Ayer133 (1) 2024: 141-165
Marcial Pons Ediciones de Historia
Asociación de Historia Contemporánea
Madrid, 2023
ISSN: 1134-2277
DOI: 10.55509/ayer/2075
© Ana Cabana Iglesia
© Claudio Hernández Burgos
Recibido: 12-03-2020 | Aceptado: 13-11-2022 | Publicado on-line: 08-01-2024
Editado bajo licencia CC Attribution-NoDerivatives 4.0 License

Lidiar con el franquismo cotidiano. El concepto de Eigen-Sinn y las interacciones sociales en el contexto de una dictadura

Ana Cabana Iglesia *

Unversidade de Santiago de Compostela
ana.cabana@usc.es

Claudio Hernández Burgos **

Universidad de Granada
chb@ugr.es

Resumen: El objetivo de este artículo es demostrar la pertinencia de aplicar el concepto de Eigen-Sinn —propuesto por el historiador de la Alltagsgeschichte Alf Lüdtke en sus trabajos sobre las actitudes sociales— al análisis de las interacciones cotidianas entre la población y el régimen franquista. Nuestra pretensión es evaluar de qué manera el uso de Eigen-Sinn puede contribuir a resaltar las ambigüedades y el dinamismo característicos de las actitudes y prácticas sociales en el marco de una dictadura. Para ello, proponemos descender el análisis al plano de la materialización de los discursos y las políticas del régimen a nivel cotidiano, donde es posible aprehender el «mosaico de prácticas» a través de las cuales los españoles se apropiaron de los mismos y las adaptaron a su día a día.

Palabras clave: vida cotidiana, franquismo, actitudes sociales, Alltagsgeschichte, Eigen- Sinn.

Abstract: The aim of this article is to demonstrate the convenience of using the concept of Eigen-Sinn —coined by the Alltagsgeschichte’s historian Alf Lüdtke in his studies on social attitudes— to analyze the everyday interactions between the people and the Franco regime. We examine the way in which concepts such as Eigen-Sinn demonstrate the ambiguities and dynamism that characterized social attitudes and behaviors. We do this by placing the focus on the materialization of regime discourses and policies in everyday life. The goal is to provide a better understanding of the «patchwork of practices» through which ordinary Spaniards appropriated and adapted these to their daily lives.

Keywords: everyday life; Francoism; social attitudes; Alltagsgeschichte; Eigen-Sinn.

Una de las problemáticas fundamentales de la historiografía contemporánea ha sido la de la estructura y la agencia 1. Mientras que para algunas corrientes y escuelas lo prioritario era explorar los procesos estructurales que desvelan cambios y continuidades, para otras esto suponía ignorar la acción humana en el devenir de tales procesos. Se trata de un debate de difícil resolución y, hasta cierto punto, ficticio, en la medida en que, incluso desde aquellas perspectivas consideradas más decididamente estructuralistas, también se ha resaltado el papel del individuo y su capacidad de actuación; y, en sentido contrario, quienes han puesto el acento en la agencia y en la especificidad de los contextos históricos tampoco han pasado por alto la presencia de las estructuras 2.

El problema de la estructura y la agencia ocupó el centro del escenario historiográfico alemán en el que emergió la llamada Alltagsgeschichte a finales de la década de los setenta. Pero este también ha sido uno de los debates fundamentales entre las investigaciones que se han interrogado tanto por los orígenes, la consolidación o la evolución de las dictaduras, como por las formas en las que estas ejercen su dominación y las múltiples actitudes y comportamientos de la población. Por ello, no resulta sorprendente que el enfoque propuesto por la Alltagsgeschichte y la atención al nivel cotidiano hayan sido las vías preferentes empleadas para examinar las relaciones establecidas en el seno de regímenes de carácter dictatorial.

Este artículo, concebido como un homenaje póstumo a la obra de Alf Lüdtke, tiene como objetivo fundamental analizar las múltiples prácticas utilizadas por la sociedad española para lidiar con los discursos, políticas e instituciones del régimen franquista en su vida cotidiana. En particular, trata de evaluar la utilidad práctica del concepto de Eigen-Sinn acuñado por Lüdtke para explorar el espacio existente entre los imperativos de dominación política y los intereses, compromisos y necesidades inherentes al modo en que las personas viven sus vidas 3.

Para alcanzar estos objetivos, el texto se divide en tres partes. En la primera, se analizan las potencialidades del concepto de Eigen-Sinn para el estudio de las relaciones establecidas entre la sociedad española y el régimen franquista. En segundo lugar, aplicamos esta noción al análisis de las prácticas de autodistanciamiento y de búsqueda de espacios autónomos ensayadas por individuos y colectivos frente a los discursos y políticas franquistas en contextos muy diversos. Por último, ilustramos mediante dos ejemplos, la dificultad de interpretar actitudes y estrategias en las que la resistencia hacia el poder aparecía entremezclada con el reforzamiento de las estructuras de dominación. Con todo ello, en definitiva, pretendemos contribuir al conocimiento de la vida cotidiana de los españoles que coexistieron con el franquismo y de las múltiples formas a través de las que se (re)apropiaron y «dieron sentido» a su día a día.

Una relectura de las relaciones de poder: Eigen-Sinn y los claroscuros de la vida cotidiana

Afinar y enriquecer el análisis de las relaciones de dominación concibiéndolas siempre «desde abajo» y como prácticas sociales: en estas pocas palabras se concentra uno de los grandes retos que la Alltagsgeschichte se propuso en los años ochenta 4. Dicho objetivo, asumido desde la perspectiva de la historia de lo cotidiano, presentó extraordinarios desafíos, como el tratar con sujetos que se colocan en los márgenes de los centros de poder o que no dejan rastros notorios en la documentación. Examinar cómo el nazismo llegó hasta el último rincón, hasta qué punto modificó los espacios cotidianos de la vida de los ciudadanos o la naturaleza de esas relaciones resultaron líneas maestras de sus investigaciones. Quizás por ello, sus postulados han resultado tan atractivos para los investigadores que se han dedicado a estudiar las actitudes sociales bajo regímenes dictatoriales, el español inclusive 5.

Múltiples científicos sociales, no solo historiadores, han visto el potencial de las teorías de la Alltagsgeschichte para lograr dar respuesta a preguntas sobre las actitudes políticas de la ciudadanía y, con ello, intentar explicar el mantenimiento de los regímenes autoritarios más allá de su capacidad de coacción. Al mismo tiempo, conocer las tácticas y prácticas empleadas por la gente corriente para acomodar sus realidades más cercanas, incluyendo las esquivas dimensiones subjetivas que las sustentan, se volvió un objetivo en sí mismo, pues estas se encuentran en la raíz de la tipología de relaciones que se tejen entre el Estado y la sociedad 6. Y, con ese fin, estos análisis demostraron la pertinencia de desmenuzar las trayectorias de vida y poner bajo una lente microscópica las situaciones de interacción social como único modo plausible de arrojar luz sobre un aspecto central en el estudio de los comportamientos sociales con respecto al poder político: los márgenes de acción de los individuos y la ambigüedad de sus actuaciones. El Estado, a través de sus modos de proceder y sus políticas, demanda, estimula y sugiere a la población, pero la respuesta que obtiene no es unívoca ni en el tiempo ni en el espacio, ni siquiera en el mismo sujeto. Esa pluralidad de reacciones está motivada por la polivalencia de las experiencias individuales y de las prácticas sociales, que sustentan actuaciones muy diversas a partir de la apropiación y la resignificación que los ciudadanos hacen de la acción estatal 7. Es ahí, en las prácticas ejecutadas en el día a día, donde se pueden rastrear las lógicas de los comportamientos de la gente corriente que, por su naturaleza rutinaria, fluida y automática, habían sido desestimadas como dignas de interés historiográfico hasta que Alf ­Lüdtke y otros historiadores de la vida cotidiana supieron vislumbrar su potencial explicativo.

