aria 34. Theodora estaba convencida de que era posible que el RAD educase a una nueva generación de alemanes «verdaderamente libres y felices» ganándoselos «mediante el entusiasmo». Ella describió múltiples ejemplos de esas actividades colectivas diseñadas para promover el vínculo social, la unidad y la uniformidad que estaban detrás de esa misión pedagógica 35. Fotografió, por ejemplo, a las chicas cepillándose los dientes en grupo. Rituales como este reforzaban la experiencia de la Volksgemeinschaft y la potenciaban como un ideal. Una vez acabado su periodo en el RAD, Theodora reconocía que «echaba tanto de menos la comunidad, la generosidad, la alegría, la música, todo el estilo de vida del campamento». Con todo, cuando reflexionaba sobre su propia experiencia personal, confesaba que no había conseguido alcanzar por completo el ideal nazi de camaradería durante su tiempo de servicio 36.

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Actividades en grupo, Theodora Algermissen: «RAD», p. 70.

Theodora era bastante elitista. Su educación la había preparado para ir a la universidad y desarrollar una carrera profesional, mientras que dedicaba su tiempo libre a la música, la pintura, y a deportes como la natación, la gimnasia o el senderismo. Su familia tenía una criada que se ocupaba de los quehaceres, por lo que es comprensible que estuviese nerviosa por su falta de habilidades domésticas en comparación con las chicas de clase obrera 37. Ella sentía «una imperceptible pero ligeramente discernible distancia (¡intelectual!) entre graduadas preuniversitarias [como ella] y obreras, empleadas domésticas, vendedoras y taquígrafas». Su prosa sugiere cierta arrogancia de la que, sin duda, estas compañeras eran conscientes. Llegaría a admitir que «realmente no podía hablar con ellas con propiedad». Con posterioridad, Theodora insistía con actitud defensiva en que «simplemente no podía haber sido una más» 38. Su relación con esas compañeras era «a veces bastante buena, pero nunca de auténtica camaradería» 39. Ella contaba con todo lujo de detalles historias turbias, llenas de recriminaciones que desembocaron, no solo en una pérdida de confianza mutua, sino también en sentimientos intensos de decepción personal. Estos conflictos «impidieron que surgiera la camaradería» 40.

Theodora aún empeoró más las cosas con su propensión a ser excluyente. Entabló relación con otras dos chicas con las que «congeniaba» y las tres «se mantenían al margen» del grupo 41. Juntas tocaban, daban paseos, hacían picnics, recogían moras y participaban en todo tipo de actividades 42. Cada vez con mayor frecuencia a medida que pasaba el tiempo, las tres se saltaron las reglas del campamento saliendo de los barracones después del toque de queda, evitando determinadas tareas, visitando a granjeros locales, yendo a la oficina de correos o comprando en el pueblo 43. Durante la entrevista, Theodora reiteró que no había hecho «amigas de verdad» en el RAD puesto que «la verdadera amistad duraba más [de seis meses] y era más profunda» 44; no obstante, reconoce que con aquellas dos chicas compartía intereses, como el gusto por divertirse, y aficiones musicales, artísticas y deportivas. «Ellas se entendían de verdad» 45.

Theodora era bastante consciente de que estos comportamientos desafiaban los ideales nazis de camaradería, tanto por su exclusivismo como por su desobediencia. «Cuando estaba en el campamento», ella y una de sus amigas habían reflexionado sobre «lo que el RAD enseña en realidad». Concluyeron que «proporcionaba otra perspectiva de la vida y conocimiento sobre la naturaleza humana. Pero también educaba para la indiferencia, la insensibilidad y la queja» 46. Su honesta decepción implica, por un lado, que compartían más que un mínimo nivel de consenso sobre los valores nazis. «Tu vida está vinculada a la vida de toda la comunidad», anotó en los apéndices de su cuaderno 47. Pero, por otro lado, si bien aceptó e interiorizó el valor normativo de la Volksgemeinschaft, se reservaba el derecho de no aplicarlo a determinadas jóvenes si no alcanzaban sus elevados estándares para confraternizar.

Junto con la camaradería, la vida en el campamento de trabajo estaba diseñada para adoctrinar sobre el principio nazi del liderazgo, el segundo pilar que definía la Volksgemeinschaft 48. Theodora personificó ese ideal en una de sus instructoras del campamento 49. Cuando le pregunté por ella en 2019, reaccionó con un entusiasmo repentino: «¡Sí, ella era la instructora!» 50. Admiraba a la Srta. Blank no solo porque «trabajaba, cantaba, caminaba, nadaba y jugaba como una más con las chicas que instruía» 51, sino también por sus lecciones de ideología nazi. «Sus enseñanzas [políticas], en especial sus reseñas sobre la prensa eran geniales, fascinantes e instructivas, siempre poniendo todo en contextos más amplios». Para ella, la Srta. Blank «era realmente el perfecto modelo de Führerin (líder)» 52 y le profesaba su amistad porque compartían intereses, actividades y personalidades similares 53. «Me gustaba especialmente su naturaleza libre y fuerte, su generosidad, y su sensibilidad artística [...] precisamente porque era muy alegre y aventurera y al mismo tiempo, extremadamente seria y profunda» 54. Podría fácilmente haber estado describiéndose a sí misma y no a su Führerin. «Tan solo tenía veinte años, pero ya era muy firme, inteligente y determinada» 55. Reconocía, sin embargo, que cuanto más se unía a la Srta. Blank, más se distanciaban de ella las otras muchachas. «Se indignaban cuando me consultó sobre el diseño del campamento, cuando intercambiábamos opiniones y cuando alguna vez me transfirió la responsabilidad» 56.

Theodora se cuestionó el liderazgo cuando la Srta. Blank se fue de vacaciones y fue sustituida por la Srta. Eckhardt, «que era cualquier cosa menos una Führerin» 57. Y todas se sintieron decepcionadas cuando, tras su regreso, la Srta. Blank criticó su trabajo y se distanció de ellas física y emocionalmente, diciendo que se iría del campamento en cuanto pudiera 58. En respuesta, las chicas se quejaron «constantemente y con empeño, la mayoría de las veces con insolencia, desgraciadamente» 59. Ya no pudo crearse de nuevo la «atmósfera adecuada», no había «actitud hacia el trabajo ni camaradería, no éramos una comunidad» 60, e insistía Theodora, «no puede imponerse. Tendría que haber salido de dentro, tendríamos que haber estado motivadas; entonces, habría surgido una comunidad. Si hubiésemos dejado las quejas, cada una debería de haber ayudado y trabajado. Desde mi punto de vista, una buena Führerin tiene que motivar a través de la inspiración, no con reprimendas» 61.

