Ayer 129/2023 (1): 49-76
Marcial Pons Ediciones de Historia
Asociación de Historia Contemporánea
Madrid, 2023
ISSN: 1134-2277
DOI: 10.55509/ayer/1174
© Celso Cancela Outeda
Recibido: 29-12-2019 | Aceptado: 09-07-2020 | Publicado on-line: 10-01-2022
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El populismo en Europa Central y del Este (1989-2019): el Grupo de Visegrado

Celso Cancela Outeda

Universidade de Vigo
ccancela@uvigo.gal

Resumen: Este artículo pretende proporcionar una visión general de los partidos populistas en los países de Europa central y del este, en par­ticular, en los que integran el Grupo de Visegrado. En 1989 las circunstancias de la transición democrática dieron lugar tanto a los partidos populistas como a los «tradicionales». Ambos subtipos han permanecido como rasgos distintivos y duraderos en los sistemas de partidos de estos países. La presencia populista ha desempeñado un papel importante en la definición de las opciones ideológicas, los discursos y las estrategias políticas y electorales. En general, el populismo parece estar consolidado, aunque se observan variaciones significativas en cada país (temática, fortaleza electoral o presencia institucional). En particular, los cuatro de Visegrado nos permiten observar diversas facetas del populismo (euroescepticismo, xenofobia, autoritarismo...).

Palabras clave: autoritarismo, xenofobia, euroescepticismo, anti-inmigración, islamofobia.

Abstract: This article aims to provide an overview of the populist parties in Central and Eastern European countries by focussing on the so-called Visegrád Group. In 1989, the circumstances of each of their respective democratic transitions allowed for the rise of both populist and «traditional» parties. Both subtypes have remained distinctive and lasting features within the party systems of these countries. The populist presence has played an important role in defining ideological options, discourses, and political and electoral strategies. In general, populism appears to be consolidated, although significant variations exist in each country. These parties exhibit varying thematic concerns, electoral strength, and institutional presences. In particular, by observing the «Visegrád Four», we are able to appreciate the various facets of populism (Eurosceptic, xenophobic, authoritarian...).

Keywords: authoritarianism, xenophobia, ·uroscepticism, anti-immigration, Islamophobia.

Presentación

En estas últimas dos décadas, el fenómeno del populismo ha atraído la atención a nivel político, mediático o académico 1. Basta una simple y rápida búsqueda bibliográfica para obtener un elevado número de referencias sobre este tópico que remiten a épocas y regiones diversas. En Europa, justamente, se ha producido una proliferación y ascenso (e incluso consolidación, en algunos casos) electoral e institucional de fuerzas políticas consideradas «populistas». Tanto a nivel nacional como continental (Unión Europea/UE), actualmente, resultan ser actores relevantes capaces de incidir en la agenda política o marcar el devenir político.

Ciertamente, a escala europea, este fenómeno político no se ha desarrollado de modo simultáneo ni homogéneo. Así, mientras en Europa occidental se produjo una primera ola populista en la década de los ochenta del siglo xx protagonizada por partidos de extrema derecha o derecha radical, cuyas principales banderas ideológicas fueron el nacionalismo o la xenofobia, en Europa Central y del Este (ECE) se inició en los años noventa. Se han cumplido treinta años de la caída del Muro de Berlín y del comienzo de las respectivas transiciones políticas y económicas. En ese periodo, se configuraron nuevos partidos políticos homologables a los existentes en los Estados occidentales, esto es, con base en las tradicionales familias político-ideológicas. Sin embargo, relativamente pronto y en el seno de unos sistemas de partidos poco estables, surgieron fuerzas políticas de extrema derecha (derecha radical) que hacían gala de un acentuado populismo. Lejos de declinar, hoy disfrutan de una posición político-institucional relevante en varios Estados de ECE.

Precisamente, nuestra atención se dirige hacia Eslovaquia, Hungría, Polonia o República Checa, integrantes del Grupo de Visegrado. En primer lugar, este conjunto es relevante desde la perspectiva de la UE, en particular, por su capacidad para condicionar la agenda política, orientar el debate a nivel europeo (crisis de las cuotas de acogida de refugiados de 2015) y afectar a ciertas políticas europeas (inmigración, exterior...). Su peso político-institucional es relativamente notable. Así, Polonia cuenta con 38 millones de habitantes, lo que supone el 7,4 por 100 de la población total de la UE-28, y dispone de 51 diputados en el Parlamento Europeo (PE); por su parte, Hungría tiene una población de 9,7 millones, casi un 2 por 100 de la población de la UE-28 y 21 miembros del PE 2. En segundo lugar, sus políticas domésticas pueden repercutir seriamente en los Estados vecinos (presencia de minorías).

A efectos de estas páginas, concebimos el populismo como una estrategia o estilo político que se articula principalmente alrededor de tres ejes básicos: una retórica que se dirige directamente al «pueblo auténtico», sin pasar por sus representantes (democracia directa); una denuncia de la corrupción de las elites (antielitismo), a las que se culpabiliza de la situación presentada como catastrófica (política, socioeconómica, moral...); y un discurso identitario simplificador que expresa el rechazo y el miedo a un antagonista (inmigrantes, minorías, elites...) 3.

El objetivo específico de esta contribución consiste en ofrecer una panorámica de los partidos populistas, singularmente, en el mencionado Grupo de Visegrado, durante las últimas tres décadas. En primer lugar, a modo de aproximación y contextualización, nos referiremos al desarrollo histórico del populismo en Europa exponiendo sus etapas y evidenciando algunas diferencias entre su parte occidental y oriental. En segundo lugar, revisaremos las formaciones populistas más representativas presentes en los Estados del grupo de Visegrado, intentando referir su desarrollo histórico y exponer sus elementos discursivos básicos.

Notas sobre la evolución histórica del populismo en Europa

Examinar la evolución y situación de los populismos en ECE aconseja dibujar un marco general europeo. En primer lugar, su desarrollo ha sido posterior en comparación con la parte occidental en la que brotaron en los años ochenta del pasado siglo xx. Se suele mencionar como antecedente remoto el movimiento campesino desarrollado en Rusia a finales del siglo xix (narodniki), cuya influencia se dejaría sentir en varias regiones de Europa oriental a comienzos del siglo xx. Tuvo su etapa álgida entre 1860 y 1890 durante la cual se aproximó al ideario anarquista y revolucionario 4. Casi al mismo tiempo, pero en otras latitudes geográficas y sociopolíticas, se desarrolló en Estados Unidos, en un contexto de descontento generalizado de los granjeros del sur y el oeste, un importante movimiento político y social que derivó en la constitución del Partido del Pueblo (People’s Party) en 1890 5. Participó activa y exitosamente en las elecciones estatales y federales 6. Ambos movimientos pivotaron en torno a la situación del campesinado, aunque en contextos políticos y socioeconómicos diferentes, y destacaron por la elaboración de un discurso político con base en la contraposición del «buen pueblo» y la «elite corrupta», elemento que se asocia con el populismo.

En el siglo xx, en concreto, en su primer tercio, llaman la atención los regímenes totalitarios configurados en Europa. Aunque en un primer momento se aproximaron al populismo, en la práctica, presentaron un cariz más elitista que populista 7. En la Europa de la Guerra Fría, el populismo apenas tuvo presencia. De un lado, los Estados occidentales fueron refundados sobre la democracia y la moderación ideológica. De otro lado, en los Estados de ECE, los regímenes comunistas mantuvieron su dominación a través de un férreo control ejercido por el aparato burocrático, sin concesiones al pluralismo político. No obstante, es usual referir un episodio gestado en Francia a partir de 1953. Se trata de la Unión por la Defensa de los Comerciantes y Artesanos liderada por Pierre Poujade (poujadismo). En sus inicios apelaba a la defensa de los mencionados colectivos frente a las grandes superficies comerciales que comenzaban su implantación, además de la formulación de críticas hacia el régimen de la IV República. En 1956, obtuvo cierto éxito en las urnas logrando representación en la Asamblea Nacional (11,6 por 100 del voto y 52 diputados), pero, ya en 1962, se disolvió como partido político. Entre sus miembros se contaba el diputado Jean-Marie Le Pen, quien, justamente, una década más tarde, tras alejarse de ese movimiento, fundaría en 1972 el Frente Nacional 8.