Aunque la recepción de los planteamientos teóricos y metodológicos de la Alltagsgeschichte en la historiografía española fue tardía, el enfoque sobre lo cotidiano se ha revelado como uno de los más prolíficos a la hora de estudiar las relaciones entre la sociedad y las instituciones de la dictadura y, en particular, las actitudes sociales bajo el franquismo 8. Como resultado, han aparecido investigaciones dedicadas a analizar cuestiones tales como las respuestas frente a la violencia, el apoyo social a la dictadura, el calado de los discursos y políticas oficiales, las estrategias frente al hambre, los procesos de nacionalización, el comportamiento político de los españoles o la vivencia de los cambios generacionales, sociales y culturales experimentados con el paso de los años. La madurez de la historiografía sobre actitudes sociales queda de manifiesto no solo por el bagaje empírico, sino por el notorio esfuerzo teórico que ha permitido superar análisis dicotómicos, estancos y estáticos de las actitudes sociales, a la vez que mantener fructíferos debates tanto en el ámbito de la generación de consensos como sobre la categorización de las disidencias 9.

Nuestra pretensión con este artículo no es realizar un estado de la cuestión o llamar la atención sobre las investigaciones que han bebido de las teorías de la escuela teutona, sino incidir específicamente en un aspecto concreto de la obra de Alf Lüdtke que ha pasado más desapercibido en la historiografía española y que tiene que ver con la materialización de los regímenes en la esfera cotidiana 10. Lüdtke subrayó la importancia de que, integrando las cuestiones emocionales e ideológicas, nos interroguemos por lo que hacen las personas y por cómo lo hacen. Para ello, propuso trasladar el foco de las motivaciones de los sujetos históricos, inescrutables en la mayoría de las fuentes, al «mosaico de prácticas» empleado por los individuos en su cotidianidad para apropiarse de sus condiciones inmediatas y hacer sus vidas aceptables 11. Para cubrir este objetivo, el historiador alemán empleó el concepto de Eigen-Sinn. Al contrario que en otras historiografías 12, este rico y evasivo concepto apenas ha sido objeto de debate entre los investigadores de la dictadura franquista, que han privilegiado otras nociones a la hora de reflexionar en torno al mismo fenómeno: la complejidad de las actitudes individuales y sociales y, concretamente, la capacidad de agencia de los sujetos históricos en contextos dictatoriales 13. Esta omisión podría explicarse en parte por la dificultad de definir un concepto que necesariamente modifica los análisis habituales sobre las relaciones de poder y jerarquía e incide en sus grietas y claroscuros. Ni siquiera la traducción del vocablo ha generado unanimidad, dando lugar a un reguero de opciones llenas de matices. Alexandra Oeser reunió algunas de las variantes empleadas por diferentes científicos sociales en textos en lengua inglesa y francesa. En castellano equivaldrían a: «autoconfianza», «autoconciencia», «sentido de sí mismo», «dominio reservado/limitado», «obstinación», «cabezonería», «sentido propio», «individualismo» y «dignidad». Son solo algunas de las que registra, por lo que no es descabellado que acabe concluyendo que «un término como ese no puede más que generar malentendidos» 14.

Sin embargo, la dificultad de aprehensión no ha sido óbice para emplearlo con profusión en casos de estudio heterogéneos cuyo único elemento común es la existencia de regímenes definidos por la ausencia de libertades 15. Con él se ha pretendido probar que existe un espacio personal que el individuo puede preservar sin importar lo intensas que sean las presiones de los dominadores. Se trataría de un lugar o un tiempo en el que la dominación puede ser discutida, donde se consigue entrar en contradicción con el ente que ejerce el dominio o romper la sincronía de la relación establecida entre dominante y dominado 16. Y todo ello, sin mostrar necesariamente una toma de postura en términos de oposición, ni siquiera de resistencia. Estaríamos, más bien, en el ámbito de negociación, de un margen de maniobra y de la capacidad de distanciamiento del dominado con respecto a la imposición inherente al ejercicio de poder, pero no «frente a» sino «dentro de» la dominación 17. Es una apuesta, en fin, por incorporar a los análisis históricos sobre comportamientos y prácticas sociales la premisa de que los sujetos pueden protagonizar actos en los que aparezcan simultáneamente trazos de resistencia y de consentimiento en proporciones variadas y cambiantes, así como la idea de que es frecuente toparse con comportamientos donde la tónica es la coexistencia y el solapamiento de lo que pudieran juzgarse como actitudes discordantes. Tácticas múltiples con las que se trató de sobrevivir al día a día bajo una dictadura y que son el resultado de decisiones, actitudes y acciones que buscaban una relativa normalidad en un periodo anómalo, mantener una cierta dignidad en un tiempo de incivilidad o, simplemente, sobrellevar la vida 18.

El concepto de Eigen-Sinn implica, además, conceder espacio a la individualidad del sujeto, pero convirtiéndolo en un objeto de estudio que no puede ser interpretado más que como componente de un grupo, de una red relacional (familia, fábrica, batallón, comunidad, etc.), por lo que el análisis debe integrar tanto el plano individual como el colectivo, atendiendo a la relación entre individuo, socialización y dominación. Es decir, se está lejos de abogar por el individualismo metodológico. Interesa específicamente el resultado de la relación entre el sujeto y los procesos colectivos más generales, que es donde surgen las experiencias y percepciones subjetivas que se pretende historizar. En relación con ello, la noción de Eigen-Sinn nos permite explorar las prácticas y las subjetividades que las envuelven de sujetos menos visibles y aparentemente privados de capacidad de agencia. Este es el caso, por ejemplo, de las mujeres, cuyo protagonismo se ve enormemente incrementado si prestamos atención a otras formas de hacer política y a las «negociaciones» diarias establecidas con el poder en sus vidas cotidianas 19.

Por todo ello, creemos que el concepto de Eigen-Sinn añade un nuevo nivel de complejidad a los más que reconocibles avances realizados por la historiografía interesada en el estudio de las actitudes sociales, permitiendo entender mejor las interacciones que construyeron el franquismo cotidiano. La dictadura convirtió la esfera cotidiana en un área de injerencia, mientras que los ciudadanos trataron de mantener ciertos ámbitos de su vida al margen 20. De hecho, cabe preguntarse hasta qué punto el régimen logró afectar a muchas decisiones que los sujetos consideraban estar tomando en virtud de una supuesta libertad individual, sin percibir en modo alguno la sutil impregnación del proselitismo del Estado y la ocupación que este hizo de manera opaca de todos los espacios, incluso de los más íntimos; pero, al mismo tiempo, es pertinente sopesar cómo y cuándo se limitó esa intrusión y, especialmente, de qué modo convivieron ambas dinámicas. La complejidad de las interacciones queda desvelada al dirigir la mirada hacia lo cotidiano, donde las actitudes que muestran inconfundibles tomas de postura por parte del individuo frente al poder dejan paso a las divagaciones, a los compromisos temporales, a los solapamientos y a procesos de negociación supeditados al cambio constante y a la contradicción 21.

Un ejercicio que implique aplicar el término Eigen-Sinn supone necesariamente que la historiografía descienda y se concentre en experiencias concretas y cotidianas y, por tanto, que buscar casos y prácticas de vida —lo que Lüdtke definía como «miniaturas»— sea, de por sí, un reto. La Alltagsgeschichte demostró que práctica y experiencia debían ser atendidas apostando por escribir la historia de modo que la fuente fuera la verdadera protagonista 22. Y será a través de la mirada detallada a casos concretos que aparecen en fuentes de diferente naturaleza como nos acercaremos a conductas y decisiones de sujetos que no responden a las directrices que racionalidades y lógicas avalarían y a paisajes en los que consensos y resistencias son difíciles de discernir, lo que ayudará a entender mejor los matices que daban forma a la dictadura.