Theodora describió tres incidentes en los que emergió la cuestión del liderazgo. En uno de ellos, la Srta. Blank culpó a las jóvenes de su actitud perezosa, lo que suscitó la queja de Theodora. La instructora la criticó por no cumplir los estándares propios de una líder y le ordenó que «dejase de quejarse e interferir, que debía contribuir a la comunidad de manera constructiva, debía colaborar» 62. En un segundo incidente, una de sus compañeras le había comentado «que ellas me apreciaban y me respetaban mucho. Que sería una líder para ellas y que confiaban plenamente en mí...», pero ella pensaba que «había cierta diferencia entre ellas y yo... aunque me esforzara en no dejar que surgieran brechas, mi superioridad no se podía negar, y a nadie le gusta sentirse siempre inferior a otra persona» 63. En el tercero, un grupo de chicas le dijo a Theodora que era distante y que la instructora la trataba de manera especial y eso hería sus sentimientos. Ella razonó «no me habrían podido tratar como a las otras, porque mi actitud era distinta, más libre, aunque yo no me diera cuenta». Si se aplica el vocabulario nazi de camaradería y liderazgo, estas muchachas rechazaban a Theodora por su elitismo y arrogancia 64.

Los tres incidentes en conjunto revelan hasta qué punto las jóvenes habían interiorizado los ideales nazis, aunque decidiesen limitar su aplicación a interacciones microsociales. En términos de Lüdtke, ellas «se apropiaron» de los principios de camaradería y liderazgo para usarlos para sus propios fines. Theodora concluyó su autobiografía con una hagiografía de la Srta. Blank como líder, pero creía que «el auténtico espíritu alegre y libre que se considera inherente al RAD y a todos los campos de trabajo» no era evidente per se en el suyo. Más bien, se trataba de algo que encontró únicamente en su «maravillosa» instructora. «La Srta. Blank pertenecía a ese tipo de personas que tengo en mayor estima y que más me han calado [...] Ella es como a mí me gustaría ser. Admiro su rectitud, su alegría y su enfoque positivo a pesar de su difícil destino, que sea tan seria y profunda, más de lo que le corresponde por edad» 65. Se preguntaba si «quizás, después de irse, habría echado de menos el trabajo y la comunidad del campamento», como hizo ella 66. En esta reflexión se puede observar no solo cómo se identificaba con su instructora, sino también hasta qué punto internalizaba los principios nazis de liderazgo. Pero, sin importar su admiración, Theodora insistía con obstinación en su derecho a decidir por sí misma cómo, cuándo y con quién aplicar las normas. Ella y las demás jóvenes emplearon y adaptaron los criterios de liderazgo para crear los tipos de relación social que les encajaban a nivel personal, lo que incluía ridiculizar a quienes ocupaban posiciones de autoridad que entendían inmerecidas, como en el caso de la Srta. Eckhardt.

Otro tanto ocurre con relación a la eugenesia. «Una tarde estábamos dando clase: raza y genética [...], no podía obligarme a escuchar, estaba de nuevo con la moralidad. De vez en cuando miraba a Sonja [...] y dormitaba. Entonces se mencionó algo de la herencia genética de los abuelos. Kolle hizo su comentario inevitable sobre el defectuoso legado de mi abuela... Yo no podía contener la risa y obligarme a prestar atención». Theodora describía sus acciones como «fracaso moral», pero se refería a su falta de atención, no a ningún tipo de crítica a la pseudociencia nazi 67. En este pasaje, se aprecia, además, cómo las jóvenes aceptaron el valor normativo de los ideales nazis para acusarse unas a otras de incumplirlos.

Irónicamente, Theodora se convirtió en la líder informal del campamento. Fue una mala influencia para otras chicas que empezaron a seguir su ejemplo y a caminar con parsimonia al trabajo o a dar nombres en clave que las instructoras «se devanaban los sesos para intentar descifrar». Theodora entendía que su comportamiento rebelde iba en contra de las normas nazis de camaradería y liderazgo. «Fue una mala etapa», escribió, reprendiéndose a sí misma en retrospectiva por ir en contra del espíritu de ambos ideales. La Srta. Blank llegó a expulsarla de una de sus clases de política por su mal comportamiento 68 y sus compañeras redactaron un poema sobre su firme negativa a acatar liderazgos 69. Durante la entrevista de 2019, Theodora restó importancia a sus acciones argumentando que no eran diferentes del «pandillerismo» en el Marienschule o incluso en su centro geriátrico. «Aquello nunca fue muy bueno» 70. No está claro si estaba adaptando su historia en 2019, en respuesta a las normas antifascistas, o repitiendo una apreciación de 1938-39 sobre las normas fascistas. El grupo de chicas desobedientes cantaba canciones del RAD cuando estaban entusiasmadas con la institución, pero también cuando las decepcionaban sus líderes 71. Irónicamente, fue la Führerin a la que «no respetaban» la que castigó a Theodora por no haber completado sus tareas. Theodora presumía de que ella y su compañera de fechoría habían reiterado esta conducta: «A la Srta. Eckhardt no le hacíamos caso. A Ursel y a mí nos tenía incluso miedo... nos escaqueábamos de todo lo que no nos gustaba» 72. Desde ese punto de vista, el diario es, en sí mismo, un testimonio de su inconformismo 73. Y lo que parece claro es que, en la entrevista, Theodora continuaba con su hábito de adaptar su narración a los siempre cambiantes contextos sociales, como lo había hecho en su diario.

Situaciones sociales

Theodora entendía que el propósito principal del RAD era el servicio al Volk. Empezó su autobiografía con esta frase: «Dondequiera que vivamos, nuestra labor es permanecer fieles a los designios y tareas de nuestro pueblo» 74. Con todo, durante la entrevista insistía en que «nosotras hicimos nuestro trabajo, con honradez, de verdad; pero también nos divertimos» 75. En este caso usó la ambigüedad retórica para manejar las demandas contrapuestas de Aneignung (conformismo) y Eigensinn (autoafirmación). Observo el mismo tipo de ambigüedad retórica en su autobiografía, pero, como demostraré, aplicar esta ambigüedad retórica a contextos sociales concretos requería un profundo conocimiento de las políticas nazis.