En la década de los ochenta del siglo xx, hubo un auge de fuerzas políticas encuadrables en la llamada «derecha radical populista» (en contraposición a la extrema derecha tradicional) 9 en determinados países como Francia o Italia, donde estaban presentes el Frente Nacional y el Movimiento Social Italiano, respectivamente. Empezó, así, la primera etapa de populismo que fue etiquetado de diversas formas: «neopopulismo», «populismo neoliberal» o «populismo de derecha radical», entre otras. Electoralmente, aunque su apoyo fue reducido (en torno a un 10-15 por 100 del voto), estos partidos de extrema derecha desempeñaron un creciente y relevante papel en la vida política europea, tanto por sí mismos como por la influencia que ejercieron en las agendas, programas y estrategias de otras formaciones políticas integrantes de los sistemas de partidos en los que actuaban 10.

Durante los años noventa, la nómina de estas formaciones aumentó (Partido de la Libertad austriaco, la Liga Norte italiana o el Partido Popular danés), así como su apoyo electoral para consolidarse como actores políticos. Tras la ruptura del inicial cordón sanitario, acabaron por integrar coaliciones de gobierno o brindar apoyo mediante pactos 11. En Europa occidental, precisamente, el populismo se manifestó por medio de partidos políticos organizados y relativamente estables, no a través de movimientos sociales. En esta década, merece una referencia el caso de Forza Italia de Berlusconi porque establece una tendencia y anticipa, en cierto sentido, las actuales manifestaciones populistas. En pleno derrumbe del sistema de partidos italiano, el político italiano combinó hábilmente un acentuado liderazgo con la simplificación de los problemas políticos y del discurso político, las críticas a los partidos tradicionales, la utilización de medios de comunicación para dirigirse a sus seguidores y a la gente común a la que las elites ocultaban las «verdades». Se incorporaba así un estilo o forma de interacción entre el actor político y su público presente en la actualidad 12.

Una segunda etapa populista arrancó tras los ataques del 11-S de 2001 13. En concreto, las posteriores medidas e iniciativas adoptadas por motivos seguridad contribuyeron a legitimar el recorte de derechos y libertades fundamentales. Entonces, los partidos de extrema derecha endurecieron el discurso enfatizando cuestiones como la ley, el orden, la seguridad o la identidad nacional. Al hilo de lo anterior, acertadamente, Martín De la Guardia observa que la islamofobia ya era un componente del discurso de la derecha radical antes de los atentados contra las Torres Gemelas que, indudablemente, se intensificó desde esa fecha 14. En efecto, los partidos de derecha radical populista han recurrido, como motor de movilización política, a temáticas que han ido variando a lo largo del tiempo y adaptándose a las particularidades domésticas (corrupción, inmigración, minorías étnicas...). No obstante, dos asuntos han sido centrales en la construcción del imaginario y los discursos políticos: un discurso populista anti-establishment y un discurso de rechazo frontal a la población extranjera 15.

Una tercera etapa populista se desarrolló con ocasión de la Gran recesión que afectó a la UE desde 2008. En efecto, han proliferado en distintos países europeos fuerzas políticas, de creación reciente en la mayoría de los casos, que combaten con vehemencia a los partidos políticos tradicionales (consolidados o sistémicos) a través de un discurso característicamente antielitista y la apelación al pueblo. Son los casos, por ejemplo, del Movimiento 5 Estrellas (Italia), de Syriza (Grecia), del UKIP (Reino Unido) o Podemos (España). Las elecciones al PE de 2014 marcaron un hito, ya que algunos de estos partidos populistas obtuvieron un destacado apoyo electoral y la consiguiente representación institucional 16. Entonces, el populismo de izquierda prendió en los Estados meridionales europeos en un contexto caracterizado por la pobreza, los recortes sociales o el desempleo, mientras que en Estados como Austria, Suiza o los países escandinavos el temor a ser afectados por la crisis condujo a una reacción para la protección del bienestar (populismo de derecha) 17. En los países ECE, el crecimiento de las fuerzas populistas tuvo como desencadenante los movimientos de refugiados (2015) y la defensa de las identidades nacionales. Por consiguiente, el populismo puede subrayar perfiles diferentes (básicamente, socioeconómico o nacional-identitario).

En relación con lo anterior, debemos traer a colocación la cuestión de las causas del populismo. En sus inicios, Taggart entiende que el populismo europeo occidental constituye una reacción frente al consenso de postguerra articulado en torno a la socialdemocracia y a la economía mixta y forjado por las grandes familias ideológicas (democratacristiana, conservadora, liberal y socialdemócrata) 18. De aquí que se incida en su carácter neoliberal (anti-impuestos, pro-mercado), aunque también son detectables conflictos domésticos específicos (alta imposición, identidades nacionales, organización territorial o inmigración). En una línea semejante, aunque subrayando la dimensión cultural, Martín de la Guardia y Pérez Sánchez señalan que el populismo en Europa occidental «estaría relacionado con los cambios socioculturales provocados por el 68; además de la conocida emergencia de la nueva izquierda, también se habría desarrollado una contrarrevolución silenciosa en el otro lado del espectro político» 19.

En una línea más institucional, se destaca el hecho de que, desde finales de los años 90 y, más claramente, desde 2008, el sistema de partidos de Europa occidental muestra síntomas de agotamiento. Sus discursos tradicionales se enfrentan con una realidad distinta. Cuestiones estructurales como el desempleo o la corrupción, unidas a otras más coyunturales como la inmigración masiva, crean incertidumbre e inseguridad. Las fuerzas políticas clásicas parecen conectar menos con los ciudadanos, al tiempo que son incapaces de ofrecer alternativas viables y efectivas. En este contexto, las formaciones populistas se lanzaron a la arena política con simples manifiestos y propuestas carentes de fundamento teórico, obteniendo considerables réditos electorales. Unido al recurso a eslóganes simples y acertadas estrategias electorales y comunicativas (redes sociales, emocionalidad...), lograron una significativa repercusión entre los ciudadanos europeos preocupados por la desaparición de su estilo de vida y de su poder adquisitivo. En general, culpabilizaron de la situación a las elites políticas y económicas cuya única guía era la preservación de sus propios intereses y privilegios. Además, desde posiciones euroescépticas, o incluso eurófobas, arremetieron contra la UE responsabilizándola, parcialmente, de haber contribuido al actual escenario (recortes sociales, deslocalización industrial, desempleo...) 20.

En este apartado de las posibles causas, se observa una diferencia con los populismos de los países de ECE. El colapso de los regímenes comunistas de los noventa resultó ser consecuencia, en parte, de la movilización popular a través de movimientos sociales. Esto condujo al nacimiento de nuevas fuerzas políticas en la etapa poscomunista que encarnaban una versión mucho más conservadora del populismo 21. En las primeras contiendas electorales celebradas en estos países tras dicho colapso, la presencia de intensos sentimientos populistas fue aprovechada por partidos de nuevo cuño que recurrieron al discurso antielitista; en concreto, se erigían como representantes del pueblo frente a la elite política comunista. Aunque en buena parte estos partidos fueron efímeros, marcaron una línea discursiva futura caracterizada por el antielitismo y configuraron una atmósfera política propicia para el populismo. Martín de la Guardia y Pérez Sánchez escriben que «en el Este es obvio que estos movimientos parten de las revoluciones del 89 y del final de los sistemas comunistas en Europa, con la importancia de la recuperación del legado histórico y readaptación a los nuevos tiempos en el marco de las democracias poscomunistas» 22. Una nota resulta ser clave en el discurso político de estas fuerzas populistas: la idealización de etapas del pasado. Al igual que la extrema derecha populista occidental, estas hacen hincapié en cuestiones como la inmigración y la seguridad; sin embargo, añaden otras (en particular, en Eslovaquia, Hungría o Polonia) como el irredentismo, la identificación de valores religiosos y la homogeneidad étnica 23. Por último, sumemos la constante presencia de Rusia que es percibida como amenaza existencial (temor a la reconstrucción del espacio soviético) y fuerza cohesionadora de la sociedad.