«Tirar pa’lante»: entre resistencias cotidianas y prácticas de Eigen-Sinn

Al ser cuestionado por su vida y la de su familia durante el franquismo, Manuel García, hijo de una familia de jornaleros de la Alpujarra granadina, afirmaba: «Tirábamos pa’lante [sic] con lo que había y hacíamos lo que podíamos y lo que nos dejaban» 23. Al igual que Manuel, muchos españoles asumieron durante años que debían arreglárselas dentro del nuevo marco normativo delineado por la dictadura franquista. La mayoría de la población recurrió a prácticas y tácticas rutinarias mediante las que «negociar en», «resistir», «moverse dentro» o «apropiarse de» los «parámetros generales de vida» establecidos por el régimen 24. Por ello sus significados fueron muy variados. En algunos casos fueron actos de resistencia cotidiana que eventualmente socavaron los discursos y las políticas del régimen; otras veces fueron meras estrategias de supervivencia; y otras, prácticas de adaptación con las que los españoles corrientes trataban de normalizar sus existencias cotidianas 25.

Pero algunas de estas estrategias constituían acciones que por sus ambigüedades y heterogeneidad podríamos englobar dentro de la categoría de Eigen-Sinn, en la medida en que buscaban la forja de un espacio propio y autónomo no definible en términos de resistencia, sino de margen de maniobra y capacidad de autodistanciamiento en un contexto de opresión y regulación de los comportamientos 26. No se trata, por tanto, de dilucidar actitudes intermedias entre el apoyo incondicional y la resistencia frontal o de averiguar en qué punto exacto podemos situar una postura o acción determinada, sino de entender las maneras en que los individuos dan sentido a sus actitudes y comportamientos en las relaciones de poder en formas «no programadas» o anticipadas por las autoridades, por lo que sus significados pueden ser variables y concordar, contradecir o esquivar de alguna forma las expectativas oficiales. Pero, al mismo tiempo, pone nuestra atención en las prácticas mediante las que los sujetos históricos se adaptaron a un determinado contexto y se relacionaron con los demás, al tiempo que trataban de ser ellos mismos y se creaban un espacio propio 27.

Las estrategias puestas en marcha frente al hambre y las políticas autárquicas del régimen durante los años cuarenta encajarían, en muchos casos, con el concepto de Eigen-Sinn. La diversidad de actores, de motivaciones y de consecuencias que tuvieron estas prácticas, y más en un contexto marcado por la posguerra, dan lugar a múltiples interpretaciones, pero se refieren en muchas ocasiones a ese autodistanciamiento y búsqueda de espacios autónomos. El acaparamiento y la falsificación de cartillas de racionamiento, por ejemplo, no fueron únicamente un instrumento de los vencidos para hacerse con más alimentos. También participaban en estas prácticas las autoridades franquistas, como ocurría en Marbella o en la capital malagueña, donde el cónsul británico informaba de que eran las propias instituciones locales las que permitían que hubiera individuos que, «pudiendo pagar por su pan», contaran con cartillas de tercera categoría, «destinadas a las familias con menos recursos» 28. Estas estrategias de carácter individual convivían con otras prácticas colectivas cuyo objetivo era, en cierto sentido, la protección de la comunidad local. Así se dieron situaciones en las que, valiéndose de la ignorancia fingida o de la solidaridad vecinal, sujetos de la más diversa naturaleza obstaculizaron la política autárquica al considerar que lesionaba los intereses de un determinado municipio. Este fue el caso, por ejemplo, de las ocultaciones de cosechas a las autoridades del Servicio Nacional del Trigo. Aunque este tipo de actos podrían interpretarse en algunas ocasiones como resistencias cotidianas a la autarquía, se trataba muchas veces de acciones en las que aparecía entremezclada la aceptación, e incluso, la adhesión al régimen, con la defensa y articulación de los deseos, intereses y aspiraciones de un determinado colectivo. Así podemos advertirlo, por ejemplo, en la actuación de José Freire. Residente en el municipio lucense de Foz, era reconocido como un «hombre de orden», percepción que reforzaba el hecho de que su esposa, Valentina, fuera una de las dirigentes de la Sección Femenina local. Él era el revisor del autobús que hacía la línea entre Lugo y la villa donde residía, transporte que usaba el personal de la Fiscalía de Tasas. Eran pasajeros inconfundibles, siempre de traje y gabardina. Cada vez que hacían el trayecto, José se las arreglaba para bajar en una de las paradas y telefonear a la centralita de Foz para advertir de su presencia. Su llamada provocaba que toda una red de informantes se activara. La noticia corría desde la mencionada centralita hasta la plaza de abastos y de ahí a las casas de la localidad, lo que posibilitaba, como recuerdan los vecinos, que se pudiera ocultar cereal y carne de las matanzas 29.

De manera similar podemos interpretar lo ocurrido en Benalúa de las Villas (Granada) en el año 1945. En el mes de febrero, el gobernador civil de la provincia apremió al alcalde del pueblo para que subsanase las «manifiestas irregularidades» que se venían produciendo en las entregas por parte de los labradores. En el mes de julio, el gobernador le insistió en que los agricultores locales debían reducir «sus reservas a sus necesidades de siembra y consumo». El alcalde no respondió a ninguna de sus cartas 30. Su silencio —consciente o no de que sus vecinos estaban ocultando parte de sus cosechas— puede ser interpretado como parte de una disputa previa con el gobernador o como una muestra de desacuerdo ante lo que consideraba un ataque a su gestión. Pero también podemos verlo como un acto en defensa de los intereses económicos de la comunidad local, como una muestra de esa capacidad de apropiación subjetiva de una política determinada para hacerla más manejable y acomodarla a su realidad cotidiana. Otros muchos cargos y autoridades locales podrían sumarse a esta nómina. Su postura habitual era la de ser correas de transmisión de las directrices que emanaban de instancias superiores. Pero, en ocasiones puntuales, su identificación con la comunidad, sus propios intereses particulares o su ansia por ganar cierta legitimidad de oficio hicieron que, sin dejar de aplicar las leyes, tuvieran «olvidos» o inexplicables demoras a la hora de dispersar a algún grupo de vecinos amotinados, que impedía a los trabajadores de la Fiscalía recoger el cupo, o de sancionar la ruptura por parte de sus convecinos de la legalidad de la que eran garantes en lo relativo a entregas o repartos. Los casos —que superan los límites de episodios relacionados con los efectos de la política autárquica— están directamente vinculados con actitudes, siempre puntuales, que podían enmascararse mediante otras actuaciones que emanaban lealtad incuestionable e innegable diligencia o con excusas de falta de efectivos o información 31.

La línea divisoria entre una actuación que claramente puede ser identificada como resistencia y otra que puede encontrar cobijo en la categoría de Eigen-Sinn es, a veces, tremendamente difícil de trazar, pero, en otras ocasiones, podemos inferirla con cierta claridad a partir tanto de las actitudes de sus protagonistas, como de las autoridades que dan cuenta de aquella. En la primera estaría, por ejemplo, la protesta que llevaron a cabo unas veinte mujeres en la ciudad de Sevilla en noviembre de 1973, cuando, al grito de «no queremos turrón» y «abajo los aprovechados», se pasearon delante de confiterías y establecimientos de alimentación. Concitando incluso el aplauso de transeúntes, según refleja el informe de las autoridades, se fueron dispersando después de llegar a la Plaza de la Campana, desde donde partieron a sus respectivos domicilios con sus cestas de la compra tras «volver a repetir sus gritos de protesta». Las autoridades estimaron que la actuación no supuso una ruptura «del orden» suficiente como para tomar medidas sancionadoras, pero registraron el descontento y la protesta. Apenas unos meses antes, en junio, en el barrio granadino de Cartuja, varias vecinas repartieron octavillas quejándose del encarecimiento de los precios de los autobuses de línea que conectaban las áreas periféricas con el casco urbano. A diferencia de ellas —y de lo ocurrido en Sevilla—, las mujeres de otros barrios de la capital granadina no participaron en protesta alguna, pero demostraron su malestar de una forma más larvada, paseándose con sus carritos de la compra frente a los autobuses y decidiendo no subirse a ellos. Las autoridades no pudieron dar cuenta de transgresión alguna, pero sí tuvieron que admitir que «en general, se ha notado una disminución en el número de usuarios» 32.