Las jóvenes durante su servicio trabajaban en el campo, ayudaban a cultivar remolacha, repollo, patatas, centeno, etc. Theodora describía su servicio al Volk en términos de «arar, plantar, abonar, separar plantas, sembrar, atar y cargar» 76. También hacían otro tipo de actividades. Elaboraban y enviaban a sus casas trabajos manuales para Navidad y participaban en bailes tradicionales, cantaban y representaban pequeñas piezas teatrales para los granjeros que, «hasta cierto punto», desarrollaron una relación de amistad con ellas 77. De manera implícita, Theodora interpreta estas prácticas como una forma interna de colonización del campo. Representó los páramos como terrenos escasa y recientemente ocupados y se refirió a sus habitantes en dieciséis ocasiones como «pobladores» y solo en tres como «agricultores». Es probable que hubiera adoptado este vocabulario gracias a la hora diaria de instrucción política. Ella pintó con gran destreza el horario de las actividades diarias del campamento y en una escena dibujó a su instructora señalando su localización en los páramos de Baja Sajonia en un mapa de Alemania después del Anschluß (anexión de Austria). De manera específica solo menciona dos temas de estudio, antropología racial y herencia eugenésica 78. En el verano de 1938, dichos temas incluían, sin duda, los principios nazis de Blut und Boden (sangre y tierra), antisemitismo racial y, quizás también, justificaciones para la guerra. El RAD consiguió que Theodora vinculara su servicio al Volk con la geo y biopolítica nazi del Lebensraum (espacio vital).

El servicio al Volk también incluía trabajar en el campamento. Las acuarelas, fotografías y narraciones de Theodora muestran a las chicas cocinando, limpiando, haciendo la colada, barriendo, lavando, llenando sacos de paja e incluso pintando acuarelas para decorar los baños 79. Theodora se enorgullecía de construir, mantener y modernizar el campamento del RAD «con sus crudezas y alegrías» 80. Durante la entrevista, explicó sus tareas con indiferencia, sin embargo, enfatizó que se trataba de un tiempo de convivencia con las otras chicas 81. Quizás intentaba con su comentario separar sus acciones de su contexto geo y biopolítico para encajar con la audiencia contemporánea. Sin embargo, en el momento, se tomaba esas responsabilidades bastante en serio. Un ejemplo, durante la última noche en el campamento se celebró un esmerado acto con la bandera en el que la instructora compartió citas inspiradoras con el grupo que acababa su servicio para animarlas a la participación voluntaria en la Volksgemeinschaft 82 y Theodora tomó la palabra para exhortar a las jóvenes a respetar los ideales nazis de camaradería y liderazgo 83.

Imagen 4

Horario de las actividades diarias,
Theodora Algermissen: «RAD», p. 14.

Imagen 5

«Wir Jungen...» («Los jóvenes…»),
Theodora Algermissen: «RAD», p. 14.

Imagen 6

Ceremonia con la bandera,
Theodora Algermissen: «RAD», p. 152.

La vida diaria en el campamento se organizaba en torno a Hitler y el Tercer Reich. La plaza de la bandera se situaba topográficamente en un lateral del campamento 84, pero la bandera con la esvástica era una presencia constante y central. Las jóvenes la saludaban diciendo Heil Hitler y le profesaban cánticos a diario a las 6:30 y a las 22:30 en una representación habitual de la Volksgemeinschaft nazi y también hacían referencia a la «bandera del Führer» en las canciones que entonaban, muchas de las cuales Theodora guardó para la posteridad anexándolas en su cuaderno 85. Theodora alardeaba de que se le había permitido izar la bandera y organizar el acto de servicio a la misma en el pueblo cercano de Neuenkirchen 86, pero años después negaba cualquier tipo de apego al símbolo. Durante la entrevista de 2019, recordaba haber disfrutado coreando las canciones sobre la bandera mientras el sol se ponía en el canal 87, quizás estaba recreando la primera ceremonia con la bandera en el campamento, que describió en su autobiografía en términos románticos. Aunque esta parte de la entrevista fue difícil de descifrar, quizás representa una «nueva» capa de inserción histórica a medida que ajustaba su historia a los cánones contemporáneos, pero no se puede descartar que, posiblemente, eso fue lo que hizo también en 1938 y 1939. En su prosa, nunca se refirió a la bandera de manera explícita como bandera nazi o de la esvástica. Theodora no era ingenua: la esvástica aparece con frecuencia en sus ilustraciones, y había demostrado tener conflictos personales con ella cuando era una niña 88. Su ambigüedad retórica supone una táctica relativamente consistente para compatibilizar su avenencia (Aneignung) a las exigencias políticas sin sacrificar su sentido de sí misma (Eigensinn).

La ambigüedad retórica también se aprecia en la única ocasión en la que menciona de manera explícita el nacionalsocialismo en su autobiografía. Theodora conversó con un agricultor católico mientras hacía sus faenas y debatieron sobre «grandes problemas como el cristianismo, el catolicismo, el servicio y las políticas del nacionalsocialismo». Siguiendo las premisas del partido nazi como una ideología moderna de autorrepresentación, Theodora calificó las actitudes del agricultor de «bastante medievales: la tierra es un valle de lágrimas y solo trabajamos para tener una mejor vida en el cielo». Pero también lo describió como «muy reflexivo y de pensamiento independiente». Si esta afirmación implica un cierto grado de rebeldía ideológica, Theodora no lo clarifica; en su lugar, reflexionó sobre las dificultades del régimen para convencer de su ideología a gente como este granjero católico:

«La Srta. Blank y las que estábamos en el Servicio no lo teníamos fácil en este lugar. Además, el RAD había sido cuestionado debido a dos malos campamentos anteriores. Por eso, junto con el trabajo de reconstruir el campamento, también tuvimos que llevar a cabo un ingente trabajo de reconquista. —“¡La bandera en la torre de la iglesia!”» 89.

Si se hace una interpretación literal de los comentarios de Theodora, ella realmente quería que la bandera con la esvástica ondease en lo alto del campanario de cada iglesia y veía al agricultor como un católico tradicional que se resistía a su plena integración en la Volksgemeinschaft y al que era preciso reeducar 90. No obstante, se debe tener en cuenta que ella misma provenía de una familia interconfesional en la que inicialmente uno de los progenitores tenía dudas sobre el régimen nazi mientras que el otro era más entusiasta 91. Su caracterización del agricultor como «de pensamiento independiente» podría leerse como un cumplido. Theodora podría incluso haber estado burlándose irónicamente del sueño nazi de una Volksgemeinschaft homogénea. Como el RAD no había estado a la altura de sus expectativas de liderazgo y camaradería, las pudo haber censurado a posteriori. Además, es verosímil que hubiese significados subversivos en la conversación con el agricultor, en su reflexión ulterior sobre la misma, o en ambos casos. Descifrar sus verdaderas ideas políticas se complica debido a las múltiples capas narrativas que aparecen en el palimpsesto.

