Ayer 115/2019 (3): 251-279
Sección: Estudios
Marcial Pons Ediciones de Historia
Asociación de Historia Contemporánea
Madrid, 2019
ISSN: 1134-2277
DOI: 10.55509/ayer/115-2019-10
© Gerardo Vilches
Recibido: 18-09-2016 | Aceptado: 05-05-2017
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La figura de Santiago Carrillo en la prensa satírica de la Transición

Gerardo Vilches

Universidad Europea de Madrid
gerardo.vilches@universidadeuropea.es

Resumen: Las revistas satíricas publicadas durante la transición española de la dictadura franquista a la democracia constituyen un espacio de comentario al proceso político que permite analizar las críticas que se hacían al mismo desde cierta izquierda. Este artículo propone, en concreto, un análisis de la figura del secretario general del Partido Comunista de España Santiago Carrillo entre la muerte de Franco y la firma de los pactos de la Moncloa. Asimismo, se pondrá de manifiesto el descontento de ciertos sectores hacia las renuncias que el PCE llevó a cabo y hacia el liderazgo de Carrillo.

Palabras clave: Santiago Carrillo, Partido Comunista de España, revistas satíricas, humor político, Transición.

Abstract: During the Spanish Transition to Democracy, one of the most vibrant forums for political commentary was the satirical press. In particular, this medium was used frequently by a certain sector of the left critical of the transition process. This article focuses on the depictions of the General Secretary of the Spanish Communist Party, Santiago Carrillo, from the death of Francisco Franco to the Moncloa Pacts. By so doing, this article sheds light on how certain sectors were unhappy with the PCE withdrawals and the leadership of Carrillo.

Keywords: Santiago Carrillo, Spanish Communist Party, satirical press, political humour, transition to democracy.

Cuando Santiago Carrillo falleció en septiembre de 2012, el discurso de la clase política y los principales medios de comunicación tuvo pocas fisuras: moría una personalidad clave en la Transición que antepuso los intereses de España a los de su partido o a los suyos propios. Se alabó su talante de hombre de Estado, dispuesto al consenso, que supo dejar atrás los fantasmas de la Guerra Civil 1. Es significativo que, grosso modo, el tono laudatorio fuera el mismo que predominó con la muerte de Manuel Fraga, fallecido ese mismo año. Tales loas refuerzan la visión de la Transición como «un proceso de cambio institucional dirigido por un grupo reducido de hombres de Estado que de manera altruista desarrollaron una compleja operación de ingeniería política motivada [...] por el empeño de traer la democracia a España» 2. En el caso de Carrillo, fue a partir de su retirada de la política cuando empezó el proceso de «construcción» de su figura como padre de la democracia, intelectual de prestigio e, incluso, «abuelo entrañable», mediante la reinterpretación de su biografía política 3, apoyada por las versiones de la Transición más legitimadoras 4.

En la actualidad, el debate en torno a la Transición sigue abierto. Historiadores como Javier Tussell han defendido la política pactista y reformista que guió la Transición 5, mientras que otros, como Ferrán Gallego o Nicolás Sartorius 6, critican que en ese discurso ha primado la importancia del pacto de elites por encima de la acción ciudadana y resaltan las renuncias y concesiones que los partidos de izquierda tuvieron que realizar para participar en el proceso. En el caso concreto del Partido Comunista de España (en adelante PCE), estas renuncias estuvieron marcadas por sus dificultades para obtener la legalización y la posición de desigualdad de fuerzas de la que partía con respecto a otras formaciones.

Este trabajo propone un acercamiento a la figura de Santiago Carrillo y su papel dentro del proceso de integración del PCE en la incipiente democracia española, en concreto en el periodo comprendido entre la muerte de Franco en 1975 y la firma de los Pactos de la Moncloa en 1977. Esta aproximación se llevará a cabo mediante el análisis de tres de las principales publicaciones satíricas de aquel momento, El Papus, Por Favor y El Jueves. Este tipo de prensa gráfica es relevante como fuente no solo por su difusión 7, sino porque el humor permitió en esos momentos cierto margen de crítica, aunque no exento de choques con la legislación vigente.

El humor gráfico como instrumento de crítica política

El humor ha acompañado al ser humano desde la antigüedad. De hecho, la historia del arte y de la literatura está llena de obras humorísticas. Según Manuel Álvarez Junco, «el humor es la capacidad humana para percibir aspectos ridículos o absurdos de la realidad y destacarlos ante los demás de forma ingeniosa. El humor nunca va dirigido a descubrir la verdad ni posee una precisión constructiva, ya que su misión es la opuesta, ir “a la contra” y evidenciar la mentira» 8. La sátira, pues, forma parte de los fundamentos de nuestra sociedad y se ha constituido históricamente en una herramienta de crítica al poder que además expone, a través de la ridiculización, los vicios y excesos de la sociedad. Por supuesto, España no es una excepción; la tradición literaria española tiene un componente humorístico profundamente arraigado en sus grandes obras maestras, desde El libro del buen amor hasta la poesía de Quevedo, pasando por El Lazarillo de Tormes o Don Quijote de la Mancha.

Aunque hay claros antecedentes, el humor gráfico apareció en la prensa a finales del siglo xviii. Se caracteriza por el uso de elementos icónicos combinados frecuentemente con elementos textuales. Se trata de una forma de comunicación muy sofisticada que requiere de un análisis especializado que se centre en la relación entre dibujos y textos. En palabras de Álvarez Junco, «la idea humorística debe ser establecida de la forma más “económica” posible» 9. Para ello, el humorista gráfico recurre a estereotipos, tópicos y clichés, pero también precisa de un lenguaje con símbolos propios que mediante la repetición logre la complicidad del receptor 10. Desde sus inicios ha mantenido una relación tensa con el poder al que satirizaba, siempre intentando transgredir y esquivar la censura del marco legal para cada momento. En España, el historiador Antonio Martín ha señalado como publicaciones pioneras relevantes La Campana de Gràcia (1870), El Garbanzo (1872) y Mundo Cómico (1872) 11. Más tarde, irían apareciendo nuevas revistas, ya con una presencia mayor del humor gráfico, como La Broma (1881) o La Caricatura (1884).

En 1941 nació La Codorniz, la revista humorística más importante del franquismo. Primero fue dirigida por Miguel Mihura, a quien sucedería Álvaro de Laiglesia a partir de 1944. En su etapa, el semanario llegó a vender 80.000 ejemplares 12. Con nombres como Tono, Chumy Chúmez, Mingote o Mena como colaboradores destacados, La Codorniz construyó un modelo de publicación que, aunque no estuvo exenta de sanciones por parte del régimen, se basaba en un humor de costumbres, relativamente blanco, en el que la actualidad política era aludida en raras ocasiones 13. Si bien durante la década de los sesenta mucha gente calificó a la revista como «roja», en opinión de Fontes y Menéndez «no se aparta un ápice del reaccionarismo rancio de los diarios españoles de los sesenta» 14. En los últimos años de vida de Franco, a partir de 1972, comenzarían a aparecer publicaciones humorísticas con un estilo más directo y mordaz, que acabaron desplazando a la decana del humor gráfico en España, desaparecida en 1978. Los periodos de transición política son especialmente fértiles para el humor, en opinión de Francesc-Andreu Martínez Gallego 15. Estas nuevas revistas se caracterizaron por forzar los límites de la legislación que regulaba la prensa, la Ley 14/1966, conocida popularmente como «Ley Fraga», que eliminó la censura previa, pero estableció un sistema de sanciones que contemplaba incluso el cierre definitivo de una publicación 16. Su artículo 2, causa de la mayoría de las sanciones a revistas satíricas hasta su derogación en 1977, protegía «el respeto a la verdad y a la moral». Esta legislación forzaba a los editores a autorregular sus contenidos y provocaba una situación de incertidumbre con respecto a qué podía publicarse. Al respecto, el escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán, director de Por Favor, escribía: «Por Favor ha vivido la época informativamente más difícil del franquismo [...]. Con la Ley de Prensa la cosa se complicó [...]. Pero el desmadre vino cuando los ministros aperturistas y no aperturistas se turnaban en un juego de bueno y malo que atontaba al profesional de la comunicación» 17.