Desde un punto de vista geográfico, en términos generales, se aprecia una prevalencia del populismo de derecha en el norte y en ECE que ataca a las elites en cuestiones nacionalistas o muy conservadoras (sentimientos e identidad nacional, orgullo patriota, culpabilización de extranjeros, minorías étnicas o religiosas), mientras que el populismo de izquierda, también con un discurso antielitista, es predominante en el sur y centra su interés en el capitalismo y la globalización 24. Detrás de esa distinción, se detecta un punto en común vinculado con el nuevo conflicto entre los «ganadores» y los «perdedores» de la globalización: la desnacionalización. En primer momento, este proceso fue aprovechado con éxito por las formaciones populistas de derecha. Pero, en el contexto de la Gran Recesión de 2008, el impacto de la desnacionalización ha sido utilizado desde las posiciones populistas de izquierda. En tanto los populistas de derecha privilegian las dimensiones políticas y culturales de la desnacionalización (defensa de la identidad nacional, la comunidad política nacional y el Estado-nación, soberanía nacional), los populistas de izquierda enmarcan los conflictos derivados de ese proceso en términos socioeconómicos (defensa del Estado de bienestar nacional, lucha contra las medidas liberalizadoras, defensa de los sectores productivos nacionales, oposición a la deslocalización de la producción) 25.

Por último, desde una óptica histórica-política, los actuales populismos de derecha, a diferencia de la antigua extrema derecha, no rechazan abiertamente el sistema democrático, aunque muestran tendencias autoritarias 26, ni repudian el orden económico liberal establecido, si bien proponen reformas más o menos profundas 27.

El populismo en los países del Grupo de Visegrado (1989-2019)

El populismo ha avanzado desde la década de los noventa del siglo xx en países como Eslovaquia, Hungría, República Checa y Polonia 28 donde surgieron nuevos partidos, en su mayoría, de centro-derecha y extrema-derecha que, en algunos casos, han alcanzado cotas importantes de poder político institucional, desplazando a los partidos políticos «tradicionales» 29. Sus señas de identidad son la formulación de críticas vehementes y directas a los partidos más antiguos, con el consiguiente enfrentamiento, acompañadas de la realización de propuestas reformistas de orientación diversa. En general, su discurso descansa en la consideración de que los males que aquejan actualmente al pueblo resultan del fracaso rotundo de las elites en términos morales y políticos junto con la corrupción. Mantienen, pues, un discurso y un programa político basado en elementos de movilización populista y de una enérgica crítica antielitista. En sus campañas electorales, dirigen el foco hacia las elites de la etapa de la transición a la democracia y recurren a la retórica de la «descomunistización» total del Estado y la lucha contra la corrupción. De este modo, cuestionan el consenso liberal fraguado durante la etapa de la transición entre excomunistas y disidentes 30.

En esta región, la novedad reside en el hecho de que no son organizaciones políticas sucesoras o herederas de partidos anteriores. En general, son formaciones de nueva creación que originaron nuevos y acentuados liderazgos (carecen de personalidades o figuras con relevancia en la política democrática) 31. Fueron constituidas de manera extraparlamentaria sobre la base de un discurso asentado en la transparencia, la rendición de cuentas, el combate a la corrupción y el fortalecimiento/recuperación del papel de los ciudadanos («democracia auténtica») y la crítica a las elites. Suelen rechazar la consideración de partidos políticos, por lo que recurren a denominaciones nuevas y a expresiones que los vinculen con movimientos sociales y populares, incluso cuando no poseen tal base popular. Es habitual que eviten la denominación de «partido» y la consiguiente dimensión ideológica (liberal, socialista, comunista...) para soslayar los modelos clásicos basados en la contraposición derecha e izquierda. Este rechazo a las ideologías tradicionales suele ir acompañado de apelaciones a la «nueva política».

A diferencia del occidente europeo, el populismo brotó en el contexto donde los partidos y los sistemas de partidos no alcanzaban un nivel de institucionalización suficiente, lo cual ha generado un tipo de populismo bastante específico 32. Precisamente el desafío populista a los partidos políticos convencionales de ECE está relacionado sobre todo con su falta (o débil) de institucionalización, así como con el desempeño de baja calidad de las autoridades públicas en estos países (cuestionamiento de la legitimidad de rendimiento) 33. A las transiciones de finales de la década de los ochenta, les siguió una frustración de las expectativas que produjo insatisfacción y desilusión política relativamente generalizada, unidas a graves problemas de corrupción. Los partidos políticos que habían obrado así fueron incapaces de atajar esta situación que derivó en una intensa crítica a las elites políticas y en una desconexión ciudadana con los partidos políticos. En opinión de Skolkay, hay muchas causas suficientes que conducen al populismo (legado comunista y autoritario, falta de trayectoria política independiente, cultura política, debilidad institucional, contraste entre expectativas exageradas y realidad sombría...), pero solo tres de ellas son necesarias: la crisis económica, el fracaso de las antiguas elites y la presencia de un líder carismático 34.

Hungría

En la actualidad, Jobbik y Fidesz son las dos principales fuerzas políticas populistas húngaras. La primera formación, Jobbik (JOBBoldali Iffúsági Közösség), remonta sus orígenes a 1999 cuando se constituyó como una asociación. Cuatro años después, tuvo lugar su conversión en partido político. En las elecciones europeas de 2009 obtuvo casi un 15 por 100 de los votos y tres escaños en el PE, lo que ejerció influencia sobre las fuerzas de centro-derecha que adoptaron algunas propuestas de Jobbik de modo que radicalizaron sus discursos y sus políticas 35. En 2010, logró el 16 por 100 de sufragios en las elecciones parlamentarias húngaras convirtiéndose en el tercer partido. Tras los comicios de 2014 y 2018, Jobbik ocupa la segunda posición en el Parlamento húngaro (actualmente cuenta con 26 de los 199 escaños).

Su discurso populista, recogido, por ejemplo, en documentos como el Manifesto Founding Charter (2003) y el Manifesto on the Guidelines for a future Jobbik-led Government (2017) 36, gira en torno a la defensa de la identidad nacional (raíces cristianas, comunidades tradicionales como la familia, las iglesias y la nación sobre las que se asienta la armonía social), la representación del pueblo, la superación de la división ideológica derecha-izquierda, la crítica a las elites gobernantes (éstas habrían traicionado a la nación húngara y actuado corruptamente) o a la inmigración y el multiculturalismo. También sobresale por su crítica a la UE a la que reclama la devolución de competencias y, en particular desde la crisis de 2008, acusa a sus instituciones de burocráticas y de estar distanciadas de los problemas diarios del pueblo 37.

Precisamente, uno de los afectados por esta notoria presencia electoral fue Fidesz (Fiatal Demokraták Szövetsége/Alianza de Jóvenes Demócratas). Su fundación se remonta a 1988 cuando surgió como un partido de centro-derecha moderado (en 1995, añadió a su denominación Unión Cívica Húngara/Magyar Polgári Szövetség). Desde 2010, en coincidencia con su vuelta al gobierno (desde ese año ha logrado tres mayorías absolutas consecutivas hasta 2018) y con una situación económica interna muy delicada, sus posiciones políticas han ido radicalizándose gradualmente, decantándose hacia posiciones populistas, nacionalistas y autoritarias y, en especial, adoptando posiciones críticas con la UE (euroesceptismo). Fue la estrategia adoptada para enfrentar la entrada en el Parlamento húngaro de un competidor electoral, Jobbik, cuya agenda política (inmigración, identidad nacional, minorías húngaras, relaciones con la UE) era similar. En los Estatutos de Fidesz reformados en 2017 se pueden observar referencias a la familia, a la tradición y el cristianismo o a la preservación de la identidad nacional 38. En este caso, al ser una formación que ocupa instituciones gubernamentales, es conveniente revisar su actuación.