En cualquier caso, debatir sobre religión y política con un agricultor católico adulto por parte de una muchacha en el RAD exigía una excepcional sutileza si Theodora quería evitar hacer cualquier tipo de afirmación a favor o en contra del régimen. Sin duda, ambos interlocutores eran conscientes de los riesgos, por lo que es posible que solo fuesen capaces de eludir los límites morales de la Volksgemeinschaft prestando especial atención a las normas políticas, y también es admisible que hubiesen adquirido esta actitud hacia la política nazi de forma pasiva o activa, por primera vez o basándose en experiencias anteriores. Pero el uso de la ambigüedad retórica solo tiene sentido al situar sus acciones fenomenológicamente en un mundo bajo el dominio nazi. En este punto la cronología se complica. La Theodora historiadora debía tener en cuenta no solo la Volksgemeinschaft que dio forma a las interacciones entre sus protagonistas en los páramos, sino también la Volksgemeinschaft que todavía prevalecía cuando escribía su historia. En cambio, si en algún momento pensó en usar sus aventuras en el RAD más adelante para su biografía o en perseguir una carrera en el Tercer Reich, la Theodora de los páramos debía tener en cuenta ese futuro escenario para la historia de su vida mientras hablaba con el agricultor. Desde luego, Theodora podría simplemente haber adquirido la costumbre de contar su historia de esta manera ambigua, pero el hábito solo vino a reforzar lo que parece una correlación con sus prácticas narrativas.

Mi conclusión es que Theodora usó la ambigüedad retórica para crear un yo inconformista en el Tercer Reich y hacerlo requería considerar con minuciosidad la política nazi, ya que esta impregnaba las situaciones sociales en las que trataba de ser elusiva. Theodora no mantuvo su Eigensin, su margen de maniobra, ignorando los ascendentes nazis en su vida cotidiana, sino prestando plena atención a las ramificaciones políticas en cada voluble escenario social. Por consiguiente, la habilidad de Theodora para negociar su vida cotidiana contradice la afirmación, implícita en el concepto de inconformismo, de que se distanció completamente de la política. La ironía de aplicar ambigüedad retórica a situaciones sociales como respuesta a las demandas de conformidad política (Aneignung) reside en que esta táctica requería de una profunda vinculación de la vida diaria con la política.

Contextos históricos

Así pues, Theodora entendía necesariamente las líneas generales de la geo y biopolítica nazi. Sin embargo, ¿tomó los objetivos de la Volks- y la Kriegsgemeinschaft como base para su futura historia de vida? Al mantener su ambigüedad retórica, apenas se refirió a su nivel de compromiso con un futuro nazi al no aludir al contexto político de manera explícita y, cuando lo hizo, fue de manera ciertamente equívoca.

El RAD utilizaba los deportes y el trabajo para inculcar valores marciales y disciplina corporal 92. Theodora en su autobiografía menciona a las guardias del campamento, a cuando se pasaba lista y a los horarios rígidos 93. Los desfiles coordinados y las actividades deportivas del RAD se presentaron públicamente durante el Deutsches Turn-und Sportfest (Festival Alemán de Gimnasia y Deporte), organizados por la Nationalsozialistischer Reichsbund für Leibesübungen (Asociación Nacional del Reich para el Ejercicio Físico) en Breslau, en el Hermann Göring Stadium en julio de 1938 94. Theodora alardeaba de que su equipo no había desfallecido, como lo habían hecho el resto, cuando desfilaron y permanecieron de pie bajo el «sol abrasador» con «uniformes gruesos y sombreros» durante la ceremonia de inauguración. A ella no le importaban la duración de los desfiles o el deporte agotador: «Al fin y al cabo, ¡tenía que salir perfecto! Todo se había planificado al detalle, cada uno de nuestros movimientos. Se prestó muchísima atención a nuestra apariencia para que la impresión fuera impecable. Y fue, de hecho, algo grande» 95.

Imagen 7

Festival deportivo, Breslau, julio de 1938,
Theodora Algermissen: «RAD», p. 157.

Theodora presumía de que la gente en la calle aplaudía mientras su equipo desfilaba y cantaba, «comenzamos cuando había dejado de llover y el pueblo estaba entusiasmado». Y por su buen hacer recibió el reconocimiento materno e incluso el de líderes nazis 96. Resulta obvio que se identificaba con lo esmerado de esta actuación paramilitar de la Volks y la Kriegsgemeinschaft. Este reconocimiento solo tiene sentido como narrativa de crecimiento personal si Theodora aceptaba al Tercer Reich como contexto, tanto de su presente como de su futuro, pero apenas explicitó nada al respecto en su cuaderno. Mencionó los nombres de esos líderes nazis que asistieron al Festival y elogió la organización, las comidas y los nuevos edificios, incluido el Maschsee en Hannover, que había visto de camino a Breslau 97. No obstante, es difícil que Theodora pudiese ignorar las implicaciones políticas del evento. Dentro del entramado semiótico de la propaganda nazi, las exhibiciones deportivas de jóvenes alemanes en perfecta forma física suponían una afirmación eugénica de la raza aria. A la altura de 1938, el régimen también había comenzado a movilizar esos jóvenes cuerpos arios para una guerra de conquista y aniquilación. Sin duda, la Srta. Blank ya había explicado a las muchachas del campamento la importancia racial de los deportes durante sus muchas horas de entrenamiento. Theodora lo inmortalizó en sus fotografías. Por tanto, no hay alusiones a la bio y geopolítica nazi en su texto, pero sí se reflejan en su vida cotidiana.