Hermano Lobo (1972-1976) fue la primera competidora seria de La Codorniz. En sus páginas contó con algunos de los dibujantes más brillantes de su generación, como Chumy Chúmez, Manuel Summers, Miguel Gila o Forges, así como con la participación de Francisco Umbral. En este apartado, no obstante, vamos a centrarnos en los tres semanarios analizados en el artículo.

El Papus (1973-1986), publicado originariamente por Elf Ediciones, fue un producto derivado de Barrabás, una exitosa publicación satírica de temáticamente deportiva. El Papus contó con la plana mayor de aquella otra revista: Óscar Nebreda, Ja e Ivá. A ellos se irían uniendo dibujantes como Gin, Fer o L’Avi, y periodistas como Francisco Arroyo o Albert Turró, que firmaban bajo pseudónimos 18. Dirigida por Xavier Echarri y con la implicación del gerente y consejero delegado Carlos Navarro —perteneciente al grupo editorial del conde de Godó, que editaba la revista—, El Papus ofrecía un humor fresco y descarado, incluso soez, mediante el cual hablaba sin tapujos de cuestiones sociales y políticas. Se inspiraba de manera directa en publicaciones francesas como Hara-Kiri o L’Hebdo Hara-Kiri 19. Su espíritu ácrata e iconoclasta conectó con un público cómplice que permitió a la revista sobrevivir a dos cierres administrativos de cuatro meses, en 1975 y 1976, así como a numerosas multas y secuestros. En septiembre de 1977, tras recibir amenazas de organizaciones de ultraderecha como la Triple A, las oficinas de El Papus sufrieron un atentado con bomba que acabó con la vida del portero de la finca, Juan Peñalver, y causó cuantiosos daños materiales.

Por Favor (1974-1978) fue una iniciativa del empresario y diseñador José Ilario —responsable también del nacimiento de Barrabás, Bocaccio e Interviú—, en complicidad con Manuel Vázquez Montalbán, que ejerció la función de director. Otros colaboradores fundamentales fueron El Perich, Maruja Torres, Forges, Juan Marsé, Núria Pompeia y Vivés. Por Favor fue una revista claramente politizada e intelectual, alineada con la izquierda, y la parte escrita tenía un peso más importante que en sus competidoras. Según Ilario, sus ventas estuvieron siempre en torno a los 40.000 ejemplares y nunca fue una revista muy rentable 20. Además, fue cerrada durante cuatro meses por la administración en 1974, periodo en el que el mismo equipo realizó Muchas gracias.

El Jueves (1977-actualidad) fue también una iniciativa de Ilario, que contó con Gin, Romeu, José Luis Martín, Trallero o Vivés como principales colaboradores en sus inicios. En origen, nace con la intención de ser una actualización adulta de las clásicas revistas de historieta publicadas por Bruguera, con personajes recurrentes y estereotipos sociales y profesionales 21. Pronto, sin embargo, vira a una sátira costumbrista y política, especialmente con la incorporación de Ivá durante unos meses. Tras veintiséis números, el Grupo Zeta compra el semanario. Con múltiples cambios y una demostrada capacidad de renovación, El Jueves es la única revista satírica aparecida durante la Transición que se publica en nuestros días, dentro del grupo editorial RBA.

Análisis de la caricatura de Santiago Carrillo

Como hemos afirmado, el humor gráfico está conformado tanto por elementos gráficos como textuales. Por tanto, al analizar los chistes gráficos e historietas que aparecen en nuestra fuente no podemos simplemente limitarnos a analizar los mensajes escritos; es imprescindible atender a las maneras de mostrar a Santiago Carrillo, ya que la representación gráfica forma parte inseparable del mensaje que quiere transmitirse 22.

Un primer tipo de representación es el que podríamos denominar naturalista. El dibujante Guillén, por ejemplo, no exagera los rasgos físicos de Carrillo; su detallado retrato es bastante neutro, poco connotado, y el humor se obtiene mediante el contexto: el escenario, la situación o la ropa que lleva el personaje. Vivés también busca la comicidad a través del contexto incoherente, lo que Álvarez Junco denomina «relación incorrecta de dos elementos» 23, y cuando bosqueja personas reales, el dibujante realiza retratos con base fotográfica, sin caricatura.

En segundo lugar, existe un tipo de humorista gráfico que basa su dibujo en la síntesis, en la economía de trazo. Es un estilo que cuenta con amplia tradición en el humor español —desde Tono a Mingote— y que en la Transición tuvo su máxima expresión en El Perich o Núria Pompeia. Sin embargo, ellos no solían dibujar a personajes reales e identificables. Sí lo hacía Martínmorales, que, sin exagerar los rasgos de Carrillo, lo hace reconocible mediante el uso icónico de algunos elementos de su fisionomía, principalmente sus gafas y su calva.

Por último, encontramos una corriente de dibujo descuidado y trazo irregular que tiene como principal inspirador la publicación francesa Hara-Kiri (1960-1985) y, más en concreto, al autor Reiser. En España sus principales representantes se encuentran, durante la Transición, en El Papus: Ivá, Ja y, más lejanamente, Óscar Nebreda. De los tres, el que más veces dibujó a Carrillo fue Ivá, quien se lleva la figura del político a su terreno y lo representa como uno más de sus personajes, con la nariz grande y el cuerpo rechoncho. A pesar de que siempre hay algún indicio reconocible, es mucho más importante fijarse en otros elementos para entender su humor: la postura, la relación con otros personajes u objetos o la expresión del rostro. En el caso de Carrillo, siempre lo dibuja con cierto aire despistado e infantil, con expresión triste o ingenua. José Luis Martín, con un estilo cercano a esta escuela feísta, aunque más estilizado, dibuja a Carrillo sin buscar un verdadero parecido físico, como un icono: gafas, cigarro permanente, calva, tamaño pequeño, con un rostro feo y expresión pícara.

De la clandestinidad a la legalización: la etapa «benévola»

Una vez analizados los aspectos visuales de las representaciones gráficas de Santiago Carrillo, se procederá al análisis cronológico de sus apariciones en las revistas satíricas, puestas siempre en relación con los principales acontecimientos que vivió el PCE entre 1975 y 1977.

Tras la muerte de Franco, el PCE era visto como la mayor fuerza antifranquista, la que había vertebrado la lucha durante los años de dictadura. Sin embargo, los ecos de la guerra civil y la posguerra, que le granjeaban simpatías entre ciertas bases obreras, jugaban en su contra en un sector importante de la sociedad que, tras décadas de obsesiva retórica anticomunista, aún en 1975-1977 consideraba al PCE un partido con objetivos revolucionarios y totalitarios. En octubre de 1976 un 35 por 100 de la población estaba en contra de su legalización 24; en enero de 1977 un 34 por 100 de encuestados todavía lo calificaba como «no democrático» 25.