En efecto, Hungría inició una deriva autoritaria que ha motivado enfrentamientos directos con la Comisión Europea (CE) (también con el Consejo de Europa). En esta línea, se pueden referir varios episodios. A finales de 2010, se aprobó la llamada «ley mordaza» (ley de medios de comunicación) que atentaba contra la libertad de prensa al contemplar un consejo de medios altamente politizado facultado para retirar licencias y cerrar medios de comunicación. En 2011, se estableció un nuevo texto constitucional, con el respaldo del líder de Fidesz, Viktor Orbán, que alteró la separación de poderes (fortalecimiento del poder ejecutivo a expensas del legislativo, del judicial y del Tribunal constitucional). En 2016, se convocó un referéndum sobre las cuotas de inmigración establecidas por la UE. Durante la campaña, estuvo presente una narrativa antiinmigración y xenófoba que vinculó a los inmigrantes y refugiados con el terrorismo y la delincuencia. En 2019, se ha aprobado una norma que incrementa el control gubernamental sobre las instituciones académicas, poniendo en cuestión la libertad científica y de investigación. Así, «en líneas generales, podemos hablar del caso húngaro como una muestra más de la emergencia de los “hombres fuertes” y el gran apoyo que suscitan en amplias capas de la población europea. Es lo que algunos politólogos [...] han bautizado como “populismo autoritario”» 39. Finalmente, Hungría constituye un caso que ejemplifica nítidamente la incidencia de las formaciones populistas en el sistema de partidos, en especial cuando este goza de escasa consolidación.

Polonia

Inició la transición a la democracia a principios de la década de los ochenta en medio de un amplio descontento popular que generó una profunda crisis económica, política y social. El proceso de reformas para la liberalización concluyó con la instauración de un sistema democrático mediante la aprobación de una Constitución (1997), que originó la Tercera República, poniendo así fin a la vigencia del texto constitucional de 1952 40. A primera vista, la presencia populista en este país puede encontrar una explicación parcial en la carencia de un sistema de partidos estructurado y relativamente consolidado 41; este sistema se encuentra muy fragmentado, lo que da lugar a frecuentes rupturas y fusiones. Así, Markowski señala que «tal es así, que los partidos polacos llevan 20 años formando, fusionando, cambiado sus nombres, sus políticos y su filiación política» 42.

En este contexto, los hermanos Jaroslaw y Lech Kaczynski, que habían formado parte del Partido Solidaridad liderado por Lech Walesa, fundaron en 2001 la formación Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwość/PiS) a la que imprimieron una base ideológica asentada en el catolicismo, el conservadurismo y el nacionalismo 43. Esta formación ocupó el Gobierno polaco entre 2005 y 2007, en coalición con la Liga de las Familias Polacas y la formación Autodefensa. Durante este trienio, ya apostó por la promoción de un proyecto de «Cuarta República» orientado hacia una democracia iliberal 44. Al igual que Hungría, este carácter iliberal ha implicado una deriva autoritaria que se manifiesta en las críticas a la libertad de información de los medios de comunicación, a la autonomía universitaria o el recorte de la independencia judicial.

Después, en 2015, infringiendo la Constitución polaca, la mayoría parlamentaria del PiS desmanteló el Tribunal Constitucional y asumió su control. Seguidamente, subordinó el Consejo Nacional de la Magistratura —que garantiza la independencia del poder judicial— al poder ejecutivo, mientras que desde el Ministerio de Justicia se realizó una purga en los tribunales polacos. En julio de 2018, tras su aprobación urgente en la Dieta polaca, entró en vigor la reforma legal que afectó al Tribunal Supremo de Polonia. Cerca de la mitad de los jueces de esta instancia judicial debía jubilarse de forma inmediata, pese a la previsión constitucional de un mandato de seis años. Conforme a la visión autocrática de Jaroslaw Kaczynski, un poder judicial independiente no tiene cabida en el sistema político polaco ya que debe someterse al control democrático. En este sentido, Krzywów entiende que responde a «la puesta en práctica del eslogan populista según el cual la mayoría parlamentaria es el representante exclusivo de la voluntad del Pueblo» 45. Precisamente, en relación con esta última reforma, la CE evidenció un riesgo inequívoco de violación grave del Estado de Derecho y, en consecuencia, en septiembre de 2018, decidió llevar al Estado polaco ante el Tribunal de Justicia de la UE debido a las vulneraciones del principio de independencia e inamovilidad judicial.

Obviamente, aunque no se sea factible establecer con precisión en qué punto o etapa de la transición del constitucionalismo liberal hacia el autoritarismo (democracia iliberal) se encuentra el sistema político polaco, para Krzywów, «por medio de los referidos cambios se ha llegado a plasmar en Polonia el concepto de autocratic legalism. Es una situación en la que la mayoría gobernante, bajo pretexto de llevar a cabo unas reformas socialmente deseables y utilizando formalmente el lenguaje de la democracia y las instituciones constitucionales, reduce el equilibrio y separación de poderes. Este proceso se manifiesta en la disminución del control sobre el poder ejecutivo, en el cuestionamiento del pluralismo de los medios de comunicación y en el asalto a la independencia de otros órganos constitucionales, en particular, del poder judicial. Otro concepto que se adecua a la situación actual de Polonia es el constitucionalismo populista que proclama la primacía de la voluntad del Pueblo sobre la Constitución, cuestionando la fuerza legal suprema de la Ley Fundamental. Como consecuencia de ello, los entes que se consideran a sí mismos como los únicos representantes de la voluntad del Pueblo se atribuyen el derecho de modificar libremente la Constitución, muchas veces haciendo caso omiso de los requisitos formales necesarios para hacerlo» 46.

La senda autoritaria, en general, y las medidas normativas adoptadas cuentan con el respaldo de un discurso populista sustentado en afirmaciones como la necesidad de «limpiar la casa, expurgando la corrupción y los agentes comunistas, [para lo] que precisamos de más poderes en nuestras manos, y, por tanto, debemos acabar con algunas restricciones constitucionales e institucionales» 47. En esta línea y según su narrativa, la democracia polaca habría sido secuestrada por las elites postcomunistas, en un ambiente conspiratorio donde las instituciones fundamentales de la democracia parlamentaria y de la economía de mercado fueron secretamente vendidas por los excomunistas y sus antiguos opositores. La misma transición polaca estaría marcada por un «pecado original» al ser fruto de la negociación en 1989 entre exdisidentes y excomunistas (pacto entre elites) que permitió la imposición, por los primeros, de su agenda liberal (democracia formal) y la aceptación por los segundos del capitalismo. Por consiguiente, los métodos autoritarios son necesarios para enfrentarse a gobiernos políticamente peligrosos y corruptos.

República Checa

Habitualmente, el caso checo es considerado un caso de éxito, tanto por la transición política realizada (incluida la división de Checoslovaquia), la estabilidad política adquirida como por el desem­peño económico logrado. Aunque tardíamente en términos relativos (2010-2013), también en esta república centroeuropea han proliferado partidos políticos populistas con un discurso antielitista, nacional-populista, euroescéptico, anticorrupción y antiinmigración. Veamos someramente el perfil de estas formaciones políticas que, aunque en algunos casos han tenido una existencia efímera, han influenciado el sistema de partidos.

En primer lugar, nos referiremos a la organización ANO (Akce Nespokojených Občanů/Acción de Ciudadanos Insatisfechos) que fue fundada en 2011 como movimiento protesta por el empresario multimillonario Andrej Babis (algunos encuentran similitudes en atención a su imperio económico, su comportamiento informal y su liderazgo con Silvio Berlusconi y, por ello, se refieren a Babisconi). Tuvo un ascenso fulgurante y, en 2013, ya formó parte como socio menor de una coalición de gobierno. Desde diciembre de 2017 hasta la actualidad (2020), su líder ha sido jefe de Gobierno checo.