En el verano de 1951 el Gobierno Civil de Almería mostraba su inquietud tras haber tenido conocimiento de que en alguno de los bares del pueblo de Benahadux se oían radios extranjeras «en las que se propagan noticias tendenciosas encaminadas a menoscabar y desprestigiar al régimen español». La respuesta del Ayuntamiento aseguraba que en los locales de ocio de la localidad no se escuchaban emisiones radiadas extranjeras porque se habían ocupado de prohibir que se conectaran. Reconocían que los convecinos «de tendencia marxista» que frecuentaban los bares, carentes en su mayoría de preparación cultural adecuada, es probable que tergiversasen los comentarios extranjeros, concretamente «de la BBC, y sacasen conclusiones favorables a sus torpes designios, por cuya razón y para evitarlos, por la primera autoridad local se sugirió que cesasen tales audiciones». Las autoridades locales se mostraban, en su informe, muy tranquilas respecto a lo que podría haber sido un indicador de resistencia por parte de población politizada en ideologías «subversivas» 33. Pero lo que nos parece interesante es que en su comunicación con las autoridades provinciales hicieran una reflexión sobre que en los bares «concurren los elementos izquierdistas... en mescolanza con elementos adictos al régimen». Reflejaban un profundo desasosiego por la «vida común de bar», en la que alternaban «familiarmente en juegos y conversaciones, tanto los elementos que a sí mismos se titulan adictos al régimen con los de tendencia marxista». Señalaban que se tomarían las «medidas necesarias para vigilar tales reuniones de gentes de opuesta ideología, hábitos y posición con el objeto de comprobar lo que de turbio en sus acciones pudiera haber» 34. Con este caso queremos traer a colación el intrincado asunto de las «percepciones», al que Lüdtke tanta importancia confería en su interpretación sobre las relaciones de dominación cotidiana. Que los vecinos escucharan y comentaran noticias de emisoras prohibidas no suponía una preocupación entre las autoridades de Benahadux. Lo era, sin embargo, una actuación que no tenía por qué partir de la intención expresa de los vecinos de romper con la legalidad impuesta: la convivencia y la socialización de la comunidad sin atender a los espacios y plataformas políticas que la dictadura había forjado desde la contienda civil. Costumbre, parentesco, antiguos lazos de vecindad y amistad tejieron un espacio y/o un tiempo de ocio en el que vencidos y vencedores parece que no se identificaban como tales, donde se despojaban por un momento de las etiquetas con las que vivían desde hacía más de una década y con las que, como deja entrever el desasosiego que transmiten en su informe, las autoridades locales franquistas pretendían que se identificaran sine die y sin tregua alguna, por el bien del anhelado orden social. Su propia percepción confería la condición de potencial disidencia a una actuación a la que los sujetos bien podrían (o no, jamás sabremos de sus motivaciones) otorgarle tal naturaleza.

El funcionamiento de la dictadura: Eigen-Sinn y dominación

Si los casos anteriormente comentados permiten aparentemente negar una intención explícita por parte del sujeto o los sujetos que lo protagonizan o, por el contrario, afirmar su existencia, otros casos se prestan mucho más a dobles lecturas. En particular, se trata de acciones que, si desde una perspectiva pueden parecer claramente actos de resistencia, desde otro ángulo cabría interpretarlas como acciones que contribuyeron a reforzar las nuevas relaciones de poder establecidas por la dictadura. La riqueza de estas prácticas nos muestra las heterogéneas estrategias a través de las cuáles los individuos persiguieron la creación de espacios autónomos y, al mismo tiempo, pone de relieve que pueden ser analizadas como tácticas de supervivencia, de protesta, de impostura o de acomodamiento de manera simultánea, pero lo relevante en todo caso es la capacidad de agencia de los sujetos. Para captar estos matices puede resultar útil situar la mirada sobre dos casos concretos acontecidos en pequeñas comunidades en dos momentos cronológicos distantes, pero cohesionados por el género de sus protagonistas: las mujeres.

En La Alberca (Salamanca) varias vecinas vieron cómo, en las primeras semanas tras el golpe de Estado, los cadáveres de sus maridos aparecieron en diferentes parajes cercanos a su pueblo. Desde ese momento se convertían en viudas «rojas», estigmatizadas por la militancia política y sindical de sus cónyuges asesinados 35. Con la etiqueta de vencidas, la guerra y, en particular, el contexto abierto por la «España de la victoria» convirtieron sus vidas en una constante lucha por sobrevivir 36. Una supervivencia mucho más difícil de llevar a cabo en el interior de comunidades donde todo el mundo se conocía. Entre las miradas de sus vecinos, debieron ingeniárselas para seguir adelante y sostener a sus hijos. Algunas de ellas fueron sancionadas por las autoridades por negarse a pagar la «ficha azul» exigida por Auxilio Social. Otras fueron hostigadas por sus vecinos por el mero hecho de ser viudas de «indeseables» 37. Probablemente, como en otras localidades, pensaron en recurrir al hurto, al estraperlo o a la mendicidad. Sin embargo, también se vieron obligadas a relacionarse con las instituciones franquistas y a dialogar con ellas de manera cotidiana para garantizar su supervivencia y la de los suyos 38.

El 21 de febrero de 1940, diez de estas viudas —Petra, Nieves, Cristina, Julia, Florentina, Eustaquia, Victoria, Juana, Ignacia y Ángela— decidieron remitir una carta al gobernador civil de Salamanca. A ellas se añadía la firma de Saturnino Sánchez, quien había mecanografiado la petición «a ruego» de las interesadas, cuyas firmas al final del documento evidenciaban que probablemente nunca habían confeccionado escrito alguno. En su carta estas mujeres aseguraban ignorar «los motivos» que habían provocado la muerte de sus maridos, aunque líneas más abajo lo «justificasen». Pese a lamentar «la sensible pérdida de sus inolvidables seres» y achacar la pertenencia de sus maridos a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra a una situación forzada por el contexto político republicano, decían comprender que «en aquellos momentos hubiera que recurrir a tales medios para imponer el orden en el resurgimiento de nuestra querida España» y que sus maridos fueran «acreedores de algún castigo». Tras el reconocimiento de la culpabilidad y su respaldo a la actuación de las autoridades franquistas se escondía otra motivación: el hambre y el deseo de supervivencia. Las firmantes aseguraban que la mayor parte de los días no disponían «de un pedazo de pan» para alimentar a sus hijos. Por ello, acuciadas por la miseria y hostigadas por las jerarquías locales, escribían directamente a la primera autoridad provincial para solicitarle «un pequeño auxilio diario», para atender a sus necesidades básicas. Unos días más tarde, el 2 de marzo, el alcalde de La Alberca emitió un informe abiertamente opuesto a su petición. Por un lado, rechazaba que la afiliación sindical de los asesinados hubiera sido la causa de sus muertes. Por otro, consideraba que las firmantes habían exagerado la precariedad de su situación. En relación con esto último, enumeraba las propiedades que poseían algunas de estas mujeres para su sustento y, en particular, el hecho de que sus hijos acudían diariamente a los comedores infantiles regentados por Auxilio Social. Aunque no contamos con la respuesta definitiva del gobernador civil, podemos imaginar que la ayuda nunca se concedió 39.