Cuando Carrillo y otros dirigentes regresan a España durante 1976 —sin poder abandonar aún la clandestinidad—, todavía creen en la posibilidad de que la presión de la calle desemboque en una huelga general de consecuencias políticas. En ese sentido, la huelga del 12 de noviembre de 1976 resultó insuficiente, en parte por la acción de las fuerzas de seguridad del Estado. Tras ella, en palabras de Juan Andrade Blanco, «los dirigentes comunistas cobraron conciencia oficialmente de que el respaldo social con el que contaban los partidos de la oposición resultaba suficiente para neutralizar el continuismo, pero no así para imponer la ruptura» 26. Una vez asumido este escenario, Carrillo tuvo claro que el objetivo prioritario debía ser la legalización del PCE 27 y que «la única vía para la sustitución pacífica de la dictadura por un sistema de libertades y derechos democráticos llevaba al entendimiento y a la negociación con las fuerzas herederas del franquismo que detentaban el poder» 28.

En Por Favor, Rafael Wirth manifestó por vez primera un apoyo claro a la legalización del PCE en abril de 1976: «Carrillo ha explicado sus ansias democráticas, ha hecho llamamientos a la reconciliación nacional y opina que de dictadura ni la del proletariado» 29. Durante el periodo que antecede a la legalización existe, dentro del contexto de la sátira, una postura de simpatía hacia Carrillo y el PCE, especialmente en el caso de Por Favor, que tuvo que defenderse de la acusación de ser «el portavoz de la ilegal Junta Democrática» en las fechas de la muerte de Franco 30. En palabras de Vázquez Montalbán, se le llegó a prohibir publicar una entrevista con Carrillo en los primeros tiempos del semanario 31, y meses después aún tuvo que negar la implicación de los periodistas Martí Gómez y Josep Ramoneda en la operación «Carrillo en el Ritz» 32.

Durante 1976 el PCE se concentró en convencer a sus adversarios políticos y a la opinión pública de su voluntad democrática y de consenso, y desplegó «una combinación de alardes movilizadores y mensajes tranquilizadores, tratando de presentarse a un tiempo como una fuerza que no puede ser ignorada y un actor responsable con el que es posible llegar a acuerdos» 33. Una prueba de ello la encontramos en la primera entrevista publicada en Por Favor, donde Carrillo menciona el estalinismo como un aspecto negativo del comunismo y aboga por una amnistía universal 34. Nada de eso sirve para cambiar, por el momento, la opinión del Gobierno, que teme el descontento del ejército y las acciones que un PCE legal podría llevar a cabo. Poco antes de su detención el 22 de diciembre de 1976, considerada por Carrillo un hito en el camino a la legalización —dada la movilización de las bases y los apoyos internacionales— 35, el dirigente comunista había desafiado a las autoridades concediendo una entrevista a medios franceses, que lo grabaron caminando por las calles de Madrid. Posiblemente fue durante esa visita cuando tuvo lugar un encuentro en el que estuvo presente Vázquez Montalbán en «un semideshabitado piso madrileño» 36. Esta visita motivó el siguiente texto aparecido en El Papus:

«Carrillo se pasea por Madrid.
Carrillo iba paseando tranquilamente por la capital [...] sin que [...] la policía se enterara o quisiera enterarse de que el ilegal Carrillo estaba allí.
[...] se abre en el panorama político español una nueva clasificación, la de la ilegalidad consentida, aunque no permitida. A Carrillo se le prohíbe entrar en España, se le niega el pasaporte y se persigue a su partido, pero, independientemente de estas consideraciones, se le permite pasear por Madrid [...].
Será que, en el fondo, los fascistas de ahora no son tan chulos como los de antes y están un poco acojonados ante la fuerza del Partido Comunista.
O que Carrillo ha cogido tal habilidad que a su lado Mortadelo es un aprendiz disfrazándose» 37.

Tras su puesta en libertad se publicó una historieta muy significativa en las páginas de El Papus: «Queda Carmona» 38, obra de Ivá y Carlos Giménez—dos de los autores del semanario más críticos desde fechas tempranas con el PCE—, quienes denunciaban el olvido de los militantes comunistas que permanecieron en prisión mientras Carrillo —dibujado de manera bastante neutra, sin intención humorística— era puesto en libertad en pocos días y con amplia cobertura informativa. Irónicamente, el preso que quedaba encarcelado en la historieta, Carmona, había sido detenido por realizar una pintada pidiendo la libertad para el dirigente comunista.

En los primeros días de 1977, cuando la legalización del PCE se había convertido en un debate candente, Por Favor volvió a manifestarse a favor de la misma a través de una nueva entrevista con Carrillo, en cuyo preámbulo Gómez y Ramoneda escribían: «Por Favor ofrece este retrato racional de Carrillo: un dirigente comunista en un país de Europa donde los partidos comunistas se presentan como una alternativa democrática» 39. En el siguiente número, el editorial del semanario ironizaba con unas declaraciones de Udina Martorell que calificaban a Carrillo como «un criminal de guerra» y que comparaban la habilidad para el disfraz del secretario general con la habilidad, más sofisticada, para pasar por liberal y demócrata «de toda la vida» de Udina Martorell 40.

El atentado ultraderechista que el 24 de enero acabó con la vida de varios abogados laboralistas en su despacho de la calle Atocha de Madrid tuvo un papel importante en la legalización del PCE. En opinión de Preston, Carrillo acertó al entender el atentado como una provocación deliberada que buscaba una reacción violenta de los comunistas que impidiera definitivamente su legalización 41. En palabras del propio Carrillo, con la manifestación posterior al atentado «los comunistas confirmábamos [...] nuestra fuerza y, al mismo tiempo, nuestro sentido de la responsabilidad, con lo que hacíamos prácticamente inviable nuestra exclusión de la transición democrática» 42. Sin embargo, cuando el 8 de febrero se promulgó el Decreto-ley de Asociaciones Políticas, Inscripción en el Registro y Sanciones, los estatutos presentados por el PCE y otras formaciones de izquierda fueron remitidos al Tribunal Supremo, que consideraría que contravenían el artículo 172 del Código. Por Favor ironizaba sobre esto con una ilustración alegórica en la que Suárez, caracterizado como un ángel, mostraba a un Carrillo vestido de mago pagano la luz del Espíritu Santo en el cielo, que representaba al Tribunal Supremo 43. No obstante, el atentado y su respuesta influyeron en Suárez, que a partir de entonces comenzó a valorar la posibilidad de legalizar al PCE antes de las elecciones 44, y puso en marcha el proceso negociador, con el punto culminante de la reunión secreta entre él y Carrillo del 28 de febrero.

Significativamente, Carrillo no le dedica demasiado espacio en su relato a las renuncias que ofreció a cambio de la legalización antes de las elecciones, pero estas son bien conocidas: la aceptación de la monarquía y la bandera rojigualda y el apoyo en un futuro pacto de Estado. Preston lo interpreta como un intercambio entre ambos políticos 45. Fue, en cualquier caso, una decisión personal de Carrillo que presentó poco después al Comité Central, que la aprobó casi de forma unánime pese a la desaprobación personal de algunos dirigentes 46. A partir de este momento y de estas renuncias de claro valor simbólico, varios colaboradores de los semanarios satíricos redoblan sus críticas o se desengañan de sus esperanzas de que el PCE mantuviera una postura beligerante contra el Gobierno. L’Avi, colaborador de El Papus, relata que «cuando hay las imágenes del Carrillo fumándose un puro en Semana Santa, que legalizan el Partido Comunista, cuando el tío llega y jura o promete lealtad al rey y a la bandera bicolor, es cuando Ivá dice: “este tío es un mangante, este tío es un vividor”» 47.

Suárez obró con suma precaución y hasta que se consumó la legalización evitó recibir públicamente a Carrillo o negociar con comisiones de la Platajunta que incluyeran a comunistas. Sobre esto ironizó Martínmorales al dibujar a Carrillo diciendo: «He decidido retirarme las veces que sean necesarias de las negociaciones con el gobierno para no entorpecer la imagen antidemocrática que muestra Suárez cada vez que se niega a admitirme en la comisión negociadora» 48.