En general, responde al prototipo de partido populista nacido de la indignación contra la elite política y del combate contra la corrupción. Maneja una retórica populista caracterizada por la crítica a los partidos y la política tradicionales, a la corrupción y la incompetencia («Somos ANO. No mentimos, no robamos y trabajamos para usted»), la apelación a la gente («Y escuchamos a la gente») o al pragmatismo y la gestión tecnocrática y eficiente 48. Se ha mostrado contrario a la inmigración y, en consecuencia, en 2015, rechazó las cuotas de refugiados propuestas por la UE por considerar que suponen una amenaza para la República Checa, aunque no puede calificarse de xenófobo y racista. También se opone al euro y a una mayor integración europea 49. Se ha utilizado la expresión «populismo economicista» o empresarial porque enfatiza la aplicación de los valores de la empresa privada a la política (ejercicio del liderazgo por profesionales de éxito, utilización de fórmulas tecnocráticas y gerenciales para racionalizar el funcionamiento de la administración pública y eliminar la corrupción), acompañado de una retórica anticorrupción dirigida contra la elite política y la administración pública 50.

En segundo lugar, mencionaremos al ya extinto partido VV (Veci Vrejne/Asuntos Públicos). Fue constituido en 2010 por el periodista y escritor Radek John; concurrió por primera vez a las elecciones parlamentarias de ese año y logró 24 de los 200 escaños del Parlamento checo. Ideológicamente, podía ser considerado de centro-derecha, si bien su discurso presentaba notas populistas. Este se articulaba sobre el combate contra la corrupción (denuncia la falta de transparencia, conflicto de intereses personales y clientelismo) que afectaba a los principales partidos (elites). De otra parte, defendía la promoción de la democracia directa (uso del referéndum a nivel nacional y regional, ampliación de la elección directa de cargos públicos tales como alcaldes y representantes regionales). Finalmente, la nota populista más clara de su discurso era su crítica a los partidos antiguos y a las elites. Pese a este discurso, primero, VV aceptó formar parte de una coalición de gobierno con fuerzas políticas a las que dirigía sus diatribas. Después, algunos de sus representantes y líderes se vieron envueltos en escándalos de corrupción, lo que, unido al abandono de la formación por parte de parlamentarios, motivó la incapacitación para concurrir a las elecciones parlamentarias de 2013. La organización se disolvió en 2015.

En tercer lugar, la organización ÚSVIT (Úsvit prímé demokracie/Amanecer de la Democracia Directa) surgió de un movimiento fundado en 2013 por el empresario checo-japonés Tomi Okamura. Se mostró partidario de la democracia directa para lo cual promovía la reforma constitucional (utilización de referendun, elección directa de la mayoría de los cargos políticos...) y defensor de la lucha contra los políticos corruptos. Como apunta Svačinová, el partido estableció una organización extremadamente minimalista con una estructura muy simple y centralizada (membresía cerrada con solo 9 miembros y fuerte posición formal del líder) 51. Okamura fue expulsado del partido por irregularidades financieras. En 2015, creó SPD (Svoboda a přímá demokracie-Tomio Okamura/Libertad y Democracia Directa-Tomio Okamura). A partir de aquí, adoptó posiciones propias de la extrema derecha al presentarse como euroescéptico, antiinmigración e islamófobo. En ocasiones, Okamura se ha declarado partidario de abandonar la UE 52 y, tras las elecciones parlamentarias de 2017, señaló que «queremos detener cualquier islamización de la República Checa, presionamos por la tolerancia cero de la migración» 53. También ha lanzado críticas contra la minoría romaní, los desempleados o los pobres (estos son culpables de su situación), además de utilizar el sentimiento antiinmigración que es elevado entre la población checa, a pesar del bajo desempleo, el aumento de los salarios y la relativamente poca inmigración real existente. El mensaje antiinmigración ha provocado que los principales partidos políticos rechacen el sistema de cuotas de refugiados fijado por Bruselas. Además, en el programa político del SPD pueden constatarse los elementos centrales del populismo: democracia directa (referéndum, revocabilidad de cargos públicos), críticas a las elites partidistas y la corrupción, defensa de la independencia y soberanía estatal (amenazada por integración europea) y la identidad nacional (enfrenta la inmigración ilegal, la islamización y, en general, la ideología multiculturalista). En conexión con el Brexit y en una línea eurófoba, en el referido programa se señala que «se está implementando un plan para un superestado europeo multicultural, donde la República Checa será una unidad administrativa insignificante. No podemos conformarnos con el futuro de este moderno protectorado [...] propondremos un referéndum sobre la retirada de nuestro país de la Unión Europea. Si los ciudadanos apoyan esta propuesta, procederemos de manera similar al Reino Unido. Activaremos el Artículo 50 del Tratado de Lisboa y comenzaremos el proceso controlado de nuestra retirada gradual [...] Las relaciones posteriores con los países europeos se regirán por el actual Tratado del Área de Libre Comercio Europea (AELC), que garantizará la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales, siguiendo el ejemplo de Suiza y Noruega» 54.

Eslovaquia

En este caso merece la pena destacar que el populismo arrancó y arraigó inmediatamente en el sistema de partidos eslovaco desde el comienzo de la etapa democrática. En efecto, desde 1992, las formaciones populistas lograron un amplio apoyo electoral, además de respaldar la configuración de mayorías parlamentarias para el sostenimiento de gobiernos de coalición. Esos partidos populistas pueden ser diferenciados entre populistas «duros» (autoritarios) y «blandos» (no autoritarios). Desde la independencia hasta la adhesión a la UE (2004), el protagonismo correspondió a los primeros organizados en el HZDS (Hnutie za Demokratické Slovensko/Movimiento por una Eslovaquia democrática) y el SNS (Slovenská Národná Strana/Partido Nacional Eslovaco). Los segundos, los «blandos», comenzaron a ganar relevancia política en torno a la adhesión eslovaca a la UE hasta convertirse en fuerzas políticas dominantes. Es, por ejemplo, el caso de SMER-SD (Dirección). El panorama populista eslovaco ha sufrido modificaciones que pasamos a comentar brevemente.

La formación HZDS fue fundada en 1991 por Vladimír Mečiar, líder de la independencia respecto de la República Checa. Tras ocupar la presidencia del Gobierno en tres ocasiones (dos como fuerza mayoritaria y una como minoritaria), entró en una etapa de pérdida progresiva de apoyo electoral y sucesivas escisiones, en particular, del ala más nacionalista. En las elecciones parlamentarias de 2010, el HZDS perdió todos sus escaños al no superar la barrera electoral del 5 por 100 y acabó desapareciendo en 2014. Aunque sufrió transformaciones en su ideario, en las primeras etapas, es decir, entre 1992 y 1998, su ala nacionalista disfrutó de un elevado protagonismo, popularidad e influencia gubernamental haciendo hincapié en temas como las relaciones interétnicas (discurso etnonacional contrario a las minorías romaní y húngara), el legado histórico eslovaco o la soberanía estatal (estatalidad), asuntos semejantes a los que componían la agenda del SNS. En el terreno económico, adoptó una posición populista izquierdista buscando frenar la privatización y liberalización. La salida del sector más nacionalista no significó que el HZDS dejase de ser una formación nacional-populista. Continuó la emisión de mensajes de corte nacional-populista, pero con menor frecuencia e intensidad. A diferencia del SNS o de SMER-SD, ya no actuaba como activador de situaciones conflictivas relativas a las relaciones interétnicas; más bien asumió un papel reactivo.