La petición de las viudas y la oposición del alcalde constituyen una buena muestra de las maneras en que la sociedad y el régimen se relacionaron en el plano cotidiano. En la carta de las primeras se mezclaban diferentes actitudes que se prestan a interpretaciones variadas. Si, de un lado, parecían asumir la responsabilidad de los actos de sus maridos y, en cierta medida, «resignarse» a la idea de que solo a través de los canales oficiales podrían remediar su situación, de otro, mostraban un discurso marcado por la impostura, en el que el reconocimiento de la culpabilidad constituía una estrategia de supervivencia 40. Aquellos «medios» que decían comprender para la regeneración nacional y la caridad que demandaban a quienes habían asesinado a sus seres queridos eran una manifestación de las múltiples y contradictorias actitudes a las que alude el concepto de Eigen-Sinn. Pero el engaño también sobrevolaba la respuesta del alcalde cuando se negaba a asumir que alguien hubiera podido ser fusilado por su pertenencia a una organización de izquierdas o cuando se jactaba de que el régimen daba de comer a los hijos de los vencidos. Aquel discurso autocomplaciente era asimismo una manera de lavar su conciencia y justificar por qué, en vez de prestarles ayuda, las condenaba a una existencia de miseria.

En el segundo caso de análisis propuesto, optamos por analizar un momento puntual de la vida de un grupo de mujeres rurales, una imagen fija que sigue viva en sus memorias, al igual que en las fotografías que algunas guardan en viejas cajas de tabacos y en la que se mezclan piedras y una bandera 41. En Ponte Sampaio (Pontevedra) las mujeres estaban acostumbradas a la multiplicidad de faenas. A las derivadas de su condición de amas de casa y madres, se sumaban aquellas que suponían salarios o entradas de dinero puntales para las economías familiares: trabajar a jornal en el monte, vender hortalizas de sus huertos, ocuparse temporalmente en algún pequeño taller en pueblos cercanos y, sobre todo, vender el marisco que recogían en el estuario del río Verdugo. El marisqueo constituía una de las actividades que confería mayores ingresos a las mujeres. Era, en sus palabras, «o noso pan» 42.

En 1965, en plena expansión urbanística de la ciudad de Vigo, la arena de la ría donde se criaban los bivalvos se convirtió en objeto de deseo de una empresa de áridos. Esta sustituyó los trabajos de extracción manual, con los que la actividad marisquera había convivido históricamente, por una draga industrial que impedía su desempeño. Inscrita en el proceso de «industrialización» del campo auspiciado por la dictadura, la actividad extractiva contaba con los permisos y los apoyos de las diferentes autoridades del régimen. El descontento de las mariscadoras se transformó, en octubre de ese mismo año, en una confrontación abierta en la que las mujeres de Ponte Sampaio y las de otras aldeas limítrofes decidieron «defender o mar». Su protesta consistió en lanzar piedras contra los trabajadores que maniobraban la draga y recogían la arena en barcas. La Guardia Civil, conocedora de que el conflicto iba a estallar, había desplazado a la localidad varios destacamentos de la comarca, lo que las obligó, además de a parar la agresión, a tratar de dispersarse e impedir su detención y encarcelamiento. La acción podría calificarse como una muestra de inequívoca resistencia, pero hay un elemento que distorsiona tan obvia tipificación. En un momento de la protesta, las mujeres de Ponte Sampaio se hicieron con una bandera de España en el local de la Sección Femenina del pueblo y se pertrecharon tras ella para intentar parar la acción de las fuerzas del orden y mantener su protesta 43. En la memoria de algunas protagonistas permanece incluso el recuerdo de haber empezado a cantar el Cara al Sol.

La pregunta que se presenta es cuánto de máscara aplacadora de represión había en esa actuación. Cabe cuestionarse cuánto de interiorización de los valores de la dictadura revelaba esa acción. Al enarbolar la bandera y entonar el cántico franquista aspiraban, indudablemente, a paralizar la actuación de la Benemérita y a amortiguar el castigo que sabían que les esperaba por romper esa paz social de la que alardeaban las autoridades. El proceder de las mariscadoras rompió la unidad de acción que a priori se establecería entre la empresa y la Guardia Civil. En ellas confluía su condición institucional, el acatamiento de la normativa, el cumplimiento del deber y, en términos homogeneizadores, la variable género. Pero con la tela bicolor y entonando el Cara al Sol estaban tratando de establecer que ellas no eran las antagonistas en el conflicto. Con su comportamiento las fuerzas del orden eran impelidas a integrarse en un «nosotros» construido ad hoc bajo la premisa de defensores de los valores del régimen.

Los testimonios sobre la resolución de emplear los símbolos del franquismo indican la frecuencia con la que las mujeres de Sampaio acudían a la Sección Femenina en el local de Falange. «Aquí era lo que había», señalan, dejando entrever hasta qué punto habían calado si no los principios, sí al menos las prácticas y modos de proceder de la institución. Todas estaban afiliadas, la mayor parte recuerda con cariño a Aurora Bernárdez Vidal, la encargada con la que tenían «tarde de enseñanza, tarde de labores, tarde de cocina, de todo», la que «les enseñaba a leer y a escribir a muchas mujeres que no sabían», a quien acudían cuando debían rellenar formularios y «no sabían, entonces iban de noche donde Auroriña», y cuando tuvieron hijos, «ella iba a Vigo... y te traía la canastilla». También era la que repartía el «recibo para ir al médico» 44. Y el día de la protesta fue a ella a quien pidieron la bandera que luego usaron para hacer que los guardias civiles se cuadraran y dejaran de perseguir a las demás. A buscarla fueron varias mujeres mayores de Ponte Sampaio asiduas en el local de la Sección Femenina y también algunas niñas que al volver de la escuela se unieron a la protesta. Unas y otras admiten en sus testimonios que se les ocurrió valerse de la bandera porque estaban acostumbradas a pararse y saludarla cuando iban al local, por lo que la correlación entre su comportamiento y el que debía seguir la Guardia Civil surgió sin dificultad.

Las percepciones que las mariscadoras guardan en su memoria convierten esta acción en perfecta muestra de esos límites líquidos entre consentimiento y disenso. Demuestran además el alcance de las emociones como motores de actitudes sociales. Las mariscadoras de Ponte Sampaio rememoran su actuación con referentes bélicos, como enfrentamiento con unas autoridades que permitían y defendían a los que les «robaban» su arena, su medio de vida y, al mismo tiempo, evocan la bandera en términos de ­inequívoco respeto y consideración a lo que representaba. Aluden a la buena calidad de la tela, a lo bonito de sus bordados, a lo sobrecogedor que era su tamaño, a lo limpia y cuidada que se encontraba, demostrando su afecto por el símbolo en sí 45. De igual manera, reviven la emoción que provocaba entre las mujeres que protestaban su paso y el ver a los guardias civiles empezar a cuadrarse ante ella 46. Una de las protagonistas retiene en su memoria la conversación que mantuvo con un guardia civil: «Que tire usted con la bandera» —la interpeló a gritos—, a lo que ella respondió, «eso sus ojos no lo van a ver. ¡Tirar yo con la bandera! Usted [...] cuando juró que quería ser guardia civil, ¿no juró ante esta bandera? [...]». «¡Que tire la bandera!» —repitió el guardia civil—. «Ya le he dicho que sus ojos no lo verán —contestó—. Me puede decir cincuenta veces que la tire, y mire, sabe lo que le digo, ¡que no la toque, que la salude!» 47. Otro guardia amenazó con dispararle, ante lo que ella movió la bandera a modo de capote y la extendió en el suelo instándole a que la pisara, a que demostrara que su respeto por el emblema era menor que el que ella y sus compañeras mostraban. La tensión del momento llevó a que la mariscadora cayera de rodillas y fueran otras compañeras las que tomaran su relevo como portadoras del estandarte y a que otro grupo empezara a entonar el Cara al Sol.

No es objeto de este texto dar cuenta de la protesta y su devenir, pero este episodio concreto merece consideración. Las mariscadoras de Ponte Sampaio mostraron en un mismo momento una pluralidad de reacciones ante el poder, se apropiaron de la situación valiéndose de lógicas en principio antagónicas, lo que las convertía en protagonistas de un episodio de resistencia y lo que incidía en su condición de sujetos leales al régimen, por la vía del respeto a sus símbolos.