Imagen 1
Suárez y Carrillo vistos por Guillén en su sección «Álbum de cromos»

Fuente: Por Favor, 140 (7 de marzo de 1977), p. 19.

La legalización del PCE llegaría, finalmente, el 9 de abril del 77, Sábado Santo 49. Tras la misma, que Carrillo recuerda como un triunfo personal, fue necesario un gran gesto público. El 14 de abril, en el pleno del Comité Central, se reconoció oficialmente la unidad de España, la monarquía y la bandera rojigualda. Carrillo justificó estas decisiones como una cuestión de responsabilidad: «En estas horas puede decidirse si se va a la democracia o se entra en una involución gravísima que afectaría no solo al partido y a todas las fuerzas democráticas de la oposición, sino también a los reformistas e institucionalistas» 50. Su intervención se remató con la sustitución de la bandera tricolor por la rojigualda, acto de un simbolismo innegable y de hondas repercusiones entre los militantes.

Pocos días después del pleno, Manuel Vázquez Montalbán publicaba su análisis en Por Favor:

«La que ha armado don Santiago. Conocedor de que cuando uno no quiere dos no se pelean, ha convertido parte de la reunión del Comité Central del PCE en un festival patriótico y monárquico. Don Santiago casi se envolvió en la enseña nacional [...]. En cuanto a la monarquía, de momento le dio un espaldarazo: “Si sigue siendo tan democrática, por nosotros no hay ningún inconveniente en que siga”. Los comunistas de este país, o al menos los comunistas que militan en el PCE y en sus partidos hermanos y primos, tienen que hacer un examen de conciencia y elegir entre seguir a Carrillo por la senda de la prudencia o liarse la manta a la cabeza y exponerse a que salgan los submarinos a la calle. Ahora bien, quedarse en la parcelita de la teoría o rasgarse las vestiduras entre bastidores no conduce a nada. ¡Qué tiempos aquellos en que todo estaba claro! ¡Qué rojo lo rojo! ¡Qué azul lo azul! Con Franco teníamos las ideologías hechas una patena» 51.

El análisis de Vázquez Montalbán expone las dificultades que implicaba el camino iniciado décadas antes con la política de reconciliación nacional, en tanto que ahora reclamaba renuncias para ser aceptado por los antiguos adversarios, al tiempo que requería mantener el compromiso y la fe de los militantes comunistas. «Contra Franco vivíamos mejor» es una célebre sentencia que, de hecho, se atribuye a Vázquez Montalbán, y que resume muy bien lo que supuso para el PCE integrarse en el sistema y tener que hacer política práctica, llegar a pactos y participar del consenso. Sabedor de esas dificultades, Carrillo se esforzó en presentar al PCE como una fuerza democrática y responsable, y en alejar el fantasma de la guerra civil y el totalitarismo. Parodiando esa visión trasnochada que tenía la derecha, Vivés en Por Favor dibujó a Carrillo como el diablo en un Tarot protagonizado por figuras políticas del momento 52. Pero El Papus, con una línea editorial más irreverente que su competidora, no justificó ni mostró comprensión hacia la moderación del dirigente comunista. Muy al contrario, cargó las tintas contra sus decisiones y satirizó sus apariciones públicas y declaraciones.

Y es que, en el contexto de la sátira, la normalidad democrática que buscaba el PCE pasaba por la ausencia de inmunidad ante la crítica. En Por Favor, con una línea más moderada en su crítica a la izquierda, esto no fue tan significativo como en El Jueves y, sobre todo, El Papus. Como han señalado varios colaboradores de este semanario, no había una ideología o una militancia clara en su trabajo: «Éramos ácratas e inconscientes [...] más que de izquierdas» 53; «[El Papus] era más ácrata que de izquierdas [...]. Porque también la izquierda recibía palos, creo. No, era muy libre, muy libertaria, hacía lo que le daba la gana» 54.

Otro motivo de crítica fue la adopción por parte del PCE del eurocomunismo. Eurocomunismo y estado se publicó en esas fechas con un impacto importante en la sociedad y en la clase política —Fraga alabó la obra—, aunque su aparición contribuyó a «acentuar las fricciones dentro del PCE y crear las condiciones que dieron pie a crisis posteriores» 55, sobre todo debido a la persistencia de dirigentes como Pasionaria y Gallego, muy cercanos a la Unión Soviética. Un editorial de El Papus, por ejemplo, calificó el eurocomunismo como «comunismo de derechas» y, en una doble pirueta irónica, como «la respuesta a tanto capitalismo de izquierdas» 56. Por su parte, Ventura y Nieto dibujaron una historieta en la que un votante se lamentaba de lo complicado que era decidir su voto. En la misma, los autores aludían a la moderación del PCE y la adopción de la política eurocomunista como motivo para no votar a esta formación: es una postura que está ya anunciando el desencanto 57.

El líder comunista declararía en una entrevista concedida a Por Favor, sobre las acusaciones de revisionismo, que «hemos entrado en una época en que el partido comunista y los comunistas perdíamos esa reputación que dificultaba nuestro entronque con las masas populares y adquiríamos una fisonomía que correspondía con lo que deseamos tener para colocar nuestra concepción del socialismo en la democracia» 58. Incluso llegó a calificar esa interpretación del comunismo como una «etapa de infantilismo» 59.

Campaña electoral y primeras elecciones generales

Durante la campaña electoral, las apariciones públicas de Carrillo provocaron un incremento de sus menciones en las revistas. A modo de ejemplo, podemos tomar una muestra de los siete números de El Papus y Por FavorEl Jueves solo contaba con tres números en el mercado— previos a las elecciones y contabilizar las apariciones de los cuatro líderes políticos principales tanto en dibujos como en textos. Es significativo que, en el caso de El Papus, se registren hasta dieciséis menciones a Carrillo, por veinte de Fraga y diecisiete de Suárez, lo que supone prácticamente un empate que deja muy lejos a Felipe González, con seis apariciones. Este semanario repartía sus chistes de un modo equitativo, por tanto. Por el contrario, en el mismo periodo, Por Favor concentraba sus contenidos en los líderes de la derecha. Fraga y Suárez aparecían treinta y siete veces cada uno, mientras que González lo hacía en catorce ocasiones y Carrillo en quince.

Es en estos momentos en los que comienza a ser retratado como un cura o un hombre religioso. Sus declaraciones sobre la Iglesia, con la que el PCE buscaba ya desde los tiempos de la clandestinidad un entendimiento, contribuyeron a la mofa. «Tengo, además, muy buenos amigos que son curas; excelentes amigos a los que yo quiero de verdad y cristianos que son excelentes camaradas. También yo he cambiado respecto a mis relaciones con la Iglesia», declaraba a Por Favor en una entrevista de 1977 60. Esta supuesta religiosidad de Carrillo fue un chiste recurrente. Se dice, por ejemplo, que si ganara el PCE las elecciones, «reconstruirán las iglesias y reclamarán la celebración de un Congreso Eucarístico conmemorativo de la caída del impío fascismo» 61. L’Avi afirma que este símil se debía también a su manera de hablar y a que «daba dogmas» pero no se los aplicaba a sí mismo 62.

En lo que respecta a los resultados electorales del PCE, atendiendo a las altas expectativas de sus dirigentes, pueden calificarse como un fracaso sin paliativos 63. Carrillo declaró que esperaba obtener entre un 19 y un 20 por 100 de los votos 64, previsión muy por encima de los resultados finalmente obtenidos: un 9,2 por 100, traducido en veinte diputados. Sin embargo, lejos de la autocrítica, en 1983 escribiría que esperaba un resultado no superior al 10 por 100; así se atribuía el acierto en su pronóstico, al tiempo que reprendía paternalmente a sus camaradas más jóvenes por su entusiasmo poco realista 65. Entre otras causas de los malos resultados, Calvo Romero cita la elevada edad de los comunistas que fueron candidatos 66. Esto no pasó desapercibido en las páginas de Por Favor, donde Martínmorales dibujó a Pasionaria y Carrillo agradeciendo una barandilla que habrían instalado en las escaleras del Congreso para que ambos pudieran bajar 67.