El partido SNS fue creado en 1990, declarando, inicialmente, su adhesión al legado del histórico SNS (éste existió hasta 1938). Salvo en el periodo 2002-2006 (una crisis interna motivó la caída electoral), ha tenido representación parlamentaria hasta las elecciones parlamentarias celebradas en febrero de 2020; en estas solo alcanzó el 3,16 por 100, porcentaje que le privó de escaños. Desde su nacimiento se distinguió por su apoyo al movimiento independentista eslovaco entre 1990 y 1992. Como ya hemos señalado, integró varias coaliciones de gobierno desde donde influyó en ciertas políticas públicas como educación o desarrollo regional. También pudo participar activamente en el discurso público e influir en el fortalecimiento del nacionalismo étnico, lo que implicó un cambio general en la atmósfera social, incluidas las relaciones interétnicas. Como partido, recurre a una retórica de derecha (autoritarismo, orden, valores tradicionales), anticomunista y nacionalista-radical (concepto étnico de nación). El SNS concibe la República eslovaca como un Estado nacional de eslovacos étnicos y promueve el concepto de asimilación con respecto a las minorías étnicas. Los líderes del SNS utilizaron una retórica de confrontación incesante, tono agresivo y declaraciones ofensivas dirigidas contra representantes políticos y miembros de minorías étnicas, en especial, contra los representantes electos de húngaros étnicos cuestionando su lealtad a la República eslovaca. El SNS han contribuido al debilitamiento sistemático del diálogo civil, particularmente en términos de interacciones entre la población mayoritaria y las comunidades minoritarias. A lo anterior, se añade su euroesceptismo recogido en su perfil web donde muestra su oposición a «un super-Estado europeo transnacional centralista o una visión de una federación fuerte con una reducción en la soberanía nacional y los principios de soberanía» 55.

Otra formación nacional-populista «blanda» es SMER-SD que se proclama un partido socialdemócrata. Fue fundada en 1999 por Robert Fico, tras abandonar este el Partido de la Izquierda Democrática. SMER-SD ha experimentado un desarrollo notable a medida que evolucionó de un partido no ideológico (pragmatismo) hacia uno que, según sus líderes, amalgama los valores del conservadurismo, la socialdemocracia y el liberalismo (incluso más tarde los de «izquierdistas, socialdemócratas y liberales nacionales») llegando a proclamar abiertamente su orientación socialdemócrata. No obstante, el elemento nacionalista ha estado presente sobre cuestiones vinculadas a las relaciones interétnicas e internacionales, la interpretación de eventos y figuras históricas, percepción general del desarrollo de la sociedad tras la caída del comunismo y las estrategias de coalición.

Entre 2002 y 2006, tras su acceso al parlamento eslovaco, desde la oposición realizó una crítica radical del Gobierno, al tiempo que prometía cambios fundamentales, con un discurso populista orientado a la movilización política. Tras los resultados de las elecciones parlamentarias de 2006, SMER-SD decidió integrar una coalición de gobierno con el SNS y el HZDS. En particular, su relación con el SNS motivó la crítica del Partido de los Socialistas Europeos (2006) que lo privó temporalmente de su condición de miembro. Ha mantenido una posición nacionalista sobre los temas candentes como los problemas de las minorías (ahora también la musulmana). Desde una retórica nacionalista antiinmigración, su líder Fico adoptó posiciones etnocéntricas con ocasión de la crisis de los refugiados (2015), en concreto, al criticar la ideología europea del multiculturalismo 56. En esta línea, la prensa ha recogido citas como «la política migratoria europea ha fracasado», «la multi-cultura es una ficción», «no aceptaremos refugiados musulmanes porque no se integran», «en suelo eslovaco no hay ni habrá mezquitas», o «no a la invasión del islam» 57.

Finalmente, haremos referencia a un conjunto de partidos de corte populista con menor presencia institucional. En primer lugar, Sloboda a Solidarita (SaS/Libertad y Solidaridad) fue fundado por el economista Richard Sulík 58. Al principio, mostró una orientación liberal, muy próxima incluso a posiciones libertarias (reducción de impuestos y del papel estatal en favor del sector privado). A partir de la contraposición entre «ciudadanos» y «viejos políticos», critica a las elites corruptas y demanda «nuevas soluciones». Más recientemente, en el marco de la crisis de los refugiados (2015) se ha inclinado hacia posiciones euroescépticas («eurorrealistas») y antiinmigración (su líder ha realizado declaraciones anti-islámicas).

De otra parte, está la organización Kotleba-Ľudová strana Naše Slovensko (Kotleba-ĽSNS/Partido Popular Nuestra Eslovaquia) está encabezado por Marian Kotleba (gobernador de la región de Banska Bystrica). Es un partido político populista (antielites), de extrema derecha y antecedentes neonazis 59. Su éxito y popularidad se basan en gran medida en la política de identidad (etnocéntrica) y ultranacionalista (posiciones prorrusas y contrario a la UE y la OTAN). Durante la campaña de las elecciones parlamentarias de 2016, utilizó el miedo «al otro» (los inmigrantes) logrando una considerable rentabilidad electoral (14 escaños en el Parlamento eslovaco) 60. En Eslovaquia, aunque la cuestión migratoria es transversal, Kotleba-ĽSNS se presentó ante el electorado como el partido que realmente protegería a la «Eslovaquia cristiana». También manejó argumentos de tipo antielitista y anticorrupción. Por ejemplo, atacó a los miembros eslovacos del PE calificándolos de traidores porque habían votado a favor de las cuotas de migrantes propuestas por la UE. Además de la inmigración, otros temas de su discurso son las minorías húngara y romaní (las calificó de «parásitos» y organizó marchas en su contra), la corrupción y la propia UE (pretende la salida de Eslovaquia de la UE y de la OTAN) 61. Kotleba-L’SNS adoptó un mensaje populista y una retórica antiinmigrante, xenófoba, antieuropeísta y homofóbica (critica las uniones homosexuales).

Por último, el panorama populista eslovaco incluye, de un lado, a los populistas conservadores del partido OĽaNO-NOVA (Gente Común y Personalidades Independientes), encabezado por el empresario Igor Matovič, quien controla un amplio número de periódicos regionales, y en cuyo programa se detecta una serie de elementos de índole populista como la crítica a las elites (corrupción, gestión pública ineficiente...) o la promoción de la democracia directa (fortalecimiento de referéndum, iniciativa legislativa, gobierno abierto...), aunque se muestra favorable a la UE y la OTAN 62; y, de otro lado, a la formación Sme Rodina (Somos Familia), constituida en 2015, y que está bajo la batuta del también empresario Boris Kollár 63. A partir del conservadurismo social, este partido adopta una retórica xenófoba, nacionalista y antiinmigración; aboga por la economía liberal, y es escéptico frente al euro.

A la postre, los partidos eslovacos legitiman el discurso de un partido extremista como Kotleba-L’SNS 64. Así, en la campaña de las elecciones parlamentarias de 2016, partidos políticos como SMER-SD y SaS asumieron similares posiciones etnocéntricas. Por su parte, la campaña electoral de 2020 estuvo focalizada en la lucha contra la corrupción siguiendo la corriente iniciada en 2018 a raíz del asesinato de Jan Kuciak.

Conclusiones

En los Estados ECE, desde las respectivas transiciones de 1989-1990, los partidos políticos mostraron una predisposición hacia cuestiones etno-nacionalistas. La recuperación de la soberanía política, la identidad nacional y las relaciones interétnicas se colocaron como temas centrales de la agenda política. La estrategia y el discurso populista (simplificación y emocionalidad) adoptados por las nuevas formaciones resultaban adecuados para ese contexto y temática. Más adelante, incluyeron cuestiones como la corrupción de las elites, la inmigración, en particular, la islamofobia, el euroescepticismo e, incluso, la eurofobia. Precisamente, el triunfo del Brexit en junio 2016 ha impulsado estas dos últimas dimensiones entre los partidos populistas, lo que evidencia un tacticismo palmario.

En el terreno ideológico-cultural, los populismos actuales de ECE también contribuyen al empuje de la contrarrevolución silenciosa, esto es, a la reacción contra los valores progresistas de postguerra y lo políticamente correcto. Además, al enfrentar la desnacionalización privilegian, en general, una dimensión política (identidad y soberanía nacional) y cultural (valores tradiciones).