Durante la entrevista de 2019, Theodora le restaba importancia al contexto ideológico de su performance mencionando dos «anécdotas divertidas» que estaban interconectadas. En la primera, explicaba que había estado a punto de no ser seleccionada para participar en el Festival porque no cumplía los requisitos físicos. Había que medir al menos 1,65, tener ojos azules y cabello rubio largo, pero ella medía 1,60 y tenía el pelo castaño y corto. Para su fortuna, conocía al oficial del RAD que hacía la selección del Marienschule y este hizo una excepción con ella 98. En la segunda, recordaba «caminar por las amplias calles [de Breslau] en filas de seis», pero como era la más baja siempre desfilaba detrás ella sola, «pero me resultaba divertido porque podía participar» 99. En ambas anécdotas, Theodora hace uso del humor para distanciarse de las obvias implicaciones políticas de no encajar en el prototipo de cuerpo ideal para una mujer aria en la Alemania nazi, actuando como si este fuese otro giro divertido en sus aventuras. Aun así, en su autobiografía, Theodora escribió que se había puesto «terriblemente triste» cuando parecía que iban a ser excluidas porque una de sus compañeras contrajo difteria, y, de nuevo, cuando el propio Führer no pudo asistir 100. Theodora no solo quería participar en este acto de representación de la Volksgemeinschaft, sino que también ambicionaba ser vista por el propio Hitler como una auténtica mujer aria en plena forma. Otro aspecto que nos interesa destacar: es evidente que durante el Festival sus compañeras no percibían su inconformismo, lo que advertían era su adhesión a la Volks- y la Kriegsgemeinschaft.

Imagen 8

Jóvenes haciendo gimnasia, Breslau, julio de 1938,
Theodora Algermissen: «RAD», p. 159.

Theodora ignoró a las personas que fueron excluidas de la ­Volksgemeinschaft y eran objetivo de la Kriegsgemeinschaft al contar sus anécdotas: judíos, romaníes, eslavos, discapacitados, etc. Quizás le resultaba tan obvio que no pudieran participar en el Festival o en cualquier otra actividad del RAD que ni siquiera sintió la necesidad de mencionarlas. O quizás, ignoró el contexto bio y geopolítico de sus actividades deportivas para dejar abierta la cuestión de si apoyaba o no las políticas nazis. Sin embargo, tal y como he venido argumentando hasta aquí, la ambigüedad retórica exigía en realidad una comprensión detallada y exacta de las políticas receptoras de comentarios vagos y evasivos. Considérese el siguiente apunte aparentemente superficial. El equipo de Theodora se detuvo en Hannover y Berlín de camino a Breslau. En Hannover, menciona que comió un helado. También comieron helado en Berlín, pero anotó: «(¡Comiendo un helado en un puesto judío!)» 101. Esta acotación marginal constituye la única mención explícita de los judíos en su cuaderno, y, tal y como sugiere el paréntesis, se recoge como una interrupción del ritmo fluido de la narración. Theodora asumió como contexto tácito de su historia, una Volksgemeinschaft en la que «comprarles a los judíos» suponía ir en contra de la moralidad pública. Por ello, esta anécdota nos lleva a la cuestión central de este ensayo: si Theodora llegó a cruzar la línea de la adhesión al ubicar esta historia de su vida cotidiana en el contexto ideológico del nazismo. Los signos de exclamación plantean bastantes cuestiones de interpretación. Theodora los utilizó en varias ocasiones para describir su aventura en Breslau: fue «¡divertidísimo!», «¡estupendo!» 102. En estos casos su puntuación parece expresar el entusiasmo sincero de una persona joven. También parecen tener una intención similar en el comentario sobre izar la esvástica nazi en el campanario de la iglesia, lo que, de nuevo, lleva a una interpretación ambigua. En el caso de Berlín, los signos de exclamación podrían representar su asombro ante el hecho de que una compañía del RAD comiese en una heladería judía en el verano de 1938. ¿O estaba, en realidad, riéndose de los antisemitas nazis, que parecían olvidar sus compromisos cuando se trataba de comer un helado en un caluroso día de verano? Por contra, puede que para julio de 1938 su frustración hubiese aumentado, ya que el régimen todavía no había cumplido su promesa de deshacerse de los judíos que había en Alemania 103. Quizás solo añadió esta interjección a la historia en retrospectiva. Según esta lectura, el signo podría connotar un cambio en el contexto: lo que había sido un aparente acto ordinario en el verano de 1938 parecía estar mucho más fuera de lugar meses después debido a la proliferación de las políticas antisemitas promulgadas entre octubre de 1938 y enero de 1939 104. Resulta imposible saberlo a ciencia cierta. Mi conclusión se centra en la propia ambigüedad retórica: esta estrategia liberó a Theodora de la necesidad de asumir una postura inconformista mientras vivía su vida cotidiana al margen de las exigencias de la política nazi.

Theodora no era la única que se refería a las políticas antisemitas con eufemismos. Tal y como ha demostrado Alon Confino, el NSDAP visualizaba una Alemania sin judíos en el futuro, pero los detalles específicos eran vagos. Ya en 1933, alemanes corrientes representaban este «mundo sin judíos» con actos de quema de la Torá y de expulsión de los judíos de la cristiandad. La eliminación gradual de judíos alemanes de la vida pública fue la continuación de estas formas inicialmente simbólicas pero públicas de romper el tabú de la violencia. En un discurso en enero de 1939 ampliamente difundido por el Reichstag, Hitler rememoraba esta visión nazi inicial para justificar su guerra por el Lebensraum (espacio vital) 105. Theodora escribió esa historia sobre sus aventuras en el RAD en esta misma época. La bio y geopolítica del Tercer Reich crearon el contexto tácito para ambas autorrepresentaciones retóricas: las de él, como el Führer profético y las de ella, como una auténtica mujer aria. Ambas dejaron la visión nazi de un mundo sin judíos como el referente implícito, pero no verbalizado, de su autobiografía. Al copiar las estrategias retóricas de Hitler, Theodora se comprometía con un futuro nazi dentro de la Volks- y la Kriegsgemeinschaft.

Un palimpsesto histórico

Este artículo considera a Theodora la historiadora de su propia vida cotidiana y su autobiografía como un palimpsesto histórico. Esto permite al investigador descifrar las intersecciones entre Eigensinn y Aneignung en el marco de múltiples capas de narración autobiográfica. Theodora concluyó su autobiografía con la siguiente reflexión:

«Quizás la Srta. Blank tiene razón cuando dice que he tenido mala suerte con mi grupo del campamento, porque con ninguna de ellas he podido experimentar una sensación de camaradería fuerte y beneficiosa. No obstante, el idealismo y la motivación que tan a menudo echaba de menos en el campamento, han vuelto a mí y no me abandonan. El RAD se aferra a mí y quiero regresar» 106.