Llama la atención que los semanarios satíricos no dedicaran demasiado espacio a un análisis reposado de los resultados electorales. Por Favor se concentró en la rivalidad entre los dos partidos con los mejores resultados, Unión de Centro Democrático (en adelante UCD) y Partido Socialista Obrero Español (en adelante PSOE) 68, pero Vázquez Montalbán se muestra indulgente con el PCE. El director le dedica un texto ausente de sátira y que justifica los resultados tras admitir que «ha flojeado un poco el PCE en algunas zonas»: «Con todo, los comunistas han tenido más votos que Alianza Popular y es como para valorar este dato, porque los de Alianza tuvieron cuarenta años de impune legalidad y los comunistas cuarenta días de pune legalidad» 69. El escritor obvia en su análisis las altas expectativas de los dirigentes comunistas y las encuestas que se manejaban. Sin embargo, la mayoría de autores se limitaron a señalar los límites de este primer ensayo democrático y manifestaron su impaciencia e incomprensión hacia la victoria ucedista. La manifestación más explícita de este descontento la encontramos en la portada del cuarto número de El Jueves, un semanario que hasta ese momento había limitado su contenido político y favorecido un enfoque costumbrista. En dicha portada aparecía Adolfo Suárez caracterizado como un boxeador tramposo —una herradura cae de uno de sus guantes— bajo un rótulo rotundo: «Tongo» 70.

La etapa de consenso: de las elecciones a los Pactos de la Moncloa

Esta etapa denominada de consenso fue, significativamente, el periodo en el que las invectivas de los semanarios satíricos hacia la estrategia de pactos y renuncias del PCE se incrementaron, teñidas de un creciente sentimiento de desencanto, y la figura de Carrillo se convirtió en una de las más criticadas en sus páginas, si bien aún en julio de 1977 El Papus publicaba esta defensa:

«Carrillo, el “enemigo público número uno”.
En el fondo, uno ya le ha cogido un cariño enorme el [sic] camarada Carrillo. El hombre, que en este país ha tenido que luchar a brazo partido para renovar la imagen del comunismo, se está llevando palos por todas partes.
Por una banda, los de Alianza Popular, los tíos más violentos y agresivos que hay en España, continúan con su rollo de que los comunistas son intrínsecamente perversos [...].
Pero lo peor es que ahora los de Moscú, y por culpa del invento ese del eurocomunismo, han salido diciendo desde Tiempos Nuevos, revista del partio [sic], que Carrillo es un revisionista, y que está traicionando la causa comunista [...]. Atrapado por todas partes, a Carrillo solo le queda el apoyo sorpresivo de la Pasionaria, el PC italiano, el francés y la simpatía de esta casa» 71.

Pero lo cierto es que el escepticismo llegó a aparecer en fechas tan tempranas como diciembre de 1975, con una historia de Ivá en El Papus que retrata a un líder de izquierda sin identificar siendo sobornado por un funcionario del Gobierno con un jamón, por el que abandona a sus compañeros y «la revolución» 72. En la misma línea realizaría años después, junto a Carlos Giménez, «Lid», una historia alegórica, ambientada en un mundo de fantasía medieval, en la que un pueblo oprimido envía a su campeón a luchar contra el de la clase dirigente para liberarse de la injusticia. Tras vencer, el campeón de los oprimidos es agasajado por sus enemigos, lo que provoca que olvide su causa y a sus protegidos 73. Esta postura, aunque no centra su mirada sobre ningún político en concreto, se refleja en los comentarios de Andrade Blanco sobre la cooptación simbólica de Carrillo 74 y refleja el desencanto de los militantes de base hacia los políticos que dirigieron el proceso.

En cualquier caso, la nueva política del PCE y la postura de Carrillo como «hombre de Estado», con constantes llamadas a la responsabilidad política y a la moderación, generarían múltiples críticas por parte de las mismas revistas que antes de la legalización del partido, en líneas generales, apoyaban su figura.

Así, Ivá se encuentra entre los autores más críticos con él en este periodo. Describe en una historieta a un Carrillo cansado y resignado, que se lamenta de que González no quiera pactar con él, Suárez decida formar gobierno en solitario y la Pasionaria lo llame «cagao». «Pues si lo sé no vuelvo», concluye el secretario general 75. En el segundo número de El Jueves aparecía la imagen de una sonriente Dolores Ibárruri que afirmaba que «Carrillo es un facho» y los textos: «Pánico en el PCE» y «La Loles no se aprende el papel» 76. En el mismo número, Ángel de la Font también alude a la pareja de dirigentes comunistas a través de su sección «Mac Sánchez y esposa», consistente en un diálogo entre un ficticio matrimonio de un franquista y una progre. Significativamente, es él quien critica a Carrillo por su moderación: «Ahí está Santiago Carrillo por televisión engañándonos a todos con buenas palabras... Je, je... Menos mal que “La Pasionaria” se encarga de desmentirlo diciendo que eso son bobadas de Carrillito» 77. Otro excelente ejemplo consiste en un poema que ironiza sobre la postura moderada de Carrillo:

Su mesura y su pudor,señor
transforman en mar el lago,
Santiago
y en flores hoz y martillo,
Carrillo.
O se acaba este baratillo
o hasta el mismo Blas Piñar
sus posturas va a apoyar,
señor Santiago Carrillo 78.

Imagen 2
Carrillo lamentando su situación, según Ivá

Fuente: El Papus, 164 (9 de julio de 1977), p. 22.

Es interesante analizar una historieta de José Luis Martín en la que el autor imaginaba un día cualquiera en la vida de Carrillo y que resume los principales elementos de la sátira que se le hacían al secretario general en estos momentos: el desencuentro con la Unión Soviética, las fricciones con Pasionaria o su renuncia a ciertos símbolos. Así, vemos cómo sufre un par de atentados de la KGB, se hincha a comer —«¡Hay que ver cómo saben comer estos burgueses de mierda!»—, se niega a levantar el puño porque hay fotógrafos presentes, reza cuatro veces al día —de nuevo la parodia presenta a Carrillo como un hombre religioso— y recibe anónimos insultantes que atribuye a Pasionaria 79.

Imagen 3
Carrillo se niega a levantar el puño en un mitin debido a la presencia de la prensa, según historieta de José Luis Martín

Fuente: El Jueves, 8 (15 de julio de 1977), p. 9.

En Por Favor, poco después, Vivés realizaba un falso reportaje paródico 80 en el que el secretario general aparecía posando en su casa y atendiendo a la prensa. A través de los elementos de su ficticia residencia, el autor incide en las mismas críticas que podemos encontrar en la historieta anteriormente analizada. Carrillo aparece rodeado de lujo en una casa solariega, con abundantes símbolos religiosos mezclados con los comunistas: un crucifijo aparece junto a un póster de Karl Marx, por ejemplo. Carrillo aparece incluso disfrazado de papa —«En cuanto me quedo solo me encanta disfrazarme», acompaña el texto—. En alusión a su progresivo distanciamiento con la Unión Soviética, aparece una fotografía de Breznev llena de dardos, así como un muñeco de vudú atravesado por alfileres. El tono de los textos parodia la prensa del corazón y refuerza la imagen de lujo y frivolidad que quiere darse de esta imaginaria vida cotidiana de Carrillo.