Desde la óptica histórica, las formaciones políticas estudiadas tienden a la inestabilidad con frecuentes rupturas y disoluciones. Aparecen con relativa facilidad y rapidez vinculadas a personalidades (empresarios, periodistas...) que ejercen un acentuado liderazgo, más que a ideologías clásicas. A menudo, los partidos centristas o moderados (conservadores, liberales, socialdemócratas...) también adoptan la agenda y el discurso populista para afrontar la competencia electoral populista. En los ECE el populismo afecta a la totalidad del espectro partidista (excepto a las menguadas fuerzas de izquierda). Las distinciones interpartidistas parecen ser una cuestión del uso del discurso, más o menos, grosero, arrogante, xenófobo, islamófobo o antiinmigración. Así, el populismo, como estrategia o estilo político, parece erigirse en el único juego posible 65. No obstante, el examen realizado en las páginas previas de los países del grupo de Visegrado, una valoración ponderada y matizada del fenómeno populista exige, de una parte, considerarlo de manera más amplia y contextual para evitar sobredimensionar su importancia en Europa.


1 Acerca de esta relevancia, Vallespín y Bascuñán escriben que «este mismo año (2017) en que el populismo se ha convertido en el monotema político». Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán: Populismos, Madrid, Alianza Editorial, 2017, p. 28.

2 Por su parte, República Checa con una población de 10.649.800 habitantes (2,1 por 100 población UE-28) dispone de 21 miembros en el PE. Eslovaquia cuenta con 5.450.421 habitantes (1,1 por 100 población UE-28) y 13 parlamentarios europeos. En conjunto suman unos 63 millones de habitantes y 106 representantes en el PE. Fuente: Eurostat.

3 Por razones de espacio no es posible realizar una exposición detallada del concepto de populismo. En general, seguiremos a Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán: Populismos..., esp. pp. 55-57.

4 Los populistas entendían que Rusia podía alcanzar el socialismo gracias a la revolución campesina y al desarrollo de las comunas sin necesidad de transitar por la fase capitalista. Con la vista puesta en esa meta, en la década de 1870, miles de jóvenes recorrieron los campos rusos para difundir propaganda revolucionaria y educar al campesinado. El movimiento acabó fracasando. Sus miembros fueron arrestados o encarcelados o se exiliaron.

5 En 1875 se fundó la Alianza de los Granjeros, que realizó las Peticiones de Ocala en 1890, en las que se reivindicaba la creación de un banco de grano gubernamental, la propiedad estatal de los ferrocarriles, la elección directa de los senadores o el establecimiento de un impuesto sobre la renta. En general, se podría decir que demandaban un capitalismo más justo.

6 En 1892, su candidato a la presidencia de los Estados Unidos obtuvo más de un millón de votos, lo que representó 9 por 100 del voto total. Sobre estas dos experiencias populistas, véase Roberto García Jurado: «Las raíces del populismo. Los movimientos populistas del siglo XIX en Rusia y Estados Unidos», Argumentos, 23 (2010), pp. 267-288, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952010000200011&lng=es&nrm=iso (consultado el 31 de octubre de 2019). También Cas Mudde y Cristóbal Rovira: Populism: a very short introduction, Oxford, OUP, 2017, esp. pp. 22-23 y 32-33.

7 Ibid., p. 33.

8 Ibid., p. 34.

9 También es el caso del Vlaams Belang (su antecesor, el Vlaams Block, fue ilegalizado) en Flandes. Un interesante examen de la evolución de los movimientos de extrema derecha (discurso, programa y estrategia) y de su relación con la derecha conservadora y el fascismo puede verse en José Luis Rodríguez Jiménez: «De la vieja a la nueva extrema derecha (pasando por la fascinación por el fascismo)», Historia Actual On Line, 9 (2006), pp. 87-99.

10 Joan Antón-Mellón y Aitor Hernández-Carr: «El crecimiento electoral de la derecha radical populista en Europa: parámetros ideológicos y motivaciones sociales», Política y Sociedad, 53 (2016), pp. 17-28, esp. p. 18.

11 Ibid., pp. 18-19.

12 Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán: Populismos..., pp. 49-50.

13 Ruth Wodak: «Cómo se explica el auge del populismo en Europa», Euronews, https://es.euronews.com/2018/03/19/como-se-explica-el-auge-del-­populismo-en-europa (consultado el 11 de diciembre de 2019).

14 Ricardo Martín de la Guardia: «Nationalist Populism: New political parties in Europe. Their ideas, governments, and support for a less-integrated Europe», en David Ramiro-Troitiño et al. (eds): The EU in the 21st Century. Challenges and Opportunities for the European Integration Process, Cham, Springer, 2020, pp. 29-41, esp. p. 33. Como formaciones marcadamente críticas con la comunidad musulmana y el multiculturalismo, este autor menciona a PEGIDA (Patriotische Europäer gegen die Islamisierung des Abendlandes) y AfD (Alternative für Deutschland) en Alemania o la Lista Pim Fortuyn (Lijst Pim Fortuyn) y el Partido por la Libertad (Partij voor de Vrijheid) en Holanda.

15 Joan Antón-Mellón y Aitor Hernández-Carr: «El crecimiento electoral...», p. 23.

16 Ibid., pp. 18-19.

17 Ruth Wodak: «Cómo se explica el auge...».

18 Paul Taggart: Populism, Buckingham, Open University Press, 2000, p. 5.

19 Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo Pérez Sánchez: «Democracia sin liberalismo: El nacional-populismo en Hungría y Polonia (1990-2018)», en Álvaro Soto Carmona (coord.): La democracia herida. La tormenta perfecta, Madrid, Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco-Marcial Pons, 2019, pp. 181-182.

20 Ricardo Martín de la Guardia: «Nationalist Populism...».

21 Paul Taggart: «Populism and the Pathology of Representative Politics», en Yves Mény e Yves Surel (eds): Democracies and the Populist Challenge, Londres, Palgrave Macmillan, 2002, pp. 62-80, esp. p. 64.

22 Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo Pérez Sánchez: «Democracia sin liberalismo...», p. 182.

23 Ibid., p. 182.

24 Ruth Wodak: «Cómo se explica el auge del populismo...».

25 Jacques Rupnik: «From democracy fatigue to populist backlash», Journal of Democracy, 18(4) (2007), pp. 17-25.

26 Antón y Hernández señalan que «el tercer factor característico (tras haber reflexionado sobre los factores nacionalista y populista) de los partidos estudiados, [es] el autoritarismo. En este sentido el brillante concepto de Roger Griffin, «liberalismo etnocrático», explicita muy bien las propuestas de dichos partidos: «Las viejas culturas europeas autoritarias de derecha radical de los años treinta, tras su derrota en 1945, se han visto obligadas a reconvertirse para ser admitidas por el sistema, se han visto obligadas a asumir el liberalismo con todas sus consecuencias: alternancia del poder, renuncia a la violencia, imperio de la ley etc. etc. Aceptan la democracia parlamentaria y sus reglas, pero hacen una lectura autoritaria-conservadora de esta. Una lectura que fuerza los límites de los valores democráticos y que pretende la exclusión permanente y legalmente establecida de una parte de la población a la cual se le niega la nacionalidad y con ella unos plenos derechos. Un sistema de discriminación institucionalizado y validado democráticamente». Joan Antón-Mellón y Aitor Hernández-Carr: «El crecimiento electoral...», p. 22.

27 Ricardo Martín de la Guardia: «Nationalist Populism...», p. 32.

28 Andrej Skolkay: Populism in Central Eastern Europe. Thinking Fundamentals, IWM Junior Visiting Fellows Conferences, vol. 9, 2000, pp. 1-23, https://files.iwm.at/uploads/jc-09-11.pdf.

29 Parece poco adecuado denominar «tradicionales» a organizaciones políticas que databan de finales de la década de los ochenta. Desde luego, no es adecuada su comparación con la trayectoria de los partidos políticos de la mayoría de los Estados europeos occidentales. Quizás resulte más acertado mencionar su vinculación con las principales familias ideológicas europeas (democristiana, liberal, socialdemócrata y comunista).