Conclusiones

Los estudios dedicados al análisis de las actitudes y comportamientos de la población durante el franquismo han permitido cubrir muchas de las carencias que hace ya más de veinte años se señalaron como déficits fundamentales de la historia social de la dictadura 48. Muchos de estos avances han sido impulsados desde miradas localizadas en pequeñas realidades, donde el empleo de una escala microscópica y acotada permite observar con más detalle cuestiones que desde perspectivas más amplias pasan desapercibidas. En buena medida, ello ha sido posible gracias a enfoques analíticos como el propuesto por la Alltagsgeschichte. Sin embargo, como recientemente se ha demandado desde diversos ámbitos, las propuestas de historia de la vida cotidiana están lejos de agotarse. Por el contrario, necesitamos revisitar sus postulados, repensar las categorías y los conceptos que acuñaron sus seguidores y vincularlos a ejemplos prácticos para, de este modo, acercarnos en profundidad a los entornos vividos, a las experiencias particulares y colectivas y a las variadas formas en las que los sujetos históricos se desenvolvieron dentro de las estructuras de poder y se relacionaron con estas.

Este artículo ha explorado las potencialidades de un concepto voluble y poroso como el de Eigen-Sinn, que tan fructíferos resultados dio a Lüdtke en el estudio del Segundo Reich, la Alemania nazi o la República Democrática Alemana. Aplicarlo al estudio del franquismo ha servido para complejizar la mirada sobre prácticas sociales especialmente heterogéneas, iluminando sus múltiples significados y posibles interpretaciones y la imposibilidad y, hasta cierto punto esterilidad, de preguntarse si se trataba de actos de resistencia o consentimiento. Por el contrario, se ha puesto el foco sobre los solapamientos, sobre la combinación de tácticas diversas y adaptadas a contextos cambiantes y sobre episodios que no pueden ser clasificarse nítidamente.

La amplitud temporal de los análisis en los que Lüdtke aplicó la referida metodología la hace especialmente adaptable al estudio del franquismo. El historiador alemán comprobó su potencial para examinar regímenes de muy larga duración en los que, como en la dictadura española, es factible la exploración del «mosaico de prácticas» sociales y de las percepciones subjetivas que de ellas se desprenden como elementos cambiantes y volubles, en tanto que el sistema de dominio durante la vigencia del régimen también lo fue. Traer a colación casos de estudio que ocupan la práctica totalidad el espectro temporal del franquismo (1940-1973) ha tratado de demostrar la viabilidad del concepto de Eigen-Sinn para historiar dichas variaciones. Nos remitimos, por ejemplo, a los cambios significativos que se advierten entre las percepciones asociadas a una práctica como el envío de una carta por parte de unas viudas en 1940 y aquellas que emergen de la ocupación del espacio público por parte de las trabajadoras de Ponte Sampaio en 1965.

El análisis del concepto de esas estrategias de autodistanciamiento y de reapropiación de las condiciones de existencia que se engloban bajo el concepto de Eigen-Sinn subraya, además, que las reglas nunca funcionan de la manera en que los dominadores lo imaginan y que siempre hay intersticios para la agencia individual o colectiva. Eigen-Sinn hace referencia a las pequeñas grietas en el edificio del poder, que son intrínsecas a cualquier forma de dominación y que deben ser «aceptadas» por los dominados 49. En este sentido, el empleo de este concepto también debería empujarnos a explorar de qué manera todas esas prácticas cotidianas que las personas utilizaron para lidiar con las estructuras de dominación contribuían en cierta medida a estabilizar estos sistemas. Muchas de las formas a través de las que los individuos daban sentido a sus vidas, no constituían actos de resistencia, sino prácticas diversas que la dictadura debía tolerar, aunque no encajaran con sus expectativas y deseos. Dirigiendo nuestra mirada al nivel de lo cotidiano y a sus incertidumbres podemos llenar mejor ese espacio disputado entre la voluntad de dominación de la dictadura franquista y la capacidad de agencia de individuos y colectivos para negociarla, adaptarla o coproducirla en sus vidas.


* Miembro del Grupo de Investigación HISTRAGRA-CISPAC. Proyectos Consolidación 2021 GRC GI-1657 y Comunidad, conflicto y revuelta en la Galiza rural del siglo XX – RETOS 2020.

** Miembro del proyecto I+D+I P18-RT-1840. Los autores agradecen a Gloria Román y a los miembros de MAOS Innovación Social Soc. Cooperativa Galega, gestores del proyecto «Do Gris ao Violeta. Achegas á historia das mulleres de Pontevedra» del Ayuntamiento de Pontevedra, su generosidad al haber posibilitado la consulta de varias fuentes.

1 Véanse Alex Callinicos: Making History. Agency, Structure, and Change in Social Theory (1987), Leiden-Boston, Brill, 2004, y Sharon Hays: «Structure and Agency and the Sticky Problem of Culture», Sociological Theory, 12-1 (1994), pp. 57-72.

2 Por ejemplo, Andrew Levine, Elliot Sober y Erik Olin-Wright: «Marxism and Methodological Individualism», New Left Review, 162 (1987), pp. 67-84.

3 Paul Steege et al.: «The History of Everyday Life: A Second Chapter», Journal of Modern History, 80(2) (2008), pp. 358-378, esp. p. 373.

4 Alf Lüdtke (ed.): The History of Everyday Life. Reconstructing Historical Experiences and Ways of Life, Princeton, Princeton University Press, 1995.

5 Sin ánimo de exhaustividad, Detlev Peukert: Inside Nazi Germany. Conformity, Opposition, and Racism in Everyday Life (1982), Londres, Yale University Press, 1987; Alf Lüdtke: «La République Démocratique allemande comme histoire. Réflexions historiographiques», Annales, 53(1) (1998), pp. 3-39; Sheila Fitzpatrick: Everyday Stalinism: ordinary life in extraordinary times: Soviet Russia in the 1930s, Nueva York, Oxford University Press, 1999; Konrad H. Jaraush (ed.): Dictatorship as experience. Towards a Socio-Cultural History of the GDR, Londres, Berghahn Books, 1999; Robert Gildea: Marianne in chains. Daily life in the heart of France during the German occupation, Nueva York, Picador, 2004; Richard J. Bosworth: Mussolini’s Italy: Life Under the Fascist Dictatorship, 1915-1945, Londres, Penguin Books, 2005; Paul Steege: Black market, Cold War: everyday life in Berlin, 1946-1949, Cambridge, Cambridge University Press, 2007, y Joshua Arthurs, Michael Ebner y Kate Ferris (eds.): The Politics of Everyday Life in Fascist Italy, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2017. Varios casos de estudio que retoman esta perspectiva en Alf Lüdtke (ed.): Everyday Life in Mass Dictatorship: Collusion and Evasion, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2016. Para el caso español, véase Gloria Román y Juan A. Santana (eds.): Tiempo de dictadura. Experiencias cotidianas durante la guerra, el franquismo y la democracia, Granada, Editorial de la Universidad de Granada, 2019.

6 Geoff Eley: «Labor History, Social History, Alltagsgeschichte: Experience, Culture, and the Politics of the Everyday - a New Direction for German Social History?», Journal of Modern History, 61(2) (1989), pp. 297-343, esp. pp. 313-315, y Harald Dehne: «Have we come any closer to Alltag? Everyday reality and workers’ lives as an object of historical research in the German Democratic Republic», en Alf Lüdtke (ed.): The History of Everyday Life. Reconstructing Historical Experiences and Ways of Life, Princeton, Princeton University Press, 1995, pp. 118-119.