Imagen 4
La imaginaria residencia de Carrillo ilustrada por Vivés.
En la imagen puede apreciarse la mezcla de símbolos
cristianos y comunistas

Fuente: Por Favor, 162 (8 de agosto de 1977), p. 22.

A partir de junio de 1977 el PCE asumirá una nueva línea política denominada «política de concertación democrática», que se basaba fundamentalmente en la reivindicación de un gobierno de concentración nacional con presencia de los comunistas, un caballo de batalla consecuente con la política de consenso y con la necesidad de romper la tendencia al bipartidismo de UCD y PSOE 81.

En una entrevista concedida a Por Favor, Carrillo incidía sobre todo en el peligro de involución: «Vemos, como única salida, la creación de un contrapeso político a los factores que puedan amenazar una situación y ese contrapeso es una política de concentración nacional» 82. El secretario general reiteró de forma insistente esta propuesta hasta límites ciertamente muy parodiables: «Santiago Carrillo pide un café y un gobierno de concentración en el bar de las Cortes. Más tarde, al salir pidió un taxi y un gobierno de concentración», rezaba un chiste de El Perich 83.

A pesar de que esta propuesta nunca llegó a cristalizar debido a la oposición, por un lado, de la mayor parte de la UCD a un pacto que incluyera a los comunistas y, por otro, del PSOE, embarcado en una estrategia para alcanzar el poder en solitario 84, el PCE apoyó de manera entusiasta los dos grandes acuerdos que la política del consenso se marcaba como objetivos: los Pactos de la Moncloa y la Constitución.

Los Pactos de la Moncloa, firmados por los principales partidos políticos y, tiempo después, aceptados por Comisiones Obreras (en adelante CCOO) y la Unión General de Trabajadores (en adelante UGT), fueron la respuesta del Gobierno a la grave crisis económica por la que atravesaba el país, pero también a la inestabilidad política. De hecho, en la tercera y última entrevista concedida por Carrillo a Gómez y Ramoneda en Por Favor —en la que ambos periodistas se muestran más críticos e incisivos que en las anteriores ocasiones— afirmaba que la situación del país, muy grave, justificaba estos pactos 85.

Aunque la postura del PCE ante los acuerdos se argumentó como una estrategia a largo plazo que observaba «una ampliación de la intervención estatal y una reestructuración del gasto público que [...] creaban las premisas para una progresiva socialización de la producción» 86, Andrade Blanco encuentra difícilmente creíble «que los Pactos de la Moncloa fueran un paso conducente al socialismo dentro de la estrategia eurocomunista» 87. Carrillo los explicó como una renuncia coyuntural y un gran logro en el que el PCE había desempeñado un papel clave. En términos pragmáticos, su apoyo a los Pactos le había reportado un protagonismo parlamentario mayor que el ganado en las urnas. En sus Memorias de 1993, Carrillo los elogia como un logro de todos y los califica como «el paso más importante dado por las fuerzas políticas para asegurarla [la transición democrática]» 88. Andrade Blanco afirma que «la adhesión al pacto del PCE fue, sobre todo, una importante conquista para el Gobierno, porque implicaba en la ejecución de medidas ­impopulares al referente político de la organización sindical más importante y combativa, CCOO 89».

Pese a la racionalización de Carrillo, las duras condiciones laborales que se impusieron a la clase trabajadora dieron lugar a una crítica sin ambages desde las páginas de los semanarios satíricos. El ejemplo más claro se encuentra en una portada de El Jueves en la que aparece un obrero subiéndose los pantalones, visiblemente dolorido, con el texto: «Aprobado el acuerdo de la Moncloa. Nos han pactado por detrás» 90. Es decir, se plantea que el acuerdo se ha aprobado a espaldas del trabajador y lo han aprobado «ellos» —sujeto elíptico del titular—, o sea, los políticos. Otro buen ejemplo lo encontramos en una sección de Martínmorales en Por Favor, en la que dibuja a unos obreros preguntándose por qué, si la clase trabajadora no ha tenido la culpa de la crisis, la izquierda ha firmado los Pactos 91.

Mientras tanto, el secretario general del PCE insistía en la vía eurocomunista 92 y en el distanciamiento con la Unión Soviética como estrategias para lograr la definitiva aceptación de la sociedad española. Esta postura fue, probablemente, la que motivó que se cancelara la intervención de Carrillo en los actos conmemorativos por el LX aniversario de la revolución de octubre que tuvo lugar en Moscú. Airado, declaró a la prensa que «aquí solo habla quien ellos quieren» 93. Ivá, por su parte, dibujaba una viñeta sobre el suceso en El Jueves, donde publicaba temporalmente antes de ser contratado de nuevo por El Papus. En ella Carrillo y Pasionaria mantenían este diálogo:

«Carrillo: Pues en Madrí, el señor Suárez bien que me deja desir lo que quiero.
Pasionaria: Hombre, Santiago, ten en cuenta que aquí son comunistas de verdá, y se avergüenzan de oirte decir chorradas... En el fondo, para ellos no dejas de ser como un hijo... un hijo tonto, pero un hijo...
Carrillo: ¿Pues sabes lo que te digo, Lola...? Que con Franco vivíamos mejor.
Pasionaria: Eso sí, al menos tú, que con el cuento de lo del exilio, vivías en París como Dios sin dar golpe» 94.

Uno de los gestos más significativos, no obstante, fue la renuncia al leninismo, hecho sin precedente en ningún partido comunista europeo 95, que fue anunciada públicamente en un viaje a Estados Unidos en noviembre de 1977, en el que Carrillo, motu proprio, declaró además estar a favor de las bases militares estadounidenses en suelo español. Este viaje coincidió con otro de Felipe González y ambos fueron comentados por el escritor Joan Fuster, quien, con un marcado tono antiamericanista, critica a los dos líderes de la izquierda por sus concesiones y por hacer el trabajo del Gobierno: «Más apertura de piernas ya no es posible» 96. Como sucediera con las concesiones que pactó con Adolfo Suárez, de nuevo este gesto es una iniciativa personal de Carrillo que, a posteriori, el Comité Central tuvo que convertir en línea oficial, como señala, entre otros, Manuel Azcárate 97. Es revelador que lo que Carrillo recordara de aquel viaje en sus Memorias fuera su alegato a favor de un mundo multipolar; nada mencionaba de esta renuncia al leninismo 98. Ivá no dejó pasar la ocasión para criticar la estrategia de Carrillo, al que dibuja disfrazado de Groucho Marx afirmando que «no solo los de Alianza Popular van a tener gracia para estas cosas» 99, en alusión a su moderación y a su manera de disfrazar su ideología. En las mismas fechas, el clima de enfrentamiento entre Carrillo y diferentes sectores tanto del PCE como de la izquierda más radical motivó un irónico titular de El Perich en Por Favor: «La derecha acusa a la izquierda de intrusismo por sus ataques a Carrillo» 100.

Conclusiones

La política que sostuvo el PCE desde 1956 hasta las elecciones de 1982, bajo el liderazgo prácticamente incuestionado hasta los últimos años de Santiago Carrillo, estaba orientada a la reconciliación nacional, primero, y a la integración del partido en la nueva democracia, después. Motivado por la imposibilidad de la ruptura con el franquismo y consciente del apoyo limitado de la sociedad española en su conjunto, Carrillo se centró en las necesidades coyunturales, pragmáticas, y logró insertar al PCE en el sistema democrático disipando la imagen negativa que aún tenía en los setenta para buena parte de la sociedad. En ese escenario se esforzó en ofrecer una imagen responsable y democrática, y primó el pacto con el Gobierno ucedista por encima no solo del ideario de su propio partido, sino también de los pactos con otras fuerzas de izquierda, a las que el dirigente comunista menospreciaba. A través de una dinámica pactista y concesiva, Carrillo intentó que el PCE fuera una fuerza relevante en la construcción de la nueva y aún débil democracia, y asumió como prioridad en su política el sentido de Estado.