30 Jacques Rupnik: «From democracy fatigue...», pp. 17-25.

31 Seán Hanley y Allan Sikk: «Economy, corruption, or floating voters? Explaining the breakthroughs of anti-establishment reform parties in Eastern Europe», Party Politics, 22(4) (2016), pp. 522-533, https://doi.org/10.1177/1354068814550438.

32 Hanspeter Kriesi: «The populist challenge», West European politics, 37 (2014), pp. 361-378.

33 Ibid.

34 Andrej Skolkay: «Populism in Central Eastern Europe. Thinking Fundamentals», pp. 1-23.

35 Ricardo Martín de la Guardia: «Nationalist Populism...», p. 37.

36 Manifesto. Founding Charter, https://www.jobbik.com/manifesto_0, y Manifesto on the Guidelines for a future Jobbik-led Government, https://www.jobbik.com/manifesto_on_the_guidelines_for_a_future_jobbik_led_government (consultados el 11 de diciembre de 2019).

37 Véase Programme for the 2019 European Parliamentary Elections «Safe Europe, Free Hungary», https://www.jobbik.com/safe_europe_free_hungary (consultado el 11 de diciembre de 2019).

38 Fidesz-Magyar Polgári Szövetség. Alapszabálya, https://fidesz.hu/documents/Fidesz_alapszab_2017.pdf (consultado el 11 de diciembre de 2019).

39 Fernando Vallespín y Máriam M. Bascuñán: Populismos..., p. 252.

40 Gema Sánchez Medero: «El sistema político de Polonia», en Gema Sánchez Medero y Rubén Sánchez Medero (dirs.): Sistemas Políticos en Europa, 2.ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 2014, pp. 313-348.

41 Ibid., p. 336.

42 Markowski, cit. en Gema Sánchez Medero: «El sistema político...», p. 336.

43 En el documento Program Prawa i Sprawiedliwości 2019 se recogen referencias a los valores cristianos, a la familia, a la comunidad nacional, a la Iglesia católica o la UE concebida como «Europa de las patrias». Puede consultarse en http://pis.org.pl/dokumenty (consultado el 11 de diciembre de 2019).

44 Gema Sánchez Medero: «El sistema político...», p. 341.

45 Adam Krzywoń: «La crisis constitucional en Polonia (2015-2017): Como cuestionar el sistema del equilibrio constitucional en dos años», Teoría y Realidad Constitucional, 41 (2018), pp. 359-379, esp. p. 377.

46 Ibid., p. 378.

47 Jacques Rupnik: «From democracy fatigue...», p. 22.

48 La web oficial del partido permite observar, tanto por escrito como gráficamente, la referida retórica populista. Véase https://www.anobudelip.cz/cs/o-nas/par-slov-o-ano/ (consultado el 19 de diciembre de 2019).

49 En la actualidad integra el grupo parlamentario liberal Renew Europe en el Parlamento Europeo, la rebautizada ALDE (Alianza de Liberales y Demócratas Europeos).

50 Eliska Drápalová: «República Checa: el Estado es la empresa», Revista Contexto, 110 (2017), https://ctxt.es/es/20170329/Politica/11679/Republica-Checa­-populismo-politica-economia.htm (consultado el 19 de diciembre de 2019).

51 Petra Svačinová: «The Dawn of Direct Democracy-Application of the Memberless Party Model», European Consortium for Political Research, https://ecpr.eu/Events/PaperDetails.aspx?PaperID=36609&EventID=96 (consultado el 11 de diciembre de 2019).

52 En concreto, declaró que «la Unión Europea no puede ser reformada. Solo nos dicta. Rechazamos el superestado multicultural europeo. Salgamos de la UE». Robert Muller y Jan Lopatka: «Far-right scores surprise success in Czech election», Reuters, 21 de octubre de 2017, https://www.reuters.com/article/us-czech-election-farright/far-right-scores-surprise-success-in-czech-election-idUSKBN1CQ0T3 (consultado el 11 de diciembre de 2019).

53 «La extrema derecha alcanza un sorprendente éxito en las elecciones de República Checa», Europapress, 22 de noviembre de 2017, https://www.europapress.es/internacional/noticia-extrema-derecha-alcanza-sorprendente-exito-elecciones-republica-checa-20171022013205.html (consultado el 19 de diciembre de 2019).

54 Véase el documento Politický Program SPD en la web oficial de esta formación política, https://www.spd.cz/program (consultado el 19 de diciembre de 2019). En particular, sobre el Brexit como inspiración para el SPD es interesante también la Resolución política de 17 de diciembre de 2019 recogida en https://www.spd.cz/novinky/6972-politicke-usneseni-spd (consultado el 19 de diciembre de 2019).

55 A este respecto, véase la web oficial del SNS https://www.sns.sk/o-nas/profil/. No obstante, es llamativo el tono moderado y positivo adoptado en la variada documentación disponible en esta web.

56 Robert Fico fue primer ministro eslovaco hasta marzo de 2018, cuando tuvo que presentar la dimisión por el caso Jan Kuciak (el asesinato de un periodista y su novia), siendo sustituido por Peter Pellegrini. Fico sigue liderando SMER-SD entre sospechas de corrupción. En las elecciones presidenciales eslovacas de marzo de 2019 obtuvo la victoria la liberal Zuzana Caputova con una campaña fuertemente focalizada en la lucha contra la corrupción. Con ocasión de esta victoria electoral se ha puesto de relieve su contraste con las tendencias populistas y euroescépticas reinantes en el panorama político eslovaco. Las elecciones parlamentarias de febrero de 2020 supusieron el fin de la etapa de tres lustros de SMER-SD al frente del ejecutivo eslovaco. En estos comicios logró el 18,29 por 100 de los sufragios (38 escaños), lo cual la convierte en el segundo partido en apoyo parlamentario.

57 «La ultraderecha, llave de Gobierno ante la falta de mayoría absoluta en Eslovaquia», El Mundo, 5 de marzo de 2016, https://www.elmundo.es/internacional/2016/03/05/56d9c40746163f0f558b456e.html (consultado el 11 de diciembre de 2019).

58 En las elecciones parlamentarias eslovacas de febrero de 2020, SaS obtuvo el 6,22 por 100 de los votos, que se tradujeron en 13 escaños, lo que le sitúa como quinta fuerza parlamentaria.

59 Jozef Zagrapan: «Slovakia», en Otto Eibl y Milos Gregor (eds.): Thirty Years of Political Campaigning in Central and Eastern Europe. Political Campaigning and Communication, Londres, Palgrave Macmillan, 2019, pp. 149-166.

60 Desde las elecciones parlamentarias eslovacas de febrero de 2020, es la cuarta fuerza política con 17 escaños (7,9 por 100 de los sufragios).

61 En la web oficial de Kotleba-ĽSNS está en marcha una campaña de recogida de firmas para respaldar ambas iniciativas. Véase http://www.naseslovensko.net/o-nas/ (consultado el 19 de diciembre de 2019).

62 El extenso programa de esta formación responde a un enfoque positivo, al tiempo que presenta un tono tecnocrático. Véase en http://www.obycajniludia.sk/program/ (consultado el 19 de diciembre de 2019). Tras la celebración de las últimas elecciones parlamentarias (2020), este partido logró situarse como primera fuerza parlamentaria con 53 escaños (25,02 por 100 de votos). De este modo, desde abril de 2020, Igor Matovic encabeza una coalición de gobierno compuesta por cuatro partidos: OLaNO, Sme Rodina, SaS y Za L’udí (Por la gente).

63 Obtuvo un porcentaje de 8,24 por 100 de sufragios (17 escaños) en las últimas elecciones parlamentarias de 2020.

64 Aaron Walter: «Slamophobia in Eastern Europe: Slovakia and the Politics of Hate», Connections, https://www.connections.clio-online.net/article/id/­artikel-4705.

65 En el referéndum húngaro de octubre de 2016 sobre el sistema de cuotas de reubicación obligatoria de refugiados decidido por la UE, el minoritario Partido Liberal Húngaro, con un representante parlamentario, fue la única organización que defendió ese sistema.