Esta conclusión refuerza, al mismo tiempo, posiciones a favor y en contra de los objetivos pedagógicos del RAD, pero concuerda con la postura inconformista de Theodora. Su costumbre de aproximarse y alejarse de compromisos políticos formó parte y dio forma a una vida planteada como una aventura. Ese espíritu la llevó de Hildesheim a los páramos de Baja Sajonia, al Festival Deportivo de Breslau y, ya con su marido, a Warthegau de 1941 a 1944 107, donde el régimen nazi implementó su visión genocida de un mundo sin judíos fuera del Altreich (Viejo Imperio). Theodora asumió la bio y geopolítica nazi como el marco de referencia de su autobiografía, a pesar de identificarse como inconformista.

Como nos recordaba a menudo Alf Lüdtke, Eigensinn y Aneignung son inherentemente ambiguos. Un tiempo después de la guerra, Theodora les contó a sus hijas que se habían ido de Warthegau cuando se enteraron del genocidio de los judíos. Sin embargo, no queda claro si esa capa particular de narrativa histórica derivaba de una objeción moral al presente nazi durante la guerra o a una reinterpretación del pasado nazi para encajar en la desnazificación durante la posguerra. La ambigüedad inherente a afirmaciones como esta ha llevado a algunos historiadores a querer prescindir de personas como Theodora como sujetos de investigación, pero yo creo que su análisis permite explicar con mayor precisión cómo alemanes comunes y corrientes ayudaron a construir el presente y futuro nazi. A favor de esta perspectiva de análisis cabe señalar que la ambigüedad retórica de narraciones autobiográficas como las de Theodora reflejan el dinamismo y la complejidad de sus prácticas. Theodora fue una inconformista congruente, si se me permite el oxímoron. En su vida cotidiana se movía entre posturas políticas múltiples y contradictorias. Obviamente, sobrepasó la línea cuando más tarde asumió posturas nazis en la esfera pública, pero nunca abandonó su autoengaño; de hecho, fue exactamente el compromiso con su propio inconformismo lo que le permitió contribuir con facilidad y eficacia a la Volks- y a la Kriegsgemeinschaft.


* Quiero agradecer a mis colegas Laura Fahnenbruck, Thorsten Logge y Jürgen Sehrig y, de manera muy especial, a Theodora y sus hijas, su ayuda en mi investigación. La traducción al castellano ha estado a cargo de Zaida Villanueva García, lectora de español de la Universidad de Virginia, y Ana Cabana Iglesia.

1 Probablemente en los campos de trabajo Bezirk VIII, Niedersachen, 4/81, Edewecht; y 6/81 o 3/82 Neuenkirchen b. Bramsche, vd. Theodora Algermissen: «Reichsarbeitsdienst», Memoir, 1938, 3, Private Collection, y Michael Jonas: Weiblicher Arbeitsdienst in Deutschland 1932-1945 Organisationsgeschichte und Dienststellenverzeichnis, Zweibrücken, VDM Heinz Nickel, 2016, pp. 265 y 268.

2 Andrew Stuart Bergerson: Geselligkeit in Hildesheim zwischen den Kriegen, Hildesheim, 1992, Stadtarchiv Hildesheim Best. 904-2, 001a-005b (henceforth: G/); íd.: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen: Freundschaft und Nachbarschaft in Hildesheim Zwischen den Kriegen, Hildesheim, Gerstenberg, 2019, pp. 145-62 y 206-208, y Andrew S. Bergerson et al.: The Happy Burden of History: From Sovereign Impunity to Responsible Selfhood, Berlín, De Gruyter, 2011, pp. 44-58 y 119-141.

3 Theodora Algermissen, entrevista de Bergerson (10 de junio de 2019), 2 archivos, 1/00:00, archivo de investigación del autor.

4 Ibid., 36, 50, 144-148 y 152-197, y Kulturamt der Reichsjugendführung (ed.): Wir Mädel singen: Liederbuch d. Bundes Dt. Mädel, Wolfenbüttel, Kallmeyer, 1938.

5 Elisabeth Gömmer: «Guten Morgen» gibt’s nicht mehr: Elisabeth Gömmer aus Holzminden erinnert sich an ihre Zeit als Jungmädel und beim RAD, Holzminden, Mitzkat, 2012; Ilse Goertz e Ingeborg Domzig-Keferstein (eds.): Frohes Herz und Fester Sinn. Ein Erinnerungsbuch für Führerinnen und Arbeitsmaiden des Bezirkes VIII Hannover-Magdeburg, Berlín, Erich Klinghammer, 1943; Liesel Hünichen: Jugendjahre zwischen den Weltkriegen und 2099 weitere Tage: Mosaiksteine des Lebens 1919-1945, Norderstedt, Kadera, 2015; Agnes Moosmann: Die Bagatelle: als Arbeitsmaid im Reichsarbeitsdienst, Stuttgart, Thorbecke, 2001; Freya Overweg: Erzählungen und Bilder aus dem Leben im Reichsarbeitsdienst für die Weibliche Jugend, Berlín, Kallmeyer, 1938; Ingeborg Schönberg: Schipp-schipp-hurra!: ein Tagebuch aus dem Arbeitsdienst, Dreieich, Wenz, 2004; Sybil Schönfeldt: Sonderappell: eine Jugend im Dritten Reich, Viena, Ueberreuter, 2001; Elisabeth Waibel: Es war einmal - eine Arbeitsmaid: Elisabeth Waibel erzählt von ihrer Zeit im Reichs-Arbeitsdienst, Winzer, Duschl, 2007, y Antonia Zöllner: Mädchen in RAD-Uniform: Erinnerungen einer Österreicherin an den Reichsarbeitsdienst und die Zeit danach, Berlín, Frieling, 2000.

6 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 14, 41, 87-99 y 106-199.

7 Andrew S. Bergerson y Leonard Schmieding: Ruptures in the Everyday: Views of Modern Germany from the Ground, Nueva York, Berghahn Books, 2017, pp. 5-6 y 22-24.

8 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 5, 17-22 y 37; véase también ­Andrew S. Bergerson: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen..., pp. 146-51, G/001a 19:20.

9 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 13-15, 23, 27, 38, 51, 62, 63, 69, 71, ­94-100 y 134-136.

10 Ibid., p. 95; véanse también, pp. 10-12.

11 Ibid., pp. 51, 57, 67, 69, 81-83, 86, 89, 93, 95 y 126-132.

12 Rachel Century: Female Administrators of the Third Reich, Londres, Palgrave Macmillan, 2017; Elizabeth Harvey: Women and the Nazi East: Agents and Witnesses of Germanization, New Haven, Yale University Press, 2003, y Julia Timpe: Nazi-Organized Recreation and Entertainment in the Third Reich, Londres, Palgrave Macmillan, 2017.