Tras una primera etapa de apoyo y crítica benévola, las revistas satíricas analizadas no valoraron los beneficios de dicha moderación o las consecuencias que habría tenido una hipotética radicalización del PCE. Salvo algunas excepciones, el apoyo que estas publicaciones dispensaron a Carrillo hasta la legalización del partido se tornó rápidamente en desencanto tras la aceptación de la monarquía, los resultados de las primeras elecciones y, sobre todo, con la política de consenso y de acercamiento a la UCD. No puede despreciarse, pese a esto, el peso que jugaron la fuerte personalidad y la trayectoria política del secretario general: el viejo dirigente comunista, revestido de la mitología de los oscuros años de la lucha antifranquista, los pintorescos episodios clandestinos, su ingenio agudo y, por qué no decirlo, su aspecto físico, fueron factores que influyeron en la frecuencia con la que era caricaturizado, así como en el tipo de parodia.

Los tres semanarios analizados, y en especial los autores de El Papus más politizados, como Ivá o Carlos Giménez, asumieron rápidamente el desengaño de ciertos sectores que muy pronto se vieron decepcionados por el proceso de transición, especialmente tras los Pactos de la Moncloa. De este modo, el discurso mayoritario de estas revistas pasó de estar cerca de la oposición democrática moderada a una posición ideológica afín a los militantes desencantados del PCE y de las formaciones a su izquierda. Las cifras de venta demuestran que estos semanarios supieron conectar con cierta parte de la sociedad crítica y descreída con el proceso de cambio político. Por todo ello, su análisis sirve para comprobar cómo muchas de las corrientes de opinión que hoy abogan por una revisión crítica de la Transición estaban en la calle ya entonces, en el día a día del que el humor gráfico fue cronista privilegiado y parte implicada.


1 Juan s: «Santiago Carrillo en la Transición. Historia y mito del secretario general del PCE», Historia del presente, 24 (2014), pp. 59-76, esp. p. 59.

2 Ibid., p. 60.

3 Sergio Gálvez Biesca: «La “construcción” de Santiago Carrillo (1983-2012)», Historia del presente, 24 (2014), pp. 77-92, esp. p. 84.

4 Si bien existe una visión de la Transición que podríamos calificar de idealizada, hablar de «versión oficial» es discutible en tanto que las versiones que circulan son plurales y muy distintas entre sí. Véase Santos Juliá: «Cosas que de la Transición se cuentan», Ayer, 79 (2010), pp. 297-319, esp. p. 300.

5 Javier Tusell: «Por una historia revisionista de la Transición», Claves de Razón Práctica, 115 (2001), pp. 11-13.

6 Ferrán Gallego: El mito de la Transición. La crisis del franquismo y los orígenes de la democracia (1973-1977), Barcelona, Crítica, 2008, y Nicolás Sartorius y Alberto Sabio: El final de la dictadura. La conquista de la democracia en España (noviembre de 1975-junio de 1977), Madrid, Temas de Hoy, 2007, p. 778.

7 El Papus alcanzó unas ventas de 236. 000 ejemplares en 1976. Véase María Iranzo: «El Papus: una revolución satírica que copó la crítica humorística española de julio de 1975 a marzo de 1976», Tebeosfera, 12 (2016), https://www.tebeosfera.com/documentos/el_papus_una_revolucion_satirica_que_copo_la_critica_humoristica_espanola_de_julio_de_1975_a_marzo_de_1976.htm#_ftn1). Por Favor se estabilizó en 40. 000 ejemplares. Véase Ignacio Fontes y Manuel Ángel Menéndez: El parlamento de papel. Las revistas españolas en la transición democrática, vol. I, Madrid, Asociación de Prensa de Madrid, 2004, p. 549. El Jueves pasó de los 100. 000 en 1980. Véase Francesca Lladó: Los cómics de la transición, Barcelona, Glénat, p. 25.

8 Manuel Álvarez Junco: El humor gráfico y su mecanismo transgresor, Madrid, Antonio Machado Libros, 2016, p. 38.

9 Ibid., p. 155.

10 Ibid., pp. 155-161.

11 Antonio Martín: Los inventores del cómic español, 1873-1900, Barcelona, Planeta DeAgostini, 2000, p. 10.

12 Iván Tubau: El humor gráfico en la prensa del franquismo, Barcelona, Mitre, 1987, p. 68.

13 Manuel Barrero: «Humor crepuscular en La Codorniz durante el posfranquismo (1971-1977)», en Enrique Bordería Ortiz, Francesc Martínez Gallego y Josep Lluís Mompart (eds.): El humor frente al poder. Prensa humorística, cultura política y poderes fácticos en España (1927-1987), Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, pp. 131-151, esp. p. 133.

14 Ignacio Fontes y Manuel Ángel Menéndez: El parlamento de papel. Las revistas españolas en la transición democrática, vol. I, Madrid, Asociación de la Prensa de Madrid, 2004, p. 516.

15 Francesc-Andreu Martínez Gallego: «Prólogo. Transiciones del humor», en El humor frente al poder. Prensa humorística, cultura política y poderes fácticos en España (1927-1987), Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, p. 19.

16 Para un análisis pormenorizado de la Ley Fraga véase Manuel Fernández Areal: «Significado y alcance de la Ley Fraga», en Del periódico a la Sociedad de la Información, vol. I, Madrid, Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2002, pp. 433-446.

17 Manuel Vázquez Montalbán: «La historia secreta de Por Favor», Por Favor, 100, año IV, 31 de mayo de 1975, p. 12.

18 Esta cuestión ha sido confirmada tanto por el consejero delegado de El Papus, Carlos Navarro, como por un colaborador que llegó a desempeñar labores de dirección artística, L’Avi.

19 María Iranzo: «El Papus: una revolución satírica...».

20 Entrevista personal a José Ilario concedida el 4 de mayo de 2016.

21 Gerardo Vilches: «La primera etapa de El Jueves: un análisis de los primeros veintiséis números del semanario», CuCo. Cuadernos de cómic, 2 (2014), pp. 137-158, http://cuadernosdecomic.com/docs/revista2/La_primera_etapa_de_El_Jueves_cuco2.pdf.

22 «Resulta imposible disociar el guion de la técnica gráfica que lo ilustra sobre el papel. Ambos conforman un todo narrativo», Rubén Varillas: La arquitectura de las viñetas. Texto y discurso en el cómic, Sevilla, Viaje a Bizancio, 2009, p. 57.

23 Manuel Álvarez Junco: El humor gráfico..., p. 150.

24 Según encuestas de ICA/Gallup resumidas en una tabla publicada en Cambio 16 el 18 de abril de 1977, citada en Cayo Sastre García: Transición y desmovilización política en España (1975-1978), Valladolid, Universidad de Valladolid, 1997, p. 69.

25 Sergio Calvo Romero: «El PCE ante la prueba de las urnas», Ayer, 86 (2012), pp. 197-224, esp. p. 211.

26 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 62.

27 Paul Preston: El zorro rojo: biografía de Carrillo, Barcelona, Debate, 2013, p. 296.

28 Felipe Nieto: «Precisiones en torno a la memoria del exilio republicano en la etapa socialista», Historia del presente, 25 (2015), pp. 163-172, esp. p. 164.

29 Rafael Wirth: «Paisanaje con/sin pedigree», Por Favor, 98 (17 de mayo de 1976), p. 9.

30 Manuel Vázquez Montalbán: «Editorial», Por Favor, 73 (24 de noviembre de 1975), p. 4.

31 Manuel Vázquez Montalbán: «La historia secreta de...», p. 14.

32 Manuel Vázquez Montalbán: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa», Por Favor, 135 (31 de enero de 1977), p. 7.