7 Paul Steege et al.: «The History of Everyday Life...», pp. 563-564.

8 El primer estudio en aplicar de manera específica el enfoque Alltagsgeschichte al estudio del franquismo fue Ismael Saz y J. Alberto Gómez Roda (eds.): El franquismo en Valencia: Formas de vida y actitudes cotidianas en la posguerra, Valencia, Episteme, 1999. Huelga decir que esta cuestión tiene entre sus obras claves investigaciones que han bebido de otros paradigmas interpretativos, como VVAA: Franquisme. Sobre resistència i consens a Catalunya (1938-1959), Barcelona, Crítica, 1990; Carme Molinero y Pere Ysàs: El règim franquista: feixisme, modernització i consens, Vic, S. Eumo, 1992; Cándida Calvo Vicente: «El concepto de consenso y su aplicación al estudio del régimen franquista», Spagna Contemporánea, 7 (1995), pp. 141-158; al igual que ha ocurrido con trabajos dedicados al análisis de la implantación del franquismo y sus políticas como Antonio Cazorla: Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado Franquista (1938-1953), Madrid, Marcial Pons, 2000; Carme Molinero: La captación de las masas. Política social y propaganda en el régimen franquista, Madrid, Anaya, 2005; Ángela Cenarro: La sonrisa de la Falange. Auxilio Social en la Guerra Civil y la posguerra, Barcelona, Crítica, 2006, y Óscar J. Martín: A tientas con la democracia. Movilización, actitudes y cambio en la provincia de Albacete, 1966-1977, Madrid, La Catarata, 2008.

9 Entre otros, Jordi Font: «“Nosotros no nos cuidábamos de la política”. Fuentes orales y actitudes políticas en el franquismo. El ejemplo de una zona rural, 1939-1959», Historia Social, 49 (2004), pp. 49-56; Antonio Cazorla: Fear and progress. Ordinary Lives in Franco’s Spain, Chichester, Wiley-Blackwell, 2010; Claudio Hernández Burgos: Franquismo a ras de suelo. «Zonas grises», apoyos sociales y actitudes durante la dictadura, 1936-1976, Granada, Editorial de la Universidad de Granada, 2013; Ana Cabana: La derrota de lo épico, Valencia, PUV, 2013; Miguel Ángel del Arco Blanco et al. (eds.): No solo miedo. Actitudes y opinión popular bajo la dictadura franquista (1936-1977), Granada, Comares, 2013; Óscar Rodríguez Barreira (ed.): El Franquismo desde los márgenes. Campesinos, mujeres, delatores, menores..., Lleida, Universidad de Almería-Universitat de Lleida, 2013, y Carlos Fuertes Muñoz: Vivir la dictadura. La evolución de las actitudes sociales hacia el franquismo, Granada, Comares, 2017. Un estado de la cuestión en Ana Cabana: «Una mirada fugaz ante el espejo: el estudio de las actitudes sociales durante el franquismo», en Manuel Ortiz Heras (coord.): ¿Qué sabemos del franquismo? Estudios para comprender la dictadura de Franco, Granada, Comares, 2018, pp. 69-94.

10 Alf Lüdtke: «De los héroes de la resistencia a los coautores. Alltagsgeschichte en Alemania», Ayer, 19 (1995), pp. 49-50; Paul Steege et al.: «The History of Everyday...», p. 361.

11 Alf Lüdtke: «Introductory notes», en Alf Lüdtke (ed.): Everyday Life..., pp. 6-7.

12 El concepto original en Alf Lüdtke: «Cash, Coffee-Breaks, Horseplay: Eigensinn and Politics among Factory Workers in Germany Circa 1900», en Michael Hanagan y Charles Stephenson (eds.): Confrontation, Class Consciousness, and the Labor Process: Studies in Proletarian Class Formation, Nueva York, Greenwood Press, 1996. Algunas reflexiones recientes sobre su utilización en Thomas Lindenberger: «Eigen-Sinn ou comment penser les rapports de domination. Généalogie et évolution d’un concept», en Emannuel Droit y Pierre Karila-Cohen (dirs.): Qu’est-ce que l’autorité? France-Allemagne(s), xixe-xxe siécles, París, Éditions de la Maison de Sciences de l’Homme, 2016, pp. 185-200, y Claudio Hernández Burgos: «Tiempo de experiencias: el retorno de la Alltagsgeschichte y el estudio de las dictaduras de entreguerras», Ayer, 113 (2019), pp. 303-317, esp. 311-316.

13 Han tenido mayor predicamento conceptos de otros de autores de la historia social alemana, como el de «resistencia» de Broszat, o tomados de otras disciplinas, como el de «resistencia cotidiana» de James C. Scott. Martin Broszat: «A social and historical typology of the German opposition to Hitler», en David C. Large (ed): Contending with Hitler: varieties of German resistance in the Third Reich, Cambridge, German Historical Institute-Cambridge University Press, 1991, pp. 25-35. Sobre el «efecto Scott», véase Ana Cabana y Miguel Cabo: «James C. Scott y el estudio de los dominados: su aplicación a la historia contemporánea», Historia Social, 77 (2013), pp. 73-93, esp. p. 87.

14 Alexandra Oeser: «Penser les rapports de domination avec Alf Lüdtke», Societés Contemporaines, 99-100 (2015), pp. 5-16, esp. p. 7.

15 Por ejemplo, Alf Lüdtke: Des ouvriers dans l’Allemagne du xx siècle. Le quotidien des dictadures, París, L’Harmattan, 2000, pp. 165-188, y Leora Auslander: «Accommodation, Resistance, and Eigensinn: Evo/ues and Sapeurs between Africa and Europe», en Belinda Davis, Thomas Lindenberger y Michael Wildt (eds.): Alltag, Erfahrung, Eigensinn. Historisch-anthropologische Erkundungen, Fráncfort, Campus Verlag, 2008, pp. 205-217.

16 Sobre el concepto de dominación, véase Alf Lüdtke: «Geschichte und Eigensinn», en Berliner Geschichtswerkstatt (ed.): Alltagskultur, Subjektivität un Geschichte: zur Theorie und Praxis von Alltagsgeschichte, Münster, Westf. Dampfbott, 1994, pp. 139-153, esp. p. 147.

17 El uso de Eigen-Sinn como acto que oscila «entre la colaboración y la rebelión, pero que está usualmente cargado de conformismo» y un aviso sobre el riesgo de que sea leído y reducido equivocadamente a acto de resistencia en Elissa Mailänder-Koslov: «Eigensinn et “usine de mort”. L’histoire du quotidien et l’univers concentrationnaire», Sociétés Contemporaines, 99-100 (2015), pp. 81-104, esp. p. 84.

18 Claudio Hernández Burgos: «En busca de la paz prometida: actitudes de normalización durante el primer franquismo (1936-1952)», Ayer, 104 (2016), pp. 177-20, y Ana Cabana: «Sobrellevar la vida. Memorias de resistencias y resistencias de las memorias al franquismo», en Miguel Ángel del Arco Blanco et al. (eds.): No solo miedo. Actitudes y opinión popular bajo la dictadura franquista ­(1936-1977), Granada, Comares, 2013, pp. 97-110.

19 Dorothee Wierling: «The History of Everyday Life and Gender Relations. On Historical and Historiographical relationships», en Alf Lüdtke (ed.): The History of Everyday Life. Reconstructing Historical Experiences and Ways of Life, Princeton, Princeton University Press, 1995, pp. 153-154, y Claudia Konz: Mothers in the Fatherland. Women, the Family and the Nazi Policies, Londres, St. Martins Press, 1987.

20 Ejemplo de esos rescoldos de vida que las familias de los represaliados lograron escamotear al franquismo en Jorge Moreno Andrés: El duelo revelado. La vida social de las fotografías familiares de las víctimas del franquismo, Madrid, CSIC, 2018.

21 Alf Lüdtke: «Ordinary People, Self-Energising and Room of Manoeuvering: Examples from the 20th Century Europe», en Alf Lüdtke (ed.): Everyday Life in Mass Dictatorship: Collusion and Evasion, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2016, pp. 28-29, y Paul Corner: «Dictatorship revisited: Consensus, Coercion and Strategies of Survival», Modern Italy, 22(4) (2017), pp. 435-444.

22 En este artículo empleamos tres tipos de fuentes: las de carácter institucional, las producidas por los ciudadanos coetáneos y las entrevistas orales. El empleo intensivo de estas últimas causó discrepancias entre los miembros de la Alltagsgeschichte. Mientras que Niethammer fue uno de los mayores adalides del desarrollo de la historia oral, Lüdtke se mostró más reticente. Lutz Niethammer: «Intervenir en la memoria», Historia, Antropología y Fuentes Orales, 32 (2004), pp. 41-48.