13 «Creo, no obstante, que [el Servicio] aporta mucho más si se toma conciencia y se adopta una postura de disponibilidad. En él, se puede vivir con mucha más libertad y comodidad, sin ocuparse de las pequeñeces que rodean a uno fuera. Se puede perseguir un objetivo con más vehemencia, de forma más idealista». Theodora Algermissen: «RAD», pp. 44, 58, 60, 69-71, 95, 126-132 y 196, nota en 142, y entrevista a Theodora Algermissen, 1/15:23.

14 Entrevista a Theodora Algermissen, 1/03:38, 13:38 y 2/00:00.

15 Cabe destacar que ella empezó usando la palabra más habitual para experiencia (Erf-ahrung), pero posteriormente la cambió por la palabra que describe una experiencia que es más similar a una aventura (Erflebnis). Theodora Algermissen: «RAD», p. 126.

16 Entrevista a Theodora Algermissen, 1/14:50; véase también 18:03.

17 Jan Philipp Reemtsma: Gewalt als Lebensform: zwei Reden, Stuttgart, Reclam, 2016, pp. 7-28.

18 Rachel Century: Female Administrators...; Michael Jonas: Weiblicher Arbeitsdienst..., y Kiran Klaus Patel: Soldiers of Labor: Labor Service in Nazi Germany and New Deal America, 1933-1945, Cambridge, Cambridge University Press, 2005.

19 Frank Bajohr y Michael Wildt (eds.): Volksgemeinschaft: Neue Forschungen zur Gesellschaft des Nationalsozialismus, Fráncfort, Fischer, 2009; Andrew S. Bergerson: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen...; Dietmar von Reeken y Malte Thießen (eds.): «Volksgemeinschaft» als soziale Praxis: neue Forschungen zur NS-Gesellschaft vor Ort, Paderborn, Ferdinand Schöningh, 2013; ­Detlef Schmiechen-Ackermann et al. (eds.): Der Ort der «Volksgemeinschaft» in der deutschen Gesellschaftsgeschichte, Paderborn, Ferdinand Schöningh, 2018; Michael Wildt: Volksgemeinschaft als Selbstermächtigung. Gewalt gegen Juden in der deutschen Provinz 1919 bis 1939, Hamburgo, Hamburger Edition, 2007, e íd.: Die Ambivalenz des Volkes: der Nationalsozialismus als Gesellschaftsgeschichte, Berlín, ­Suhrkamp, 2019.

20 Alf Lüdtke: Alltagsgeschichte: zur Rekonstruktion historischer Erfahrungen und Lebensweisen, Fráncfort, Campus, 1989; íd.: The History of Everyday Life: Reconstructing Historical Experiences and Ways of Life, Princeton, Princeton University Press, 1995, e íd.: «Lager - Lagerleben - Überleben?», Sowi - Sozialwissenschaftliche Informationen, 29.3, Seelze, Friedrich, 2000, pp. 139-143. Véanse también Thomas Lindenberger: Herrschaft und Eigen-Sinn in der Diktatur: Studien zur Gesellschaftsgeschichte der DDR, Colonia, Böhlau, 1999, e íd.: «Eigen-Sinn, Domination and No Resistance», Docupedia-Zeitgeschichte, 8 de marzo de 2015, http://­docupedia.de/zg/Lindenberger_eigensinn_v1_en_2015?oldid=127938.

21 Thomas Etzemüller: «“Ich sehe das, was Du nicht siehst”: Wie Entsteht historische Erkenntnis?», en Jan Eckel y Thomas Etzemüller (eds.): Neue Zugänge Zur Geschichte Der Geschichtswissenschaft, Gotinga, Wallstein, 2007, pp. 27-68; Jorma Kalela: Making History: The Historian and Uses of the Past, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2012; Achim Landwehr: Die anwesende Abwesenheit der Vergangenheit: Essay zur Geschichtstheorie, Fráncfort, S. Fischer, 2016; Thorsten Logge: «Geschichtssorten als Gegenstand einer forschungsorientierten Public History», Public History Weekly, 6 (2018), p. 24; Gabriele Lucius-Hoene: Rekonstruktion narrativer Identität: ein Arbeitsbuch zur Analyse narrativer Interviews, Opladen, Leske & Budrich, 2002, y Jürgen Sehrig: Befremden, Anerkennung und Selbsterkundung: Interviews zur Mitbeteiligung und Faszination im Nationalsozialismus, Konstanz, Hartung-Gorre, 2013, pp. 39-61.

22 Andrew S. Bergerson et al.: Happy Burden...; Andrew S. Bergerson y Maria Stehle: «Rudolph Mosaner’s “Wanderjahre”: Irony and Impunity in Nazi Europe», en Sandra Ott (ed.): War, Exile, Justice, and Everyday Life, 1936-1946, Reno, Center for Basque Studies Press, 2011, pp. 298-308; Andrew S. Bergerson: «Das Sich-Einschreiben in die NS-Zukunft: Liebesbriefe als Quelle für eine Alltagsgeschichte der “Volksgemeinschaft”», en Detlef Schmiechen-Ackermann et al. (eds.): Der Ort der «Volksgemeinschaft» in der deutschen Gesellschaftsgeschichte, Paderborn, Ferdinand Schöningh, 2018, pp. 223-241.

23 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 48, 57 y 80.

24 Andrew S. Bergerson et al.: Happy Burden...; Andrew S. Bergerson y Maria Stehle: «Rudolph Mosaner’s “Wanderjahre...”», y Andrew S. Bergerson: «Sich-Einschreiben...».

25 Archim Landwehr: Abwesenheit...; Thorsten Logge: «Geschichtssorten...», y Jorma Kalela: Making History...

26 Andrew S. Bergerson et al.: Happy Burden..., pp. 122-127.

27 Theodora Algermissen: «RAD», p. 105.

28 Ibid., p. 144.

29 Moritz Föllmer: Individuality and Modernity in Berlin: Self and Society from Weimar to the Wall, Cambridge, Cambridge University Press, 2013, y Theodora Algermissen: «RAD», pp. 160-161.

30 Theodora Algermissen, entrevista, 1/09:22, 13:32.

31 Theodora Algermissen, entrevista, 1/03:45; Andrew S. Bergerson et al.: ­Happy Burden..., pp. 93-154, citado en pp. 132-133, y G/004b 17:17, 005a 04:32.