33 Rubén Vega: «Demócratas sobrevenidos y razón de Estado: la Transición desde el poder», Historia del presente, 12 (2009), pp. 129-154, esp. p. 139.

34 Martí Gómez y Josep Ramoneda: «Santiago Carrillo: y volver, volver, volver», Por Favor, 108 (26 de julio de 1976), p. 22.

35 Santiago Carrillo: Memoria de la Transición, Madrid, Grijalbo, 1983, p. 44.

36 Manuel Vázquez Montalbán: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa», Por Favor, 129 (20 de diciembre de 1976), p. 7.

37 «The Illustrated Se Lo Juro News», El Papus, 134 (11 de diciembre de 1976), p. 10.

38 Ivá y Carlos Giménez: «Queda Carmona», El Papus, 178 (22 de enero de 1977), pp. 12-13.

39 Martí Gómez y Josep Ramoneda: «Carrillo con y sin peluca», Por Favor, 131 (3 de enero de 1977), p. 23.

40 Manuel Vázquez Montalbán: «Criminal de guerra», Por Favor, 132 (10 de enero de 1977), p. 3.

41 Paul Preston: El zorro rojo..., p. 299.

42 Santiago Carrillo: Memorias, Barcelona, Planeta, 1993, p. 648.

43 Guillén: «Álbum de cromos», Por Favor, 140 (7 de marzo de 1977), p. 19.

44 Rubén Vega: «Demócratas sobrevenidos...», pp. 140-141.

45 Paul Preston: El zorro rojo..., p. 312.

46 Nicolás Sartorius y Alberto Sabio: El final de la dictadura..., p. 765.

47 Entrevista personal a L’Avi concedida el 17 de octubre de 2016.

48 Martínmorales: Por Favor, 140 (7 de marzo de 1977), p. 13.

49 El Perich dibujaba un chiste ironizando sobre la fecha: «Sábado de gloria: resurrección del Partido Comunista». Véase El Perich: «Noticias del 5.º canal», Por Favor, 146 (18 de abril de 1977), p. 4.

50 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 64.

51 Manuel Vázquez Montalbán: «Carrillo monárquico», Por Favor, 147 (25 de abril de 1977), p. 9.

52 Vivés: Por Favor, 151 (23 de mayo de 1977), pp. 32-33. En las mismas páginas, Suárez es representado como el emperador y la emperatriz, Fraga es el papa y Felipe González es la estrella. La justicia tiene por rostro un espacio en blanco.

53 Entrevista personal a L’Avi concedida el 17 de octubre de 2016.

54 Entrevista personal a Ja concedida el 4 de mayo de 2016.

55 Emanuele Treglia: «Un partido en busca de identidad», Historia del presente, 18 (2011), pp. 25-42, esp. p. 30.

56 «Editorial», El Papus, 185 (3 de diciembre de 1977), p. 3.

57 Ventura y Nieto: «Moriremos con los votos puestos», El Papus, 157 (21 de mayo de 1977), p. 7.

58 Martí Gómez y Josep Ramoneda: «Carrillo con y sin...», p. 23.

59 Ibid.

60 Ibid., p. 24.

61 La Santísima Trinidad: «¡Mucho ojo, votante!», Por Favor, 154 (13 de junio de 1977), p. 24.

62 Entrevista personal a L’Avi concedida el 17 de octubre de 2016.

63 A excepción del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), segunda fuerza más votada en Cataluña con un 18 por 100 de los votos.

64 Sergio Calvo Romero: «El PCE ante la prueba...», p. 198.

65 Santiago Carrillo: Memoria de..., p. 48.

66 Sergio Calvo Romero: «El PCE ante la prueba...», pp. 214-215.

67 Martínmorales: Por Favor, 162 (8 de agosto de 1977), p. 11.

68 Manuel Vázquez Montalbán: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa», Por Favor, 160 (25 de julio de 1977), p. 4.

69 Manuel Vázquez Montalbán: «El catalocomunismo», Por Favor, 156 (27 de junio de 1977), p. 4.

70 «Tongo», El Jueves, 4 (17 de junio de 1977), portada.

71 «Carrillo, el “enemigo público número uno”», El Papus, 165 (16 de julio de 1977), p. 8.

72 Ivá: El Papus, 99 (20 de diciembre de 1975), p. 3.

73 Ivá y Carlos Giménez: «Lid», El Papus, 167 (30 de julio de 1977), pp. 12-13.

74 «Los elogios funcionan a veces como un mecanismo de cooptación simbólica cuando el elogiado, generalmente el portavoz de una disidencia o de una opción minoritaria, tiende a ceder ante la satisfacción personal que le suscita el reconocimiento elogioso que su cambio de actitud merece entre quienes constituyen mayoría». Son palabras referidas a la elogiosa presentación que Fraga haría de Carrillo ante el elitista Club Siglo XXI en octubre de 1977. Véase Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 68.

75 Ivá: «Telediario particular», El Papus, 164 (9 de julio de 1977), pp. 22-23.

76 «Pánico en el PCE», El Jueves, 2 (3 de junio de 1977), portada.

77 Ángel de la Font: «Mac Sánchez y esposa», El Jueves, 2 (3 de junio de 1977), p. 3.

78 El Jueves, 11 (5 de agosto de 1977), p. 15.

79 José Luis Martín: «Historias de ciencia-ficción. Esta semana: “24 horas”. Diario íntimo de Santi Carrillo», El Jueves, 8 (15 de julio de 1977), pp. 8-9.

80 Vivés: «Famosos en la intimidad. Santiago es aún más guapo al natural», Por Favor, 162 (8 de agosto de 1977), pp. 22-23.

81 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 65.

82 Martí Gómez y Josep Ramoneda: «Santiago Carrillo», Por Favor, 175 (7 de noviembre de 1977), p. 30.

83 El Perich: «Noticias del 5.º canal», Por Favor, 171 (10 de octubre de 1977), p. 7.

84 Emanuele Treglia: «Un partido en busca...», p. 31.

85 Martí Gómez y Josep Ramoneda: «Santiago Carrillo», p. 30.

86 Emanuele Treglia: «Un partido en busca...», p. 26.

87 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 66.

88 Santiago Carrillo: Memorias, p. 682.

89 Juan Andrade Blanco: El PCE y el PSOE en la Transición: la evolución ideológica de la izquierda durante el proceso de cambio político, Barcelona, Siglo XXI, 2012, p. 45.

90 «Aprobado el acuerdo de la Moncloa. Nos han pactado por detrás», El Jueves, 24 (4 de noviembre de 1977), portada.

91 Martínmorales: «La monclueca», Por Favor, 178 (28 de noviembre de 1977), p. 12.

92 «El eurocomunismo fue el correlato teórico de la apuesta política de Suárez por el consenso». Véase Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 67.

93 Ismael López Muñoz: «“Aquí solo habla quien ellos quieren”, afirma Carrillo en Moscú», El País, 4 de noviembre de 1977. Recuperado de internet (http://­elpais.com/diario/1977/11/04/internacional/247446022_850215.html).

94 Ivá: «La historia sagrada contada a los niños», El Jueves, 25 (11 de noviembre de 1977), p. 6, detalle.

95 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 66.

96 Joan Fuster: «Viajantes de comercio», Por Favor, 181 (19 de diciembre de 1977), p. 22.

97 Juan Andrade Blanco: «Santiago Carrillo en la Transición...», p. 72.

98 Santiago Carrillo: Memorias, p. 687.

99 Ivá: «La historia sagrada contada a los niños», El Jueves, 27 (25 de noviembre de 1977), p. 6, detalle.

100 El Perich: «Noticias del 5.º canal», Por Favor, 177 (21 de noviembre de 1977), p. 6.