23 Entrevista a Manuel García (Torvizcón, 1922), realizada el 19 de septiembre de 2013.

24 Timothy Johnson: Being Soviet, Identity, Rumour and Everyday Life under Stalin, Oxford, Oxford University Press, 2011, p. XXXII.

25 Ana Cabana: La derrota..., pp. 149-152.

26 Elissa Mäilander-Koslov: «Everyday Conformity in Nazi Germany», en Paul Corner y Jie-Hyum Lim (eds.): The Palgrave Handbook of Mass Dictatorship, Londres, Palgrave Macmillan, 2016, pp. 399-411, esp. p. 400; Alf Lüdtke: «Practices of survival. “Ways of appropriating the rules”: Reconsidering approaches to the History of the GDR», en Mary Fulbrook (ed.): Power and Society in the GRD. 1961-1979. Normalisation of rule?, Oxford, Berghahn Books, 2009, pp. 181-194.

27 Alf Lüdtke: «Geschichte und Eigensinn», en Berliner Geschichtswerkstatt (ed.): Alltagskultur, Subjektivität und Geschichte. Zur Theorie und Praxis von Alltagsgeschichte, Münster, Westfälisches Dampfboot, 1994, pp. 139-153, esp. pp. 149-150, y Thomas Lindenberger: «La sociedad fragmentada: “activismo societario” y autoridad en el socialismo de Estado de la RDA», Ayer, 82 (2011), pp. 25-54, esp. p. 29.

28 Las referencias en Encarnación Barranquero Texeira y Lucía Prieto Borrego: Así sobrevivimos al hambre: estrategias de supervivencia de las mujeres en la posguerra española, Málaga, CEDMA, 2003, p. 171, y TNA, FO 371/26891, «Conditions in Málaga District», 10 de julio de 1941.

29 Testimonio de Cándida Martínez (Foz, 1926), Archivo familiar de Xosé Ramón Ermida.

30 Cupo forzoso de trigo (12 de febrero de 1945) y Problema de abastecimiento de harina (19 de julio de 1945), Archivo Municipal de Benalúa de las Villas, caja 73-4.

31 Ejemplos en Daniel Lanero y Ana Cabana: «Equilibrios precarios: una microhistoria del poder local en acción bajo el franquismo», en Lourenzo Fernández Prieto y Aurora Artiaga Rego (coords.): Otras miradas sobre golpe, guerra y dictadura. Historia para un pasado incómodo, Madrid, Libros de la Catarata, 2014, pp. 220-250.

32 Notas informativas relativas a Andalucía 1967-1977, Política interior-régimen local, AGA, 42/09136,15. Sobre resistencias cotidianas y género, véase, entre otras, Claudia Cabrero Blanco: «Espacios femeninos de lucha. Rebeldías cotidianas y otras formas de resistencia de las mujeres durante el primer franquismo», Historia del Presente, 4 (2004), pp. 31-45.

33 Armand Balsebre y Rosario Fontova: Las cartas de La Pirenaica. Memoria del antifranquismo, Madrid, Cátedra, 2014, y Gloria Román Ruiz: «Queridos camaradas. Resistencias cotidianas en el mundo rural alto-andaluz de la primera mitad de los sesenta a través de las cartas a “La Pirenaica”», en Gloria Román Ruiz y Juan Antonio Santana (eds.): Tiempo de dictadura. Experiencias cotidianas durante la guerra, el franquismo y la democracia, Granada, Editorial de la Universidad de Granada, 2019, pp. 125-144.

34 Informes, denuncias y reclamaciones (II), Archivo Histórico Provincial de Almería, 5236, Benahadux. Fechas de las comunicaciones entre Ayuntamiento y Gobierno Civil, 18 y 26 de junio y 5 de julio de 1951.

35 P. Manuel María de los Hoyos: La Alberca. Monumento Nacional. Historia y fisonomía; vida y folklore, Madrid, Selecciones Gráficas, 1946, pp. 352-362.

36 Véanse, por ejemplo, Irene Murillo Aced: En defensa de mi hogar y mi pan: estrategias femeninas de resistencia civil y cotidiana en la Zaragoza de posguerra, 1936-1945, Zaragoza, PUZ, 2014, y Francisco Alía Miranda et al.: «Mujeres solas en la posguerra española (1936-1939)», Revista de Historiografía, 36 (2007), pp. 213-236.

37 Multa a Juliana Sánchez Martín, Archivo Histórico Provincial de Salamanca (AHPS), Gobierno Civil, Cuestaciones y ficha azul, caja 174/2, y Denuncias particulares por parte de Falange (1940), caja 61/1.

38 Al respecto véanse Verónica Sierra Blas: «“En espera de su bondad, comprensión y piedad”. Cartas de súplica en los centros de reclusión de la guerra y posguerra española», en Antonio Castillo y Verónica Sierra Blas (coords.): Letras bajo sospecha. Escritura y lectura en centros de internamiento, Madrid, Trea, 2005, pp. 165-199, y Óscar Rodríguez Barreira: «Señor ten piedad... Discurso público, cultura popular y resiliencia en las cartas de los presos al Generalísimo», en Antonio Míguez Macho (ed.): Ni verdugos ni víctimas. Actitudes sociales ante la violencia: seis estudios de caso entre el Franquismo y la dictadura argentina, Granada, Comares, 2016, pp. 59-78.

39 «Escrito elevado por unas viudas de Alberca (Salamanca) al gobernador civil de la Provincia» (21 de febrero de 1940), AHPS, Gobierno Civil, Viudas, caja 197/1.

40 Véase James C. Scott: Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos, México, Ediciones Era, 2000, esp. pp. 217-234.

41 Martin Biersack: «La Alttagsgeschichte en Alemania», en Manuel Peña Díaz (coord.): La vida cotidiana en el mundo hispánico (siglos xvi-xviii), Madrid, Adaba, 2012, pp. 29-42. Las fotografías referidas forman parte del archivo personal de Francisca Vilán Pérez, nacida en Arcade (Pontevedra) en 1946.

42 Este comentario y todos los que han dado lugar a este análisis pertenecen a los fondos del archivo oral del «Proxecto do Gris ao Violeta» puesto en marcha por el Ayuntamiento de Pontevedra. Han sido revisados los audios correspondientes a las intervenciones recogidas en una entrevista colectiva que tuvo lugar el 8 de marzo de 2017 en la que intervinieron cinco vecinas de Ponte Sampaio que estuvieron involucradas directamente en la protesta, María Alicia Fontán Reguera (1943), Carmen Álvarez Otero (1943), Carmen Rey Freijanes (1922), Marisol Torres Cal (1949) y Estrella Otero Cortegoso (1951), y dos vecinas más jóvenes, Alicia Fontán y la hija de Carmen Rey, cuya memoria sobre la protesta fue adquirida de sus tías y madre respectivamente.

43 El recurso al uso de la bandera en acciones en las que se canalizaba el descontento social no era un recurso insólito. Los quintos de Villamalea (Albacete) de 1971 y 1974, por ejemplo, emplearon la que exhibían en la iglesia durante las fiestas locales para escribir leyendas reivindicativas en las que censuraban la emigración del campo. En Óscar J. Martín: A tientas..., p. 70.

44 Los testimonios entrecomillados son de Estrella Otero Cortegoso, Carme Álvarez Otero y Marisol Torres Cal.

45 Testimonio de Carme Álvarez Otero.

46 Testimonios de Marisol Torres Cal y Carme Álvarez Otero.

47 Testimonio de Carmen Rei Freijanes.

48 Carme Molinero y Pere Ysàs: «La historia social de la época franquista: una aproximación», Historia Social, 30 (1998), pp. 133-154.

49 Thomas Lindenberger: «La sociedad fragmentada...», p. 46.