32 Andrew S. Bergerson y Leonard Schmieding: Ruptures..., pp. 6, 254 y 268-272.

33 Amalia Sa’ar: «Postcolonial Feminism, the Politics of Identification, and the Liberal Bargain», Gender and Society, 19(5) (2005), pp. 680-700, y Andrew S. Bergerson y Leonard Schmieding: Ruptures..., pp. 264-265 y 268.

34 Thomas Kühne: The Rise and Fall of Comradeship: Hitler’s Soldiers, Male Bonding and Mass Violence in the Twentieth Century, Cambridge, Cambridge University Press, 2017, y Kiran Klaus Patel: Soldiers of Labor..., pp. 199-272.

35 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 16, 18, 24, 26, 30, 32, 50, 90, 102 y 182-183.

36 Ibid., pp. 126 y 142-146.

37 G/04:30, y Andrew S. Bergerson: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen..., pp. 130-162.

38 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 25 y 47-49.

39 Ibid., pp. 27-29, 57 y 146.

40 «En el campamento, había grupos de chicas que se enfrentaban a la dirección [...] estaban implicadas en historias turbias, [...] situaciones indescriptibles... Así comenzó un asunto muy desagradable (robo) que afligió a todos, evitó que apareciese la camaradería, y no se resolvió hasta el penúltimo día de mi estancia en el RAD... tras negarlo con obstinación durante mucho tiempo y mentir descaradamente, al final se demostró que había sido ella y que había intentado incriminar a otros. Huyó del campamento el día antes de nuestra salida. Esa fue la gran nube negra que había ensombrecido siempre nuestra pequeña comunidad y que nos había robado a nosotras y, sobre todo, a la Srta. Blank toda la alegría». Ibid., pp. 29, 51-55 y 118.

41 Ibid., pp. 29-31.

42 Ibid., pp. 31, 33, 49, 59-63, 81-83 y 91.

43 Ibid., pp. 83-87 y 93.

44 Theodora Algermissen, entrevista, 1/22:29.

45 Theodora Algermissen: «RAD», e.g., pp. 31, 57-59 y 130; véase también Andrew S. Bergerson: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen...

46 Theodora Algermissen: «RAD», p. 142.

47 Ibid., p. 156.

48 Kiran Klaus Patel: Soldiers of Labor..., pp. 109-272.

49 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 37-39 y 118.

50 Theodora Algermissen, entrevista, 1/09:22, 11:03.

51 Theodora Algermissen: «RAD», p. 41.

52 Ibid., p. 43; véase también p. 5.

53 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 43, 45 y 49.

54 Ibid., pp. 43 y 45.

55 Ibid., p. 41; véase también Theodora Algermissen, entrevista, 1/13:40.

56 Ibid., p. 45.

57 Ibid., pp. 79-81, 83-87 y 94.

58 Ibid., pp. 101-111.

59 Ibid., p. 107.

60 Ibid., pp. 79-81 y 107.

61 Ibid., pp. 115-116; véase también p. 29.

62 Ibid., pp. 116-118.

63 Ibid., pp. 118-122.

64 Ibid., pp. 122-126.

65 Ibid., pp. 146-148.

66 Ibid., p. 150.

67 La Srta. Blank la reprendió por interrumpir la clase y durante una acalorada conversación posterior la acusó de desconcentrarla con su «indiferencia y actitud engreída» y le pidió que fuese más cooperativa. Theodora Algermissen: «RAD», pp. 107-115 y 126.

68 Ibid., pp. 83-87 y 128.

69 Ibid., pp. 89-91 y 101-105.

70 Theodora Algermissen, entrevista, 1/22:10.

71 Theodora Algermissen: «RAD», p. 103.

72 Ibid., pp. 87-88.

73 Michael Brian Schiffer (ed.): Anthropological Perspectives on Technology, Albuquerque, University of New Mexico Press, 2001.

74 Ibid., pp. 3 y 154.

75 Theodora Algermissen, entrevista, 1/18:23, 16:12.

76 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 14, 25, 33, 63-65, 93 y 95, y Theodora Algermissen, entrevista, 1/13:50.

77 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 23-25, 125 y 136, y Theodora Algermissen, entrevista, 1/16:24.

78 Theodora Algermissen: «RAD», p. 111; véanse también pp. 5 y 43.

79 Ibid., pp. 14, 26, 32, 40, 42, 61, 88 y 92.

80 Ibid., pp. 39-41, 57y 133-135.

81 Theodora Algermissen, entrevista, 1/05:10.

82 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 153-170.

83 «Las veteranas nos íbamos y las nuevas entraban en nuestro lugar. Tenían que hacerlo mejor que nosotras, no quejarse tanto, sino ayudar a las instructuras a ser camaradas; adoptar otra actitud frente al trabajo, porque, de lo contrario, no sería posible llevar una vida agradable en el campamento. Debían guiar a las nuevas mediante el buen ejemplo y educarlas para ser alegres y eficientes chicas del servicio. Después se convertirían a su vez en veteranas». Ibid., pp. 138-140.

84 Ibid., pp. 15 y 133.

85 Ibid., pp. 178-180.

86 Ibid., p. 57.

87 Theodora Algermissen, entrevista, 1/11:13; quizás Theodora Algermissen: «RAD», pp. 15-17; véanse también pp. 10, 12, 56, 136 y 140.

88 Andrew S. Bergerson et al.: Happy Burden..., pp. 122-27; íd.: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen..., pp. 250-268.

89 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 65-67.

90 Ibid., p. 154.

91 Andrew S. Bergerson: Nationalsozialismus in alltäglichen Interaktionen..., pp. 145-151, y Andrew S. Bergerson et al.: Happy Burden..., pp. 46-50 y 122-127.

92 Kiran Klaus Patel: Soldiers of Labor..., pp. 126-272.

93 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 14 y 51.

94 Ibid., pp. 155.

95 Ibid., pp. 73, 165 y 167.

96 Ibid., pp. 72-79.

97 Ibid., pp. 71-79.

98 Theodora Algermissen, entrevista, 1/18:30.

99 Ibid., 19:52.

100 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 75-77.

101 Ibid., pp. 71-73.

102 Ibid., pp. 59-61.

103 Michael Wildt: Volksgemeinschaft..., pp. 267-300.

104 Ibid., pp. 301-374.

105 Alon Confino: A World without Jews: The Nazi Imagination from Persecution to Genocide, New Haven, Yale University Press, 2014.

106 Theodora Algermissen: «RAD», pp. 144-146; véanse también pp. 146-148.

107 Theodora Algermissen, entrevista, 1/08:15, y G/002b 16:50, 004b 21:18.